Pasada cierta edad, mantener la potencia sexual se convierte en una preocupación recurrente para los hombres en cualquier rincón del planeta, y los cubanos no pueden ser menos, más cuando cargan el peso de una fama de fogosidad y desempeño impecable.
Hay una fama de fogosos, creativos y profundos en materia de colchón que los cubanos defienden como si el honor patrio estuviera en juego en cada lance sexual. A veces basta la pasión para irrigar con ganas los cuerpos cavernosos, pero otras veces una ayudita extra no está mal.
Mucho antes de que la “pastillita azul”, llámese Viagra o Sildenafil, viniera al rescate de los miembros en decadencia, ya los cubanos recargaban las pilas con un afrodisiaco natural que, si bien ha caído en desuso o lo han diluido en agua y hielo, todavía puede levantar un muerto: el guarapo…
El refrescante y dulce jugo de la caña de azúcar, exprimido en trapiches artesanales y servido en vasos y jarras de todo tamaño, no solamente ayuda a refrescar el calor o bajar la presión; se dice que un par de vasos, bebidos a “cuncún”, constituyen una eficaz inyección energética.
Los cubanos tenemos al guarapo en un templo elevado del corazón y la nostalgia. Si bien su consumo es habitual en casi cualquier país donde existan cañaverales, en la isla eran habituales las guaraperas incluso en el corazón de La Habana, no hablemos ya de los bateyes y pueblos de campo.
Una vieja tonada afirmaba “si tomas guarapo por la ‘madrugá’, lo bueno se queda y lo malo se va”, y uno termina por preguntarse… ¿sería un guiño a sus efectos en la virilidad?
Bebida rica en proteínas, fuente de glucosa que ayuda a la digestión e hidrata el cuerpo, el guarapo tiene múltiples y probadas bondades para la salud, pero no existe un estudio riguroso que lo confirme como un antídoto contra la flaccidez de un miembro apático y apenado…
De hecho, algunos científicos que, si acaso, el guarapo tendría un efecto placebo en quienes creen con fervor en sus virtudes y “milagros”. Es más, hay quien acaba adormecido luego de bajarse con gusto un par de jarras de guarapo a punto de mediodía, vencido por el sueño post-pandrial.
Más allá de verificar si el guarapo es un afrodisiaco o no, lo importante es disfrutarlo y mantener viva la tradición de su consumo, y darle luego el uso que a uno le haga feliz. Y si le despierta ciertas ganas, atribúyaselas a lo que sea, pero gócelas…
