Desde el sustrato más humilde hasta las cifras que parecen sacadas de una película de Hollywood, Los Ángeles, los robos narran historias de desesperación, avaricia y oportunismo. E incluso audacia.
Y si bien la ciudad de Miami y el estado de la Florida son conocidos por lugares donde ocurren más que todo los fraudes al seguro, en los últimos tiempos se ha vivido una especie de pandemia de robos de catalíticos de autos, hasta autos de lujo propiamente dicho.
Los hay quienes aprovechan la vulnerabilidad y confianza de las víctimas para robarle hasta el último centavo; algunos de ellos cuidadores de ancianos. Y hay quien ni siquiera cree en su propia madre, como es el caso de este cubano que le robó a su propia progenitora 50 mil dólares en apenas unos meses, dejándola sin un centavo en el banco siquiera para poder pagar su renta.
Tal es el caso de Manuel Díaz Hernández, de 72 años, quien ha sido acusado de explotar y robarle 50 mil dólares a su propia madre, una vulnerable anciana de 95 años.
La fiscalía estatal del condado lideró la investigación que culminó con su arresto, enfrentándose a cargos graves que pintan un cuadro de avaricia y explotación familiar.
Y si a Ud. 50 mil dólares le parece mucho, y para esta anciana fue demasiado, pues este robo se podría considerar como una «calderilla», al lado del cometido en el Domingo de Pascua en la ciudad de Los Ángeles, donde unos ladrones se robaron… ¡30 millones de dólares!
Los Ángeles: escenario de un robo monumental.
Delincuentes aún prófugos de la justicia y no identificados, se llevaron ¡30 millones de dólares en efectivo! de una instalación de almacenamiento de dinero en Sylmar, según señala el Daily Loud.
El robo, ocurrido durante el Domingo de Pascua, está siendo calificado como uno de los más grandes en la historia de la ciudad, superando cualquier hurto previo de vehículos blindados registrado en Los Ángeles.
La operación, llevada a cabo con una precisión que desafía la lógica, pone de relieve el nivel de planificación y riesgo que algunos están dispuestos a asumir por una recompensa exorbitante.
Estos dos incidentes, aunque marcadamente diferentes en contexto y magnitud, ilustran un espectro amplio de lo que las personas están dispuestas a hacer por obtener lo que necesitan o desean.
Desde el acto impulsado por la necesidad de – digamos, tener un poco de dinero para gastar en un Casino – hasta el atraco cuidadosamente orquestado por una fortuna, cada robo cuenta una historia única de aspiraciones humanas, sin importar cuán trágicas o desmedidas sean estas.
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