La inclusión de Cuba en la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo del Departamento de Estado de los Estados Unidos podría convertirse nuevamente en una realidad si Donald Trump regresa a la Casa Blanca en 2025, una promesa que ha reiterado en múltiples discursos.
Trump ha sido claro: bajo su administración, Cuba no solo regresaría a la lista, sino que esto sucedería «de inmediato». Sin embargo, ¿es realmente tan sencillo? ¿Qué implicaría este movimiento en términos legales y políticos, especialmente con figuras clave como Marco Rubio potencialmente al mando de la diplomacia estadounidense?
¿Puede Trump hacerlo «de inmediato» con una orden ejecutiva?
La afirmación de Trump de que reincorporaría a Cuba «de inmediato» ha levantado dudas sobre si es viable hacerlo mediante una orden ejecutiva, un recurso que ha utilizado con frecuencia en su carrera presidencial. Aunque las órdenes ejecutivas permiten agilizar ciertas decisiones, incluir a un país en la lista de patrocinadores del terrorismo requiere seguir un proceso específico bajo la Ley de Administración de Exportaciones de 1979, la Ley de Control de Exportaciones de Armas y otras normativas relacionadas.
En esencia, no basta con una simple firma presidencial. El Departamento de Estado debe presentar pruebas concluyentes de que el país ha brindado apoyo repetido a actos de terrorismo internacional. Este proceso incluye:
- La recopilación de evidencia sólida.
- La consulta con otras agencias clave, como el Departamento de Defensa y la CIA.
- Una notificación obligatoria al Congreso con un período de revisión de 45 días.
Aunque la influencia del Presidente podría acelerar las consultas internas y el respaldo político, ignorar estas normativas sería altamente controversial y probablemente enfrentaría desafíos legales y diplomáticos.
Marco Rubio: el posible catalizador en el Departamento de Estado
El papel de Marco Rubio como posible Secretario de Estado en una administración de Trump añade una capa de pragmatismo y estrategia política a este escenario. Rubio, conocido por su postura dura contra el régimen cubano, ha sido un defensor activo de la inclusión de Cuba en la lista y un crítico feroz de cualquier política que suavice las sanciones hacia la isla.
Rubio podría desempeñar un papel clave al garantizar que las pruebas requeridas para justificar la inclusión se recopilen y presenten rápidamente, posiblemente basándose en denuncias relacionadas con:
- Refugio a grupos terroristas: Señalamientos de que Cuba sigue proporcionando santuario a líderes de organizaciones como el ELN colombiano.
- Vínculos con Irán y Corea del Norte: Aspectos de cooperación internacional que han sido criticados como alianzas preocupantes.
Con un secretario tan alineado con la visión de Trump, es probable que los procedimientos internos se aceleren al máximo. Además, Rubio tendría la capacidad de utilizar su influencia en el Congreso para garantizar que el período de revisión de 45 días sea poco más que una formalidad.
¿Cuánto tiempo tomaría el proceso completo?
Incluso con un equipo alineado, como Trump en la presidencia y Rubio en el Departamento de Estado, el proceso no puede esquivar por completo los requisitos legales establecidos. Sin embargo, ciertos pasos podrían agilizarse:
- Evaluación de pruebas existentes: Si el gobierno de Trump decide reutilizar información recopilada durante su administración previa, el proceso de recopilación de pruebas podría tomar apenas semanas.
- Consultas internas aceleradas: Con un Secretario de Estado como Rubio, estas podrían resolverse en un plazo muy corto.
- Notificación al Congreso: Aquí es donde los tiempos son más rígidos, dado el período de revisión de 45 días.
En el mejor de los casos para una administración Trump-Rubio, la reincorporación de Cuba a la lista podría ocurrir en un lapso de tres a cuatro meses tras la toma de posesión, siempre y cuando exista una justificación adecuada que resista el escrutinio interno y externo.
El impacto político y simbólico
Más allá de los tiempos técnicos, la reincorporación de Cuba a la lista sería un fuerte mensaje político tanto para el régimen cubano como para los votantes en el sur de la Florida, donde reside una comunidad cubanoamericana que ha respaldado históricamente estas medidas. La combinación de Trump y Rubio en este esfuerzo probablemente buscaría reforzar su imagen como líderes decididos a enfrentar al régimen cubano, sin importar las críticas internacionales que puedan surgir.
Sin embargo, este movimiento también podría complicar las relaciones de Estados Unidos con países aliados en la región y reavivar el debate sobre la efectividad de estas medidas para promover un cambio en Cuba.
Con Trump a la cabeza y un posible Rubio al mando de la diplomacia estadounidense, el retorno de Cuba a la Lista de Países Patrocinadores del Terrorismo parece más que probable. No obstante, incluso en un escenario donde la urgencia política sea prioritaria, el tiempo requerido dependerá de un equilibrio entre los procedimientos legales, la presión política y la capacidad de justificar esta controvertida decisión ante la comunidad internacional.
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