En una Cuba que parece haber alcanzado un nuevo nivel de surrealismo, el cumpleaños de Sandro Castro, nieto del fallecido dictador Fidel Castro, se ha convertido en un espectáculo de lujo y polémica.
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En medio de apagones que superan las 15 horas y una crisis económica que deja al país tambaleándose, el evento promete ser “por todo lo alto”, con cócteles de bienvenida, vino espumoso y hasta tequila rosa para las primeras veinte mujeres que lleguen. Todo esto, claro, en el Bar EFE, propiedad del homenajeado.
El lujo de Sandro Castro y Carluchín Verde en tiempos de apagones
Mientras la mayoría de los cubanos se resignan a noches a oscuras y menús a base de creatividad, Sandro celebrará su día con electricidad garantizada y “artistas invitados sorpresa”. La Unión Eléctrica de Cuba ya ha advertido sobre un déficit posible de 1,366 MW para la fecha del evento en toda Cuba, pero ¿qué importan los apagones si hay tequila y Cristal para brindar? Como era de esperarse, la ostentación del nieto del hombre que predicaba austeridad ha provocado una ola de críticas en redes sociales.
El periodista Mario Pentón, radicado en Miami, no se quedó callado.
“Todo el que no tenga qué comer o luz, que vaya al bar de Sandro, que ahí hay de todo”, publicó en X, sumándose al coro de indignados que cuestionan la desconexión entre la élite y la realidad del pueblo.
Justo después del post publicado por Mario, nos llegó el ataque respuesta por parte del imberbe influencer conocido como Carluchín Verde, organizador del evento. El jovenzuelo, ajeno a miles de cosas, con una actitud de desconocimientos acorde con su edad, primero intentó desmentir a Mario, para luego, en otro post, con una calma casi insultante, le daba “Gracias por la promo», para reafirmar después: «La fiesta va por todo lo alto».
Como si eso no fuera suficiente, ahora nos llega otro video de parte del mismo Carluchín que, debido otra vez a la falta de organización y expresión en las ideas, se raya otra vez en el surrealismo. Tanto así que, tres personas cercanas a este redactor, todas con más de 30 años y vinculadas de algún modo a la comunicación, ya sea mediante las letras o las imágenes, creen que se trata de una jodededera por parte del organizador del fiestón por el cumpleaños de Sandro Castro.
Para afirmarlo, se refugian en algunas de las frases expresadas por Carluchín Verde; entre todas, esa de que el Bar EFE es “el lugar más humilde que puede haber en Cuba”. Todas aderezadas con un ron con cola y vasito plástico, presumiblemente según se ve en el video.
“No era mi intención ofender”
En medio de la polémica, Carluchín decidió grabar este video para aclarar las cosas.
Con un discurso que oscilaba entre la disculpa y la reafirmación, el organizador pidió perdón a quienes “se hayan sentido ofendidos o dañados” por la promoción del evento. Eso sí, no sin dejar claro que el Bar EFE es un espacio humilde y que el evento no busca “dañar al pueblo”.
En cierta medida tiene razón Carluchín, si lo miramos desde su punto de vista. Él compara el BAR EFE con otros bares muchísimos más caros y exclusivos – en divisa fuerte todos – que tiene Cuba que él visita continuamente, y por eso se aferra a que EFE es la humildad personificada.
Para un joven que no conoce el Bar de la Esquina de Toyo, que siempre se ha movido – dado su pedigree familiar – en círculos donde impera y campea la llamada moneda fuerte, es lógico que piense que EFE, donde acuden en masa los muchachitos de toda La Habana, sea un lugar humilde.
Por su cabeza no pasa una idea coherente de intentar entender las molestias de los adultos más pensantes que, justificadamente se preguntan antes que todo: ¿de dónde sacó el dinero Sandro Castro para tener un Bar? Luego, tampoco se le puede pedir mucho a Carluchín para que relacione, con ese malestar, de quién es nieto Sandro y qué quiso e hizo su abuelo en cuanto a propiedades privadas; fiestas del tipo que él planea organizar, etc. Para Carluchín, Sandro es otro farandulero cubano más y ya, pero no; para millones de cubanos es y seguirá siendo el nieto de Fidel Castro. Y ya esa carga, es demasiado para que Carluchín la entienda.
