El Granma llama «excepcional» a un acto de repudio

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Un Granma sin rumbo llamó excepcional a un acto de repudio efectuado sabe Dios dónde – así de «excepcional» es el diario de mayor tirada en el país y órgano del único Partido político permitido en la isla – y algunos colegas por interno califican el texto como «justificado», porque vino del puño de Iroel Sánchez.

Sobre «el Iro» se han escrito toneladas de tinta en los medios cubanos. Incluso en aquellos que aparentemente están del lado de la cúpula gobernante en la isla, circulan comentarios entre escribidores en contra de Iroel Sánchez; un individuo que hace ya algunos años intentó serrucharle el piso a Abel Prieto ante Fidel Castro, y terminó saliendo de la oficina del primero con el rabo entre las patas y «degradado», lo cual – eso sí – no impidió que siguiera con su manía de escritor, defendiendo según sus modos a la Revolución que lo alimentó y apapachó hasta donde pudo.

El texto aparecido en el Granma es muestra de por qué «allá arriba» no soportan a Iroel Sánchez, y lo han dejado en ese puesto de «blogófero», haciendo el trabajo sucio en las redes, y a cada rato coordinando entre los directores de portales digitales cubanos alguna que otra campaña contra las voces opositoras dentro de la isla a las que a menudo él, desde su blog La Pupila Insomne llama «mercenarios.»

El título del artículo, Paisaje después de la batalla, es otra muestra de las batallas que Iroel lleva en su cabeza. Una justificación a un acto de repudio, en el que se atreve a comparar las jornadas «de lucha» vividas en noviembre con la grandeza de héroes como «Céspedes, Agramonte, Martí, Mella y Guiteras.» Así, sin nombres.

Su teoría se basa – es inaudito que haya sido así, pero lo fue – en comparar las epopeyas de nuestras guerras y luchas anteriores con los actos de repudio. Comparar un acto de repudio, cualquiera que sea, a la batalla de Peralejo, por ejemplo, es una tremenda estupidez pero, el Granma, Iroel Sánchez, pueden permitirse esos excesos.

Apela el Granma (Iroel Sánchez) a hablar incluso de «rol clasista» al papel de los dirigentes tanques pensantes dentro de los gobiernos norteamericanos, a quienes acusa de orquestar «la no marcha convocada para el 15 de noviembre». Llamarla «no marcha», sin explicar fehacientemente, en apego irrestricto a lo sucedido, y no con circunloquios y «giros revolucionarios» en la escritura a lo acontecido desde el 14N, es un disparate.

Claro, estamos hablando del diario Granma. Los disparates allí llueven a menudo.

Dice Iroel en el Granma, que los mismos medios que «impulsaron» la marcha del 15N «callaron cuando apedrearon la sala de un hospital donde se encontraban embarazadas y recién nacidos acompañados de sus madres (…)» en clara referencia a supuestos hechos acontecidos el 11 de julio. Supuestos, sí, porque ningún medio oficialista cubano, ningún blog oficialista cubano mostró jamás pruebas de eso.

Sin embargo el colmo del arrebato iroeliano ocurrió al final cuando, olvidando que un acto de repudio es un acto de incultura, de muy poca inteligencia; que provoca llanto, temor y miedo, y que además es violento y causa terror, emplea esas mismas palabras para decir:

«No han callado, ante esos y otros errores de nuestro lado, jóvenes revolucionarios, convencidos de que las mejores armas de una Revolución humanista como la nuestra, son la inteligencia, la cultura y la alegría, porque saben que un hecho que se aparte de esa conducta, por excepcional que sea, nos disminuye, pero más se disminuyen en su hipocresía quienes callan el repudio, la violencia y el terror practicados, impune y sistemáticamente, contra un pueblo entero.»

Para luego mencionar la salida de la isla de Yunior García Aguilera, sin siquiera mencionar el acoso, violencia y terror del cual fue víctima el joven.

«(…) tenemos motivo para festejar una victoria más ante el imperio más poderoso de la historia, a pesar de que llevan 60 años de derrota en derrota se autoconsuelan diciendo ahora que el efímero mártir de atrezzo que puso Atlántico por medio, y dejó a sus cofrades en el triste papel al que aludía Guillermo Rodríguez Rivera (…)»

O esta otra perla:

«(…) hubo mujeres cubanas que decidieron no callar ante quienes apoyados por lo que hicieron, festejaron, o incitaron lo anterior y quieren crear condiciones para que se vuelvan a repetir hechos así.«

¿Se refería acaso Iroel al acto de repudio ocurrido en Santa Clara, Villa Clara frente a casa de la activista Saily González? Al parecer sí, porque fue el único acto de repudio donde se pudo apreciar que la inmensa mayoría de las repudiantes eran mujeres. No podemos olvidar que Iroel Sánchez nació en Santa Clara y de seguro tuvo acceso a alguna fuente que le «pintó» el acto de repudio de otra manera, omitiéndole que, por ejemplo, esas mujeres cubanas a la que él alude le gritaron a otra mujer cubana palabras como «perra» y «lagartija flaca».

Si esa es la patria que quiere Iroel, pues que se lleve su violencia, incultura, poco civismo y «Revolución» para su casa.

Quizás la mejor explicación contra tal desatino del Granma en amparar un acto de repudio la dio el filólogo cubano, y multipremiado escritor Pedro de Jesús López Acosta, quien señaló esta mañana.

«No, así no nos entendemos. Probablemente hayan sido millones de cubanos los que vimos en las redes sociales los actos de repudio perpetrados en varias provincias el pasado 15 de noviembre. Si la prensa oficial de Cuba no va a hablar con sinceridad sobre estos hechos y el papel que tuvieron en la desarticulación de la marcha, lo más decente que puede hacer es callar. Pero aludir a los actos de repudio, primero, sin mencionarlos por su nombre, rehuyendo la expresión con la que todos los cubanos los identifican, y, segundo, afirmar que uno de ellos ―del que ni siquiera se aclara el sitio donde ocurrió― fue «excepcional», resulta indignante. Si de verdad se reconoce que los actos de repudio no son «las mejores armas de una Revolución», la vía correcta de encarar el asunto empieza por hablar francamente de ellos ante la opinión pública.»

Dicho de otra manera. No se puede justificar un acto de repudio sin hablar de contextos en específico; apelando a omitir detalles por aquí, detalles por allá y calificándolos como actos de defensa de la Patria.

O peor aún: comparándolos en «tamaño» con otras verdaderas epopeyas patrias.

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