Sandro Castro más bien, representa a una élite privilegiada que disfruta de beneficios inaccesibles para la mayoría de la población. En ese saco caen también las hijas de Raúl Castro y ahora, además, Manuel Anido Cuesta, el novio de Ana de Armas.
Para Sandro, estas ostentaciones son normales, reflejando lo que aprendió en un entorno donde la comodidad y el lujo son la norma.
En contraste, otros miembros de la familia, como «El Cangrejo», nieto de Raúl Castro, mantienen un perfil más reservado, evitando publicar sobre su vida fastuosa para preservar la imagen de la familia, aunque alguna que otra fotico se ha escapado.
A raíz de la tormenta mediática desatada en torno a la celebración del 30 cumpleaños del nieto predilecto de Fidel Castro, el más mediático y controversial para todos los cubanos, Sandro Castro, algunas personas han esbozado una teoría «victimista» – si pudiera decirse – en la cual alegan que Sandro es un joven «típico» de la juventud actual.
Aluden que, por ejemplo, le gusta divertirse, le gusta tener dinero, una novia bonita… Y… ¿a quién no le gusta todo eso y más (digamos, tener salud)? Incluso, el ya conocido Carluchin Verde le enviaba una pregunta al periodista Mario Pentón: ¿por eso no podemos celebrar el cumpleaños de mi amigo?
En teoría no se trata de que Sandro no lo celebre y que ellos, amigos suyos, tampoco lo celebren. El propio Sandro, en un video colgado en sus redes sociales, esgrimía sus razones de porqué quería celebrar su 30 cumpleaños y decía que él era un joven normal, como cualquiera. Eso sí, apegado a su patria. «Revolucionario». Ya esto último…, permítaseme ponerlo en dudas. En serias dudas.
Sandro Castro, nieto del fallecido líder cubano Fidel Castro, ha sido objeto de controversia en múltiples ocasiones debido a la ostentación de una vida de lujos que contrasta marcadamente con la realidad cotidiana de la mayoría de los cubanos.
A través de sus redes sociales, Sandro ha compartido imágenes y videos que evidencian su acceso a bienes y experiencias que están fuera del alcance de la mayoría de la población en la isla.
Por ejemplo, en marzo de 2021, se difundió un video en el que Sandro Castro conducía un Mercedes-Benz a alta velocidad por las calles de La Habana, mientras afirmaba: «Somos sencillos, pero de vez en cuando hay que sacar estos jugueticos que tenemos en casa». Por si fuera poco, no lo dijo «en cubano», sino con acento boricua.
Este incidente generó una ola de críticas, ya que la mayoría de los cubanos enfrentan dificultades para acceder a bienes básicos, y mucho menos a vehículos de lujo. Posteriormente, Sandro ofreció disculpas públicas, aunque muchos consideraron insuficiente su arrepentimiento; y fue tan viral el embrollo que hasta la propia Deutsche Welle se hizo eco del asunto.
Sandro, además, ha sido visto disfrutando de vacaciones en destinos exclusivos y participando en eventos de alto perfil. Por ejemplo, en abril de 2022, fue fotografiado en una lujosa hacienda conocida como «El Patrón», ubicada en las afueras de La Habana, junto a su pareja y amigos, disfrutando de comodidades que contrastan con las carencias que enfrenta la mayoría de la población cubana.
Han sido estas exhibiciones de opulencia, y no otras actitudes más normales como hacer la cola del pan, coger una guagua, etc., las que han suscitado indignación entre los cubanos durante años. Todos los «involucrados», cuestionan la procedencia de los recursos que permiten a Sandro llevar este estilo de vida. Por ejemplo, ¿fue al Servicio Militar? ¿De dónde sacó el dinero para poder ser el dueño de un bar en La Habana, como el Bar EFE? ¿Por qué se mantuvo oculto durante un tiempo como dueño?
La disparidad entre su vida y la de los ciudadanos comunes ha llevado a muchos a preguntarse si realmente puede considerarse a Sandro Castro un joven «normal» en el contexto cubano, tal y como él expresaba en su video. La respuesta parece ser negativa, ya que su acceso a privilegios y recursos está lejos de la realidad que enfrenta la mayoría de los jóvenes en Cuba.
Sandro Castro más bien, representa a una élite privilegiada que disfruta de beneficios inaccesibles para la mayoría de la población. En ese saco caen también las hijas de Raúl Castro y ahora, además, Manuel Anido Cuesta, el novio de Ana de Armas.
En todo caso, ¡nadie podrá negarlo!, habrá que hasta darle las gracias a Sandro por todo, porque a diferencia de los mencionados anteriormente, él destaca por su transparencia inusual dentro de la familia Castro.
A diferencia de esos otros miembros del clan, Sandro no oculta su estilo de vida de lujos. Con bar propio, autos de alta gama, novias atractivas y fiestas opulentas, expone en redes sociales la vida privilegiada que llevan los descendientes de la familia que controló Cuba durante décadas. Para Sandro, estas ostentaciones son normales, reflejando lo que aprendió en un entorno donde la comodidad y el lujo son la norma.
Las acciones de Sandro ofrecen una ventana al estilo de vida oculto de los Castro, quienes, mientras disfrutan de privilegios, mantienen a la mayoría de los cubanos en condiciones de carencia extrema.
Lejos de criticarlo, algunos argumentan que su exhibicionismo permite conocer más sobre la opulencia y los excesos de una élite que ha gobernado con mano de hierro. Aunque polémico, Sandro Castro, dice El Vigía de Cuba, revela las desigualdades de una familia que ha manejado el destino de Cuba por más de seis décadas.
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