En su más reciente «disertación» en España, la vocera del panfleto oficialista ‘Con Filo’, Gabriela Fernández, ofreció una versión retorcida y risible de las protestas del 27N y del 11J, justificando la represión y minimizando el descontento popular en Cuba.
La presentadora del panfleto televisivo ‘Con Filo’, Gabriela Fernández, llegó a España con el mismo guion masticado que repite cada semana desde su altar de propaganda: el bloqueo tiene la culpa de todo, los médicos cubanos son semidioses en bata blanca, y las protestas del 27N fueron una especie de “cónclave plural” donde hasta los revolucionarios tenían derecho a disentir (pero siempre que no molesten mucho).
Durante una intervención en La Rioja —donde fue presentada como “profesora de Historia” y “desenmascaradora de la oposición”, y para lo que yo recomiendo que si deciden verlo se tomen un Alka Seltzer primero que todo porque digerir tantas mentiras puede ser considerado un acto de suicidio—, la vocera del régimen repitió todos los dogmas del manual de manipulación castrista, añadiendo el clásico cinismo revolucionario que ya no se cree ni ella misma. Afirmó que el 27N nació como reacción “espontánea” y “revolucionaria” ante la pérdida de espacios de diálogo tras la COVID-19. ¿San Isidro? Una “provocación contrarrevolucionaria”. ¿La protesta? Un acto con “elementos buenos y malos”, pero con respuesta “espontánea” de los verdaderos revolucionarios, es decir, una “tángana” que por supuesto no fue televisada. Qué raro, ¿no?
Gabriela omitió convenientemente que uno de los principales rostros del 27N, el dramaturgo Yunior García Aguilera, fue expulsado y censurado justo el día anterior cuando intentó asistir a su charla. ¿No era que en Cuba y sus satélites se respetan “todas las ideas”? Claro, excepto las que no rinden pleitesía al Partido.
¿Por qué, si iba a hablar del 27N, no invitó al propio Yunior García, la figura más visible y representativa de ese momento, a que la acompañara en la charla y así debatir sobre lo sucedido ese día?
En un mar de incoherencias, Gabriela quiso vender que las carencias sanitarias durante la pandemia (como la reutilización de guantes médicos) eran “ejemplos de resistencia” y no de negligencia criminal. Aseguró sin rubor que, en medio del colapso hospitalario, el gobierno garantizaba “cinco comidas diarias” a todos los aislados, lo cual probablemente solo ocurría en su burbuja ideológica —o en el libreto que le entregaron antes del viaje.
Falso de toda falsedad: ni las “cinco comidas”, ni el “estado de bienestar” que supuestamente trajo la revolución existen para los millones de cubanos que hoy hacen colas para un pedazo de pan. ¿Y la violencia del 11J? Apenas una “preocupación” mal interpretada. Ni una palabra sobre los cientos de presos, los juicios sin garantías, las palizas grabadas en video ni los adolescentes condenados a más de 15 años de cárcel.
Gabriela también insistió en que el éxodo masivo de jóvenes cubanos es parte de una manipulación imperialista para presentar la migración como un castigo político. Se quejó de que EE.UU. ofrezca beneficios a los migrantes, como si el verdadero problema no fuera el país que huyen, sino el que los recibe.
Y mientras hablaba de solidaridad y derechos sociales, omitió convenientemente que en su Cuba ideal no hay libertad de prensa, no hay partidos opositores, y se encarcela a quien piense distinto. Tampoco explicó por qué si el pueblo “apoya la revolución”, necesita ser vigilado, reprimido y empujado al exilio a ritmos récord.
En resumen, Gabriela no solo desinforma: es cómplice del encubrimiento de un régimen que usa la educación, los medios y las giras ideológicas como armas para justificar su fracaso. Lo que da vergüenza no es que sea profesora de Historia; lo terrible es que use la Historia para justificar la opresión.
Y sí, como muchos han señalado, es doloroso ver a una mujer negra enarbolando el discurso de quienes históricamente han reprimido, marginado y silenciado a tantos en Cuba, incluida su comunidad. No por ser negra, mujer o profesora se le absuelve de su responsabilidad ideológica: ser altavoz de un régimen que pisotea derechos humanos mientras se da baños de victimismo en Europa.
Por si deciden autoflagelarse, aquí les dejamos con este compendio de falsedades y manipulaciones.