El pollo, un alimento básico en muchas cocinas alrededor del mundo, ha pasado de ser un producto accesible y rutinario a convertirse en un bien preciado, racionado, y a menudo robado, tanto en Cuba como en Miami.
En ambas «ciudades», la historia del pollo refleja profundas realidades económicas y sociales, que van desde la escasez y el racionamiento, hasta robos a gran escala que involucran operaciones criminales sofisticadas.
Esta dualidad en torno a un alimento básico ilustra no solo la precariedad de los sistemas de distribución, sino también las formas en que la población, desesperada por acceder a este producto, se adapta a las circunstancias y como incluso hasta «exporta» los traumas por un alimento que en Cuba, se cotiza como pepita de oro.
La odisea del pollo en Cuba: racionado y escaso
En Cuba, la llegada de un barco con suministros de pollo al puerto de Santiago de Cuba ha sido motivo de aliento para los residentes.
Sin embargo, la distribución ha sido limitada y marcada por el racionamiento. Cada ciudadano solo puede acceder a 345 gramos de pollo, un alivio para una población que ha estado sufriendo una escasez prolongada de alimentos.
Así se informó en un programa de televisión especial.
La cara de la primera secretaria del Partido Comunista en Santiago y miembro del Consejo de Estado, Beatriz Johnson Urrutia, no podía ser más elocuente. La cara y el gesto de la traductora de señas para sordos e hipoacústicos, es otro poema. Tal parece decir: «Uno solo, uno solo es el que te toca». Y gritado.
Mientras miraba al resto de los panelistas hablar sobre la situación, el rostro de Johnson Urrutia le recordó a muchos la mirada y halón de orejas que le dio esta fiel defensora del castrismo a otra funcionaria hace cuestión de dos años, cuando esta última, al hablar sobre la escasez de la harina para producir pan, dijo algo que a la Johnson no le gustó.
«¿Tú estás loca? ¿Cómo tú vas a decir eso?,» se le escuchó entonces a «la Johnson», lección que parece haber sido aprendida. O esta vez ya ella asumió que hay que decir la verdad; o quienes hablaron lo hicieron dentro de los cánones de la censura impuestos por la funcionaria partidista, muy famosa a nivel nacional por treparse a las placas de las viviendas para hablarle al pueblo.
Situación en La Habana con el pollo.
En La Habana, la situación no es menos complicada.
Según revela el portal 14ymedio, en la carnicería El Sagrado Corazón de Jesús, en la barriada de Luyanó, la noticia de la llegada del pollo generó largas filas desde las primeras horas del día.
Después de meses sin recibir su ración de pollo, los vecinos no pudieron resistirse a la posibilidad de hacer una sopa o freír unos muslos, a pesar de que la porción apenas alcanzaba para alimentar a una familia.
Rosario, una residente de Luyanó, explicó que el racionamiento en la isla ha alcanzado niveles críticos.
“Hace muchísimo tiempo que aquí solo llegaba el pollo para los ancianos y niños. Ahora, por fin, llegó para las embarazadas y el resto de la población, pero dicen que es el de octubre. El de los meses pasados, mejor ni esperar por él”, dijo, resignada.
Las autoridades han insistido en que este suministro, aunque limitado, forma parte de la cuota correspondiente al mes de octubre, pero la población sigue con incertidumbre sobre cuándo será la próxima entrega.
El racionamiento no es una novedad en Cuba, pero el deterioro en las importaciones ha hecho que productos como el pollo sean prácticamente inexistentes en muchas zonas del país.
De hecho, los datos más recientes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos indican que las exportaciones de pollo hacia Cuba disminuyeron significativamente entre enero y julio de 2024, lo que agravó aún más la crisis alimentaria en la isla.
La escasez ha provocado que muchas familias dependan de la compra de pollo “por la izquierda”, es decir, en el mercado negro. “El pollo racionado no alcanza para nada”, afirmó Rosario, quien añadió que a menudo tiene que recurrir a este mercado informal para comprar la carne que necesita.
