La travesía de los migrantes cubanos que intentan encontrar refugio en Europa suele estar marcada por el peligro y la desesperación, pero pocos casos son tan estremecedores como el de Dianalay González Castañeda y sus compañeros. En abril de 2022, estos jóvenes fueron víctimas de repetidos abusos y devoluciones forzadas a los bosques congelados entre Lituania y Bielorrusia, un terreno inhóspito que ha cobrado la vida de muchos migrantes.
Tras huir de la persecución en Cuba, González llegó a Europa sin papeles y enfrentó la brutalidad de los guardias fronterizos lituanos. Según relató, un oficial le colocó una pistola eléctrica en la cabeza y la obligó a caminar descalza en el frío extremo, pese a contar con una orden de protección de la Corte Europea de Derechos Humanos. Sufriendo de congelación, estuvo a punto de abandonar su lucha por sobrevivir.
El trato inhumano recibido por González, quien se graduó de la carrera de Derecho en Cuba con título de Oro, refleja una política fronteriza que prioriza la seguridad nacional sobre los derechos humanos.
En 2022, Lituania realizó más de 11,200 devoluciones forzadas, muchas de las cuales involucraron violencia y negligencia. Aunque Dianalay logró obtener asilo y trabaja hoy como profesora de español en Lituania, su historia resalta una realidad sombría: el sufrimiento de quienes buscan refugio en un sistema que los rechaza.
Este caso, cubierto en la prensa por EUOBSERVER, junto con otros similares, será revisado por la Corte Europea en febrero de este año, desafiando políticas que permiten expulsiones colectivas y detenciones arbitrarias. Mientras tanto, miles de migrantes continúan enfrentándose a un entorno hostil, donde sobrevivir depende más de la suerte que de la humanidad de las autoridades.
Un contraste con el trato en aguas mexicanas
Mientras que las fronteras lituanas parecen un terreno de pesadilla para los migrantes cubanos y de todas las nacionalidades en general, en las aguas mexicanas se vive un panorama diferente. Ocho balseros cubanos, rescatados recientemente por la Marina de México cerca de Puerto Progreso, recibieron atención médica inmediata y fueron puestos bajo la custodia del Instituto Nacional de Migración (INM). A pesar de que enfrentan la incertidumbre de ser deportados a Cuba, su rescate se dio en condiciones humanas, destaca 14ymedio.
El buque Catherine-Grace localizó a los cubanos a la deriva y alertó a las autoridades mexicanas, que actuaron rápidamente para garantizar su seguridad. Una vez en tierra, los migrantes cubanos fueron revisados por médicos, quienes diagnosticaron casos de deshidratación, pero ninguna otra complicación grave. Los migrantes, entre ellos una mujer, han solicitado asesoría legal para evitar su repatriación.
Aunque el futuro de estos migrantes sigue siendo incierto, el contraste entre ambas situaciones es evidente. En México, los cubanos encuentran un trato más compasivo, al menos en términos de su rescate y atención inicial. Esto contrasta fuertemente con las prácticas en Lituania, donde incluso órdenes judiciales internacionales son ignoradas y la vida de los migrantes se pone en riesgo deliberadamente.
La comparación entre ambos casos evidencia las diferencias abismales en cómo los países manejan la migración. Mientras que Lituania perpetúa un sistema de rechazo violento y deshumanización, en México se prioriza, al menos de inicio, la vida y la dignidad de los migrantes en situaciones de emergencia. Sin embargo, ambos escenarios comparten un elemento crucial: la incertidumbre y el temor de los cubanos por ser devueltos a la Isla que intentaron dejar atrás.
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