Díaz-Canel puede vestir la bandera cubana y Otero Alcántara no puede taparse con ella ni utilizarla como toalla. Aunque no existe ninguna ley especial que autorice al presidente a usar el símbolo de las maneras que entienda conveniente, y prohíba al resto de la ciudadanía a hacerlo
Una vez más, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez “vistió” la bandera cubana, esta vez en forma de bufanda conmemorativa, donde compartió la tela con la insignia nacional de Nicaragua, rematadas ambas puntas en borlas doradas, al estilo de las charreteras militares del siglo XIX.
Así aparece en una foto tomada por el fotógrafo Alejandro Ascuy para el oficial diario Granma, órgano del Partido Comunista de Cuba, durante la quinta toma de posesión de Daniel Ortega como presidente de la nación centroamericana; cuarta consecutiva, y segunda consecutiva con su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta. Sobrepasa la veintena de años en el poder el líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
En la foto, también se aprecia que Díaz-Canel vuelve a usar una pañoleta, esta vez con el rojinegro y la insignia del FSLN, muy semejante al distintivo del Movimiento 26 de Julio. Apenas un mes atrás se anudó otra pañoleta, completamente roja, como señal de aprobación del rápidamente organizado grupo de los Pañuelos Rojos. Aunque son demasiadas décadas de “pioneros por el comunismo seremos como el Che”, para no identificar de inmediato estos “pañuelos” con la tradicional pañoleta roja de los pioneros cubanos que cursan el de 5to. y el 6to. grados en las escuelas cubanas.
Bufanda y pañoleta juntas, Díaz-Canel (o sus asesores de imagen, en caso de tenerlos) buscó transmitir un aspecto festivamente abigarrado, para subrayar la alegría “espontánea” y el entusiasmo fervoroso que le exige el protocolo cuando se encuentra en una “tierra hermana” (tales fueron sus palabras) como la que visita.
Igual que el abrazo enfático que se dio con Ortega. Un abrazo de visado libre para cubanos, un abrazo de pasajes Habana-Managua a 3000.00 MLC, un abrazo de cientos de presos políticos.
La bufanda empalma las banderas, según una muy común simbología, mayormente usada entre los países de izquierda, que manifiestan sus solidaridades en carteles propagandísticos donde se mezclan sus telas nacionales de muy diversas maneras, según la creatividad (permitida) del diseñador de turno.
Desde los inicios de su mandato, Díaz-Canel ha vestido ya la bandera en pulóveres, gorras y nasobucos con logotipos que parten de simples manipulaciones de esta. Ahora varía hacia la bufanda. ¿Hasta dónde flexibiliza el mandatario el Articulo 12 de la Ley de símbolos nacionales de la República de Cuba, que establece que la enseña debe usarse “con el mayor respeto y cuidado, ocupando siempre un lugar visible, preeminente y de máximo honor”?
¿Sugiere Díaz-Canel o sus posibles asesores de imagen que su cuerpo y su cuello son lugares de “máximo honor” donde colocar la bandera? ¿Y entonces el cuerpo de Luis Manuel Otero Alcántara resulta a su vez una superficie deshonorable, mezquina, por lo que su performance “Drapeau” merece el castigo basado en esa misma ley? ¿Es suficientemente honorable el cuerpo de Hayla cuando vistió en sus conciertos el clásico y extrovertido vestido de la bandera, imitando a su ídolo (secreto o confeso) Celia Cruz? ¿La bandera es solo de los “revolucionarios” también?
Díaz-Canel puede vestir la bandera y Otero Alcántara no puede taparse con ella ni utilizarla como toalla. Aunque no existe ninguna ley especial que autorice al presidente a usar el símbolo de las maneras que entienda conveniente, y prohíba al resto de la ciudadanía a hacerlo. Solo parece autorizarlo su posición de poder, la autoridad que le confieren las instituciones que lo situaron en el cargo. La bandera como propiedad privada de un grupo privilegiado.
