Ja Rulay se fotografía con cuatro pesos encima

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Va y ni es suyo el dinero, como tampoco era suyo el Cadillac Escalade que exhibió Ja Rulay los otros días en un video que se hizo viral. Ah, la especuladera…

Se verán horrores… El cantante urbano Ja Rulay está siendo objeto de críticas fuertes, tras haber subido a Instagram una foto donde muestra su lado más especulador.

Una foto suya con decenas de fajos de billetes está circulando en las redes sociales y que a decir verdad, si se mira bien, son apenas «cuatro pesos».

En un contexto tan complejo como el que vive Cuba, con una población sumida en la pobreza, y donde cada vez más es socialmente conocida «la envidia» como fenómeno flotante de masas entre miles de cubanos, la foto de Ja Rulay posando con billetes es una auténtico error.

Un «rezago pequeño burgués», un «error del Socialismo» y una «afrenta al Hombre Nuevo que quería el Ché Guevara». Una «vergüenza» de esas que al oficialismo más rancio pudiera sacarle un ojo y provocarle un texto a algunos de sus aladines de la entereza moral; de esos que pueden y se atreverían a lanzar una diatriba político-ideológica en contra de Ja Rulay, pero hacerse los bizcos con los lujos exhibidos por Tony y Sandro Castro, por citar dos ejemplos.

La foto es, vista desde el prisma de un país «en Revolución», donde «todos son iguales» y «no hay ni ricos ni pobres», criticable desde muchos puntos de vista excepto – quizás – ese que le sirve al régimen para mostrar como un negro humilde y de barrio, puede llegar a «la riqueza.»

Digámoslo de otro modo: al régimen pudiera servirle la foto para demostrar al mundo las oportunidades que tienen los negros que viven en barrios marginales dentro de la isla, de prosperar en la escala social. ¿O no?

Sin embargo, el pesado fardo que carga la foto, en la que Rulay sentado en el piso, muestra los «cuatro pesos», no es el tipo de imagen ideal para ser exhibida.

Al cantante cubano, como pueden imaginar, le llovieron las críticas por la foto posando con los fajos de billetes.

Muy probablemente, los cuatro pesos que exhibió en sus manos ni sean suyos, tal y como tampoco era suyo el Cadillac SUV que mostró en un vídeo, en el que otra vez – ¿por primera vez? – el joven parecía presumir de tener auto nuevo en Cuba diciendo: «Parece que andamos allá y estamos aquí. Dejen la bobería, ni ustedes allá andan así».

Tal parece que Ja Rulay tampoco sabe qué es un auto de lujo, y un Escalade como ese, le pareció tal.

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La frase aquella, bien que pudiera ser dicha ahora, al ver la imagen de Ja Rulay sentado con los fajos de billetes en su regazo.

Las críticas fueron mayoría, aunque hubo hasta quién lo defendió.

Esta tendencia a exhibir lujos, ha sido tradicionalmente criticable y condenable. Incluso aquellos como Floyd Mayweather, cuando lo han hecho, han recibido miles y miles de críticas.

A no pocos les molesta, por ejemplo, los lujos que a diario exhiben influencers como «La Dura» o la millonaria Camila Güiribitey, quien incluso hasta le compró un Ferrari a su hija recién nacida, y recientemente para ir a un desfile Louis Vuitton llevó un reloj que le costó, según sus propias palabras, «la módica cifra de 93 mil dólares».

Claro, en todas estas historias hay niveles y niveles. Camila, por ejemplo, lo hace porque ese es su contenido, y el que quieren ver sus seguidores. Nunca lo hace para restregarle a nadie en su cara su riqueza. «La Dura» lo hace porque también es su contenido, y porque por exhibir carteras y vestidos le pagan.

No, lo de Ja Rulay es otra cosa.

Ricos que son humildes.

Uno de los hombres más ricos del mundo, jamás ha exhibido un fajo de billetes en sus manos, ni siquiera cuando era apenas un adolescente e inmaduro, y hace un par de años se hizo viral al ser fotografiado vestido muy humildemente, haciendo una cola, de noche, para comprar unas hamburguesas y papitas fritas. Nos referimos a Bill Gates.

Ja Rulay tal vez tenga la suerte un día de saber en verdad qué es tener dinero, no los cuatro pesos que exhibió en Instagram.

Lo más importante es que «se tropiece», con esa realidad que existe allá afuera, más allá del mundo y pecera donde vive, donde incluso pudiera conocer, la faceta más humilde de unos de los tres hombres más ricos de Italia, quien decidió parar un día en una cafetería de carretera para tomarse un café, y sorprendió a todos los presentes al pedirle a la única dependiente del lugar que siguiera haciendo lo suyo, mientras le pedía una servilleta para él mismo limpiar la mesa donde se sentaría.

Ante esta fotografía de ahora, compartida en la cuenta de @jarulay_elperro, solo puede uno apelar a que un milagro de humildad se le aparezca a quienes exhiben lo que a ellos les parece lujo en un país de pobres. O a que lo haya hecho para sembrar controversia, recibir comentarios y reacciones, y aumentar su engagement en las redes sociales.

Con esa misma cantidad de dinero, Ja Rulay no levantaría ni una ceja a un camarero en un casino de Mónaco. La riqueza es relativa, pero donde siempre será inmensa e infinita, es en el alma humilde.

¿Lo aprenderá él algún día?

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