Estocada a muerte a las Mipymes en Cuba: «Ahora sí se perderá hasta el pollo»

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El régimen cubano ha dado un nuevo golpe letal a las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), al prohibirles el comercio mayorista y relegar toda intermediación al control estatal.

La resolución, publicada recientemente en la Gaceta Oficial, marca un retroceso drástico para el sector privado en la isla, que hasta ahora había encontrado en el comercio mayorista una válvula de escape frente a las restricciones económicas. Con esta medida, el Gobierno asegura un monopolio absoluto y sella lo que muchos consideran “el fin de la luna de miel” con las Mipymes.

La normativa, firmada por la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, anula las licencias comerciales para el comercio mayorista de Mipymes y cooperativas no agropecuarias, así como de trabajadores por cuenta propia. Ahora, estas entidades solo podrán comercializar sus productos de forma mayorista a través de contratos con entidades estatales o comercializadoras mayoristas estatales. Cualquier actividad mayorista que no se ajuste a estas condiciones queda automáticamente anulada.

El impacto directo de esta decisión es devastador: las empresas que quieran seguir operando en el ámbito mayorista tendrán 90 días para actualizar sus licencias, mientras que las que no lo hagan deberán liquidar sus inventarios en un plazo de 120 días y limitarse al comercio minorista, explica Cubanet. Para los trabajadores por cuenta propia que dependían del comercio mayorista, la medida significa el fin de sus negocios.

El pretexto oficial es «ordenar la comercialización mayorista y minorista», pero la realidad es mucho más sombría. Las nuevas reglas imponen restricciones desmesuradas al sector privado, dejando a los emprendedores en una posición insostenible.

Uno de los afectados, conversó bajo anonimato con este redactor y dijo que la normativa lo ata de pies y manos.

Según sus cuentas, la importación de un contenedor de pollo – por ejemplo, y él importaba hasta uno mensual – no le es negocio. Si lo importa, tendría que vendérselo a una empresa estatal y esta le pagaría en CUP a razón de 1×120.

«Con un límite del 30% de margen comercial, ¿qué ganancias obtendría? Eso ni siquiera me da para cubrir los costos de importación, que como imaginarás se pagan en USD”, dijo vía telefónica.

«Ahora sí se perderá hasta el pollo,» aseguró.

¿Qué pasa con el pollo y otros alimentos?

El caso del pollo ilustra perfectamente la inviabilidad de este modelo. Importar un contenedor de pollo para venderlo al Estado, que pagará en CUP a tasas desfavorables y con márgenes comerciales estrictamente regulados, es un negocio inviable. Los costos de importación, realizados en USD, simplemente no se recuperan. Además, las Mipymes no pueden vender estos productos a otras entidades privadas porque sería considerado comercio mayorista, lo cual está prohibido.

Como resultado, la importación de alimentos básicos será mínima. Sin alternativas viables, los cubanos podrían enfrentarse a una escasez aún mayor de productos esenciales. “Ahora sí se morirán de hambre la gente”, lamenta un empresario del sector.

En un país donde las arcas fiscales no cuentan con los recursos para abastecer al pueblo, el comercio mayorista había funcionado como un “salvavidas” para muchas Mipymes y trabajadores por cuenta propia en medio de la profunda crisis económica. Ahora, con estas restricciones, reseña Diario de Cuba, el Gobierno no solo limita las operaciones del sector privado, sino que también introduce nuevos intermediarios estatales que elevan los costos y complican los procesos logísticos.

«Si acá la gente estaba comiendo de lo que traían las Mipymes, ¿qué va a comer la gente ahora?», se preguntó el entrevistado, que dijo que al menos, lo hecho hasta ahora, le ha permitido cubrir los gastos burocráticos.

El economista Pedro Monreal, citado también por Diario de Cuba, ha calificado estas restricciones como un «arrinconamiento» de la actividad privada. Según él, el 47,8% de las limitaciones recientes se concentran en el comercio, un sector clave en la crisis actual. Esta estrategia, lejos de estimular la eficiencia estatal, consolida el monopolio gubernamental y excluye cualquier competencia privada.

“Están defraudando la confianza de todos los que pusieron sus ahorros y proyectos de vida en este país”, sentencia un ciudadano desencantado, citado por el medio.

«Es cierto. Hay personas que apostamos por este país y este país no nos está dejando otra opción que, o ser pobres, o irnos,» reseñó nuestro «Mipymero» entrevistado.

El fin de las Mipymes independientes

El Gobierno ha demostrado una vez más su incapacidad para competir con el sector privado sin recurrir a restricciones draconianas, describe 14ymedio. Al prohibir el comercio mayorista a las Mipymes y trabajadores por cuenta propia, elimina cualquier posibilidad de competencia real. En cambio, favorece a un reducido grupo de empresas privadas conectadas con el Estado, conocidas como las “enchufadas”.

El resultado es predecible: menos oferta, precios más altos y una población cada vez más empobrecida. Lo que comenzó como una apertura económica tímida se está convirtiendo rápidamente en una pesadilla para los emprendedores cubanos.

Con estas medidas, el régimen parece decidido a destruir cualquier atisbo de autonomía económica en Cuba. La pregunta ahora es si los emprendedores y la población en general resistirán esta nueva embestida o si se resignarán a un sistema que privilegia la ineficiencia estatal sobre el dinamismo privado. Lo que está claro es que, si algo no cambia, “hasta el pollo” terminará siendo una anécdota del pasado en los hogares cubanos.

«Están dando bandazos. Esta gente, está demostrado, no sabe dirigir un país. No puedes aprobar una cosa hoy y derogarla mañana. Eso es una locura, un absurdo. Y como yo, somos muchos los desencantados,» explicó nuestro entrevistado.

La paradoja es evidente: mientras el Gobierno fomenta la inversión extranjera en el comercio mayorista, reprime a las Mipymes locales. Se quiere atraer divisas mediante la inversión extranjera, pero esta apertura no se extiende a los cubanos residentes en la isla, que como el entrevistado, planea – «ahora sí», dice – marcharse definitivamente del país.

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