En medio de una carrera presidencial que promete ser intensa y cargada de tensiones, la candidata demócrata y actual vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, ha lanzado su primer gran paquete de propuestas económicas. Sin embargo, su plan para controlar los precios de bienes y servicios ha desatado una tormenta de críticas desde diversos sectores, especialmente del equipo de campaña del expresidente Donald Trump, quienes no han dudado en calificar sus ideas como “algo sacado de Venezuela o Cuba”.
El núcleo de la propuesta de Harris, presentada durante un discurso en Carolina del Norte, se centra en la implementación de un control federal sobre el abuso de precios, la expansión de los créditos fiscales para familias con hijos y un aumento en la oferta de viviendas. Estas medidas buscan, según Harris, aliviar el costo de vida para los estadounidenses, quienes han enfrentado un aumento sostenido en los precios de productos esenciales desde hace varios años.
Sin embargo, los detractores, liderados por asesores económicos de Trump, han comparado estas políticas con las impuestas en regímenes socialistas y autoritarios, como los de Cuba y Venezuela. Brian Hughes, asesor principal de la campaña de Trump, fue particularmente crítico, afirmando que las políticas de Harris son “tan socialistas y autoritarias como algunos de los modelos más extremistas de la historia mundial”. Según Hughes, en lugar de liberar la energía americana y reducir la carga sobre el pueblo, Harris estaría imponiendo controles de precios que recuerdan a los experimentados en países que han sufrido graves crisis económicas bajo regímenes socialistas.
Uno de los puntos más controversiales es la propuesta de Harris para prohibir el abuso de precios a nivel federal. Este planteamiento, que implica la intervención directa del gobierno en la regulación de precios, ha sido fuertemente criticado por Kevin Hassett, ex presidente del Consejo de Asesores Económicos durante el mandato de Trump, citado por The Hill.
Hassett no solo consideró la idea como “completamente absurda”, sino que también subrayó que sugiere un retroceso hacia políticas extremas de izquierda que, según él, ya habían sido rechazadas por los votantes en elecciones anteriores.
La propuesta de Harris incluye, además, un refuerzo del crédito fiscal para niños, lo que podría proporcionar hasta $6,000 en alivio fiscal a las familias con recién nacidos. Esta iniciativa se enmarca en el esfuerzo demócrata por diferenciarse de la plataforma republicana, que se ha centrado en la extensión de los recortes de impuestos de 2017, la desregulación y la imposición de aranceles sobre bienes importados. No obstante, Stephen Moore, otro asesor económico de Trump, argumentó que el plan de Harris para ayudar a los compradores de viviendas por primera vez, al ofrecerles $25,000 en asistencia para el pago inicial, no aborda las causas fundamentales que dificultan la compra de una vivienda en la actualidad.
Moore destacó que la tasa de interés promedio para una hipoteca se sitúa en 6.5%, significativamente más alta que durante el último año de Trump en el cargo. En su opinión, ofrecer más dinero para los pagos iniciales es solo una solución superficial, comparándola con “poner una curita a un paciente con cáncer”. Según él, el verdadero problema radica en la imposibilidad de muchos estadounidenses de afrontar las cuotas mensuales de la hipoteca debido a los altos costos, que son un reflejo de las políticas económicas actuales.
A pesar de las críticas, Harris y su equipo de campaña defienden su plataforma como un contraste necesario frente a las propuestas de Trump, que, según advierten los economistas, podrían exacerbar la inflación si se implementaran nuevamente. La campaña de Harris ha enmarcado sus propuestas como un intento de corregir las desigualdades económicas y proteger a los consumidores de prácticas corporativas abusivas.
No obstante, las críticas no se han limitado al ámbito económico. En un comentario mordaz, un columnista conservador afirmó que las políticas de Harris no solo carecen de sentido común en términos económicos, sino que reflejan un acercamiento preocupante a las estrategias empleadas en regímenes comunistas.
Se hizo una comparación directa con las recientes medidas de control de precios en Cuba, donde el gobierno impuso límites a los precios de productos básicos como la leche en polvo y el pollo. La crítica subyacente es que, al igual que en Cuba, las políticas de control de precios de Harris podrían llevar a una disminución de la producción, precios aún más altos y estantes vacíos en las tiendas.
En última instancia, la polémica en torno al plan económico de Kamala Harris refleja las profundas divisiones ideológicas que marcan el actual panorama político estadounidense.
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