Por si fuera poco y por si quedaban dudas de sus lealtades, Carluchín cerró con un efusivo “¡Viva Canel, viva la Revolución, viva Cuba!”, que a muchos les suena más aún a jodedera, pero crean que no. En la mente de Carluchín no existe el modo en ofrendarse a la sátira y el sarcasmo. Sus «Vivas» son un salvoconducto al que apelan miles de cubanos que, cuando quieren decir algo, para no buscarse problemas y para buscar protección dicen primero que todo «Yo soy Revolucionario».
Peor aún es su frase de que «apoya al pueblo”, porque claro, nadie apoya al pueblo y da, en este momento «histórico», una fiesta privada con cócteles exclusivos y shots de tequila rosa en un país donde las hornillas eléctricas se han convertido en objetos de museo por la falta de corriente. Los «mortales», como Liuba María Hevia, por ejemplo, ofrecen disculpas y cancelan eventos.
Pero, ¿se puede comparar la entereza y lucidez que los años dan a artistas como Liuba María, con la irreverencia juvenil de un niñato pijo amante del pan y del circo? ¡Imposible!
La ironía del silencio oficial. El cumpleaños del pueblo… o de la élite
Lo que más ha irritado a los cubanos no es solo la ostentación de Sandro, sino el silencio ensordecedor de los medios oficialistas.
Este contraste ha provocado respuestas mordaces en redes sociales. “Espero que le dediquen un espacio en Con Filo y en la Mesa Redonda, como hicieron con el hijo de Boluarte”, ironizó una usuaria. Otro comentario, más visceral, resumió el sentir general: “Descarados y poca vergüenza. Mientras los cubanos tenemos muchas necesidades, vienen a hablar del cumpleaños de este descarado”.
El propio Sandro se hizo eco del engorroso asunto.
En un video publicado en su cuenta de Instagram, Sandro quiso «aclarar» varias cosas. Una, fundamental, es el reconocimiento de que el Bar EFE es de su propiedad, aunque no explicó cómo se hizo de él.
Luego confirmó que «están todos invitados», y dijo que hizo el video porque había visto «una tendencia en las redes», hecha en parte por «muchas personas con falsedades, con difamaciones, con cizañas, sobre todo algunos youtubers, algunos voceros de Estados Unidos y etcétera.»
Sandró habló para los «confundidos» y dijo que es lícito celebrar su cumpleaños «como un joven cubano revolucionario con todo mi derecho en mi lugar, en mi negocio, en el cual todo está en el margen de la legalidad siempre».
Dijo que «habrá un ambiente sano» y que siempre que tengan capacidad, darán «servicio y una calidez de bienvenida.»
Añadió que su interés, al hacer el video, «no es responderle ni mucho menos darle protagonismo a esta gente que crean tanto odio y tanta cizaña».
«(…) lo que tenemos es que estar unidos todos en estos momentos de dificultades, lo que quiero es como aclararle a la gente que se puedan sentir confundidos que estoy haciendo mi cumpleaños, como un derecho de un joven normal común y corriente o de todas las personas que quieran celebrar su cumpleaños. «
Y remató afirmando:
«Estoy siempre con mi país, con mi patria y bueno todos los que quieran asistir pues ya saben están invitados mientras tengamos capacidad», al tiempo que se despedía con un fuerte abrazo y saludos.
La realidad es que la celebración de Sandro Castro se ha convertido en una metáfora del abismo que separa a la élite cubana del resto de la población. Mientras el pueblo enfrenta apagones, apagones y más apagones, los nietos del poder disfrutan de una vida que sería inimaginable para el cubano promedio.
Pero no se preocupen, que Carluchín ya pidió perdón. Eso sí, la fiesta “va o va”, como iban y nunca fueron los Diez Millones de toneladas de azúcar prometidas en el año 1970 por el abuelo de Sandro Castro; porque si algo ha quedado claro para el organizador de la fiesta, y de las promotoras del feiestuki, como Mandin Mandin, es que hay que asegurarse de que el tequila rosa no falte en el cumpleaños de Sandro.
En una isla donde “resistencia creativa” se ha convertido en el mantra oficial para justificar la escasez, el cumpleaños de Sandro Castro no es solo un evento, sino un recordatorio amargo de quiénes realmente están “resistiendo”.
Mientras tanto, el pueblo cubano seguirá en la penumbra, viendo cómo los buchitos de luz que quedan iluminan solo a unos pocos privilegiados. Porque en Cuba, como en la fiesta de Sandro, parece que solo hay lugar para la “gente bonita”.