Robos y colas: el caos por el pollo en Santiago de Cuba
El fenómeno del racionamiento y la escasez ha llegado a su punto más crítico en Santiago de Cuba, donde las imágenes de enormes colas para comprar pollo se han vuelto comunes.
Este martes, cientos de santiagueros se congregaron en diversos puntos de la ciudad, formando largas filas bajo el sol, con la esperanza de obtener una pequeña cantidad de pollo. Las escenas, documentadas por el periodista Yosmany Mayeta, muestran a una población desesperada, obligada a soportar horas de espera para conseguir un alimento básico que, en años anteriores, era mucho más accesible.
El Gobierno cubano, consciente del impacto que está teniendo la escasez en la población, ha tratado de cubrir al menos las necesidades básicas de ciertos grupos vulnerables.
En Santiago de Cuba, por ejemplo, «se ha garantizado» la distribución de dos libras adicionales de pollo a mujeres embarazadas, como parte de las dietas médicas, y «se ha asegurado» la entrega de dietas especiales para niños con enfermedades crónicas. A pesar de estos esfuerzos, la escasez persiste, y la incertidumbre sobre futuras entregas de alimentos no hace más que aumentar el descontento en la población.
El racionamiento del pollo en Cuba es solo un reflejo de la grave crisis económica que atraviesa el país. Desde la caída de las importaciones y las dificultades logísticas hasta la incapacidad de mantener un flujo constante de productos en el mercado normado, la situación ha empujado a los cubanos a buscar alternativas fuera del sistema estatal, ya sea mediante la compra en mercados en divisas o a través del mercado negro.
El robo de pollo en Miami: cuando la desesperación cruza fronteras
En Miami, la historia del pollo toma un giro completamente distinto, aunque igualmente dramático. Mientras en Cuba el problema se centra en la escasez y el racionamiento, en Miami el pollo se ha convertido en objeto de robo a gran escala.
Jorge Lyen Blanco-Díaz, un cubano de 38 años, fue detenido recientemente en Miami-Dade por su presunta participación en el robo de un camión de pollo congelado valorado en 100,000 dólares.
Este arresto se suma al de Raúl Bello, otro cubano involucrado en el mismo delito. Ambos fueron acusados de robo de carga a gran escala, entre otros cargos.
El robo, que ocurrió en la madrugada del 15 de septiembre, involucró el robo de un camión de carga y un semirremolque que contenía pollo congelado. Las autoridades rastrearon el vehículo y lo encontraron en la Interestatal 95, en dirección norte, seguido por un Nissan blanco.
La investigación reveló comunicaciones entre Blanco-Díaz y Bello, lo que llevó a su arresto. Ambos hombres son parte de una red criminal especializada en el robo y reventa de mercancías robadas, conocida como «MTO», que ha estado detrás de varios robos de carga en la zona.
El caso de Blanco-Díaz y Bello pone de manifiesto cómo la desesperación por acceder a productos básicos, como el pollo, puede llevar a actividades delictivas incluso en ciudades donde la disponibilidad de alimentos es mayor que en lugares como Cuba.
Sin embargo, este no es el único caso de robo de alimentos en Miami; la ciudad ha visto un aumento en los robos de productos cárnicos y otros alimentos de alto valor en los últimos años.
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Dos realidades, un mismo producto
Tanto en Cuba como en Miami, el pollo ha dejado de ser simplemente un alimento para convertirse en un símbolo de las tensiones económicas y sociales que enfrentan ambos lugares.
En Cuba, la población lucha por acceder a una porción limitada de pollo racionado, haciendo largas filas y recurriendo al mercado negro cuando es necesario. En Miami, el robo de camiones de pollo congelado refleja una realidad diferente, en la que el acceso a bienes, aunque más fácil que en Cuba, sigue siendo un problema para ciertos sectores de la población.
En ambos casos, el pollo es mucho más que un alimento: es una mercancía preciada, una fuente de tensiones y, en última instancia, una ventana a las dificultades económicas que afectan tanto a los cubanos en la isla como a aquellos que viven en el exilio. Lo que queda claro es que, ya sea escaso, racionado, con cola o robado, el pollo sigue siendo noticia.