Las autodeportaciones comenzaron; los que se quedan temen ser detenidos y regresados por la fuerza

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En Estados Unidos, la tensión migratoria ha alcanzado un nuevo punto de quiebre. El endurecimiento de las políticas migratorias bajo el segundo mandato de Donald Trump, sumado a recientes fallos judiciales, ha llevado a cientos de inmigrantes, especialmente venezolanos, a tomar una decisión extrema: autodeportarse. Es decir, abandonar voluntariamente el país antes de ser detenidos y expulsados por la fuerza.

Según reportes de Telemundo51 y Univision, cerca de 5,000 migrantes venezolanos han retornado en vuelos de deportación o repatriación desde la llegada de Trump nuevamente a la Casa Blanca. Pero lo que preocupa a defensores y organizaciones es que una cifra similar lo ha hecho por voluntad propia, en lo que se está empezando a conocer como la ola de autodeportaciones.

Uno de esos casos es el de la familia Rondón. Tras haber cruzado la peligrosa selva del Darién y recorrido México a bordo de «La Bestia», llegaron a Chicago, donde José Alberto Rondón trabajó en la industria del hierro.

«Le eché ganas, hasta que llegó Trump y nos enchavó la vida a todos», contó entre lágrimas a Telemundo. La decisión de regresar a Venezuela, pese a la precariedad económica, estuvo motivada por el miedo constante a ser detenido, deportado e incluso enviado a centros de detención como el CECOT en El Salvador.

El miedo no es infundado. Un fallo reciente de la Corte Suprema retiró las protecciones del Estatus de Protección Temporal (TPS) a miles de venezolanos. Muchos, como reportó Local10 News, están ahora en un limbo legal, expuestos a ser arrestados, detenidos y deportados en cualquier momento.

Christian de la Rosa, de Local10, recogió testimonios de venezolanos con TPS de 2023 que ahora se sienten señalados, vulnerables y perseguidos.

«Nos llaman terroristas, como si fuéramos criminales… es una locura. No podemos volver allá», dijo uno de los entrevistados, con el rostro escondido para la cámara, reconociendo además el miedo que tiene cuando va a hacer algo tan importante como lo es trabajar. Las consecuencias también podrían sentirse en la economía local. Doral, ciudad con alta concentración de venezolanos, podría ver afectada su actividad económica si miles de familias con negocios y viviendas abandonan la zona por temor a ser deportadas.

«Uno ya no duerme», decía una madre venezolana en Doral. «Tengo TPS, pero siento que estoy escondida en las sombras otra vez.»

En paralelo, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) puso en marcha el «Project Homecoming», con vuelos de salida para quienes decidan autodeportarse. En uno de esos vuelos, 64 personas partieron de Houston hacia Honduras y Colombia. El paquete incluye transporte, estadía en hotel, alimentos y un estipendio de $1,000. Aunque se dice que estas salidas «preservan la posibilidad de regresar legalmente en el futuro», expertos legales advierten que podría haber consecuencias: penas de tres, diez o hasta prohibiciones permanentes de reingreso, según el tiempo de presencia ilegal acumulado.

La administración Trump ha defendido las medidas como parte de un plan de «orden migratorio», pero la confusión legal y el miedo generalizado están provocando un éxodo silencioso. La incertidumbre es tal, que incluso quienes tienen solicitudes de asilo pendientes se preguntan si serán escuchados antes de ser expulsados del país.

Líderes como la vicealcaldesa de Doral y abogada de inmigración, Maureen Porras, han calificado el momento como «una de las acciones más grandes en la historia moderna de EE.UU. contra un grupo no ciudadano». Incluso representantes republicanos como Carlos Giménez han advertido que «no se debe criminalizar a toda una comunidad por los actos de unos pocos». Mientras tanto, organizaciones legales insisten en que quienes estén considerando autodeportarse consulten primero con un abogado, ya que podrían estar renunciando a derechos y oportunidades legales sin saberlo.

En este escenario, la pregunta que queda flotando es: ¿se está configurando una crisis migratoria silenciosa bajo el amparo de la legalidad? Para muchos migrantes, la realidad es clara: mejor marcharse por cuenta propia que esperar a ser capturados y enviados de regreso a un país del que huyeron buscando libertad y futuro.

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