La destitución del director de la revista Alma Mater, Armando Franco, por orden del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), ha provocado la renuncia de varios profesionales de ese medio y el rechazo de parte del gremio periodístico en la isla.
La noticia, que fue difundida por la propia Alma Mater este martes a través de su página de Facebook, suscitó miles de reacciones y comentarios de lectores, periodistas y amigos de Franco contra lo que consideran un castigo por salirse de la línea propagandística del periodismo oficial.
“Perdió la verdad, ganó la hipocresía y la subordinación que es lo que les gusta a ustedes. Hasta cuándo…”, se pregunta uno de los internautas en la propia red social, al tiempo que catalogó la revista como “uno de los pocos espacios donde se resaltaba lo bueno pero también las cosas mal hechas con una visión juvenil y atractiva”.
Entrevistado por el medio independiente Diario de Cuba, el joven periodista se limitó a decir que la decisión de separarlo del cargo era de la UJC y que no consideraba apelar.
“Fuera de eso, no tengo mucho más que hablar. Entenderás que está el calor del momento y hay un proceso abierto en torno a eso. Estamos en la entrega y tal, en este momento no puedo decirte nada más», añadió Franco, quien ha recibido innumerables gestos de solidaridad por parte de sus colegas.
Otros internautas, aunque molestos, juzgaron que ese tipo de procedimientos es normal en los medios estatales cubanos, regidos por una línea editorial partidista enfocada a resaltar sólo los “logros” del gobierno, obviar sus horrores y atacar a todo lo que huela a crítica venga de donde venga.
“Solo resta ser coherentes y no volver a hacer alarde de una autonomía que no existe. No disfracen con eufemismos el hecho de que son un satélite del satélite del PCC. Reconozcan sus límites y pregúntense si Mella los hubiera aceptado”, opinó uno esos usuarios de la red social.
Por su parte, el destacado periodista Joaquín Borges Triana escribió que en sus 36 años como profesional del periodismo en Cuba ha sido testigo “una y otra vez” de historias similares.
“Supongamos que sí, que Armandito se equivocó en algo y por esos errores hay que liberarlo. En tal caso, ello corrobora que en el ejercicio del periodismo en una sociedad como la cubana no hay margen para el error. Un médico puede equivocarse y por su culpa morir alguien, pero puede que ello no trascienda. En el Periodismo no pasa así. A ese supuesto hay que añadir que el gran enemigo de un proyecto como el que se intenta edificar en este país no es el bloqueo ni el capitalismo, sino la propia realidad», añadió.
