Una franquicia de La Suiza Bakery, ubicada en la 8 calle del SW y la 85 avenida de Miami, ha sido escenario de una historia tan común como absurda: el clásico encontronazo por dos billetes de $100 que presuntamente eran falsos. Lo que debió resolverse en cuestión de segundos, delante de la clienta, acabó desatando un circo de opiniones, acusaciones, dos videos, denuncias en la policía, reseñas negativas en Google y Yelp, y hasta una entrevista del humorista cubano Andy Vázquez en modo CSI.
La escena que dio origen a todo ocurrió más o menos así: la clienta entrega en el Bakery un billete de $100 dólares para pagar algo. La empleada o cajera, algo desconfiada, lo mira, y le pregunta a la mujer si tiene otro billete. Esta le da otro billete, también de $100 dólares, que también a los ojos de la empleada resultan sospechosos.
La cajera se aparta de la vista de la cliente, entra en la parte posterior del negocio y le lleva los dos billetes al dueño, más experimentado dólares en mano, quien también sospecha de que ambos son falsos. O que al menos lo parecen. La cajera regresa, le devuelve los billetes a la mujer y esta se marcha, ni siquiera molesta, no sin antes hablar con el dueño del establecimiento, quien, en lugar de retener los billetes y llamar a la policía, le hizo el tremendísimo favor de devolverle los presuntos billetes falsos y aconsejarle que fuera al banco donde dice ella que se los dieron.
Y aquí comienza el via crucis. La mujer luego de irse, le surge la sospecha de que le cambiaron los billetes. Sin embargo, en lugar de regresar al negocio y aclarar el entuerto; en lugar de considerar el tremendísimo salve que le tiró el dueño del negocio al no llaamr a la policía, prefiere primero lanzar un comentario negativo en Google y otro en Yelp a La Suiza Bakery. Luego sube un video a las redes que se vuelve «viral», donde anuncia «la estafa», y donde señala que además de los reviews negativos que les puso al negocio, también denunció el hecho ante la policía (hasta la fecha ni rastro de que esa denuncia haya prosperado. Según el dueño del local, la policía ni siquiera ha ido a verlo.)
En su defensa, el dueño del local, Dairon, ofreció pruebas en video que – más allá de las pausas en las imágenes tomadas por las cámaras de seguridad – parecen reafirmar su tesis de que no se cambiaron los billetes.
Dairon ofreció sus aclaraciones en una extensa entrevista con Vázquez, donde asegura que nunca hubo intercambio dudoso, que se devolvieron los mismos billetes y que la clienta salió tranquila. El dueño también enfatizó que el negocio está abierto a cualquier revisión policial y que no tiene nada que ocultar.
Pero más allá del problema mediático que esto encierra, lo realmente alarmante es lo que nadie menciona en todo este embrollo billeteril: ¿Cómo es que la cajera, en vez de verificar los billetes in situ, delante de la señora, se va de su vista, propiciándole así la suspacia a la cliente de que le cambiaron los billetes? ¿Cómo es que la cliente deja que alguien se vaya de su vista con los billetes en la mano?
Aquí se podrá argumentar que nadie sospecharía de que en un negocio respetable le hagan a uno un cambiazo de este tipo, pero el sentido común no hay que adquirirlo en Target. Ni la cajera tenía que haberse ido de la vista de la cliente con el dinero en sus manos, ni esta permitirlo. Bastaba por parte de esta última una sugerencia: «Chequéamelos aquí mismo, mami».
Y sí, es responsabilidad del negocio, no de la cliente, contar con un simple bolígrafo detector, de esos que cuestan menos de $10 en Amazon, ahí en la caja.
Y aquí nos surge otra pregunta: ¿cómo es posible que un establecimiento comercial en 2025 no tenga una herramienta básica para detectar billetes falsos? ¿Ni una simple lámpara UV? ¿Ni el bolígrafo mágico que toda gasolinera y farmacia tiene desde tiempos ya casi prehistóricos? ¿Por qué someterse a esta descalificación en plataformas tan importantes como Google o Yelp?
Probablemente La Suiza Bakery pierda más que esos $200 dólares con al menos un par de clientes que hayan visto los reviews porque, seamos sinceros, en esta época de la digitalización de opiniones en la web, un simple review negativo pesa más que la roca que Sísifo tenía que empujar, cuesta arriba, en la montaña; aunque también pudiera ser un arma de doble filo, y despertar solidaridad y que le caigan más clientes que nunca.
En todo caso, no hay que ser Sherlock Holmes para imaginar que, si en vez de llevarse los billetes a la trastienda, se hubiera hecho la verificación delante de la clienta, todo este embrollo se habría evitado. Sin videos. Sin dramas. Sin teorías conspirativas. Sin reseñas de una estrella.
Este caso no es sobre quién tenía razón. Es sobre cómo en pleno siglo XXI y en una ciudad como Miami, un negocio rentable puede meterse en una novela por no tener lo básico. A veces, el problema no son los billetes falsos. Es la falta de sentido común. Porque como bien dirían por ahí: puede escasear el dinero… pero el sentido común, a veces, escasea más.
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