Cubanos continúan quejándose en la prensa oficialista. La ESEN les responde a unos, pero a Otto Ortiz aún

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El espacio “Acuse de recibo” de Juventud Rebelde sigue siendo uno de los pocos reductos donde los cubanos pueden hacer catarsis pública sobre los entuertos, abandonos e incongruencias del aparato estatal. Desde viviendas derrumbadas que jamás se reconstruyen, hasta seguros que se niegan a renovarse, como lo sucedido con Otto Ortiz hace años, los relatos se amontonan como papeles en un buró ministerial… y no siempre reciben respuesta.

Uno de los casos recientes es el de Fernando González Guerrero, operario de la subestación de trasmisión de la central termoeléctrica Antonio Maceo, en Santiago de Cuba. En febrero, denunció que su colectivo no recibe los módulos de alimentos y aseo que sí disfrutan los trabajadores de la termoeléctrica. Según relató, se sintieron relegados incluso durante un fin de año laborioso, y apenas lograron repartir unas cuantas maquinitas de afeitar, tres latas de leche condensada y 3 500 pesos por trabajador. Mientras tanto, los compañeros de la termoeléctrica recibieron 10 000 pesos. La queja apuntaba a una injusticia dentro del mismo sistema, a una división entre trabajadores que comparten transporte, comedor y jornada, pero no beneficios.

La respuesta oficial, como suele suceder, llegó con lenguaje técnico y referencias al Plan de Gobierno, al Primer Ministro y al año 2023. Se limitaron a explicar que los módulos están destinados a cargos «directamente vinculados con la operación del SEN», y que en la UEB de Fernando se han vendido algunos productos, aunque sin aclarar por qué no se incluye a su colectivo de manera sistemática.

Otro caso fue el de Cancio Alberto Ramos Osorio, jubilado en 2013 tras 43 años de servicio, quien volvió a trabajar durante diez años más y, al retirarse por segunda vez, vio cómo su pensión fue “aumentada” un mes y luego reducida drásticamente al siguiente. Pese a haber cumplido con todos los procedimientos, su pensión final cayó a 3 483 pesos, y desde el Instituto Nacional de Seguridad Social no ha recibido una explicación satisfactoria. Cancio está, literalmente, “en desacuerdo y confundido”.

Más al este, en Baracoa, Carmelina Pérez Eugenis revive un drama que comenzó en 2016 con el huracán Matthew. Su casa se vino abajo y desde entonces ha vivido en una “facilidad temporal” de cartón y tejas negras, mientras las promesas gubernamentales se desvanecen una tras otra como las listas que hace Vivienda. En 2024, el huracán Oscar la dejó sin ese refugio precario. Han pasado nueve años, dos ciclones y varias cartas a instancias nacionales, y aún no hay señal de que le construirán una vivienda digna.

En el Cerro habanero, Ignacio Pino Ravelo y más de 30 familias del edificio Doce Plantas Granma 1 llevan meses –algunos más de siete– sin servicio telefónico. Denuncian que ETECSA no solo no repara los teléfonos, sino que sigue cobrando el servicio de Nauta Hogar. Las reparaciones son parciales, los números se cruzan, los timbres no suenan y las oficinas comerciales repiten lo de siempre: “vuelva más tarde”, “quizá en seis días… o seis meses”.

En Lawton, Charles Brown Batista cuenta que 16 familias llevan casi 20 años esperando por viviendas en un local que les fue asignado con todos los papeles en regla. Después de años de idas y venidas, visitas al Partido, técnicos que van y no vuelven, y funcionarios que cambian de puesto como si jugaran a las sillas musicales, la obra sigue sin concluir. El tornado que azotó La Habana en 2019 sirvió como excusa para que la brigada que apenas empezaba se fuera, y nunca regresara. Desde entonces, la única constante han sido las promesas rotas.

A este mar de quejas se suma Hilda Trujillo Baltar, desde Centro Habana, quien denuncia un río de aguas albañales que corre por la acera frente a su casa, a media cuadra del Hospital Hermanos Ameijeiras. Las quejas a Aguas de La Habana no han surtido efecto, y mientras tanto, pacientes, ancianos y niños conviven con ese “aroma” revolucionario que se filtra por cada grieta.

En medio de este panorama, la Empresa de Seguros Nacionales (ESEN) decidió responder públicamente a una queja publicada el 24 de marzo de 2025, donde Yulianela Lemes, desde Santa Clara, reclamaba por su exclusión de una póliza colectiva familiar, pese a haber estado incluida por más de una década. La respuesta de la ESEN no se hizo esperar y fue todo un tratado jurídico sobre el Manual Operativo del Seguro Temporario de Vida, el principio de buena fe, y los tecnicismos para justificar que Yulianela ya no vivía en el domicilio asegurado y, por tanto, no podía seguir cubierta.

Lo curioso –y aquí viene el remate– es que la misma ESEN lleva años eludiendo una respuesta satisfactoria al humorista cubano Otto Ortiz, quien ha denunciado públicamente que tras un accidente, su carro asegurado por esta entidad jamás fue repuesto, a pesar de haber pagado el seguro durante 16 años. Ortiz, con la paciencia cada vez más agotada, continúa esperando lo que nunca llega: una solución.

Otto Ortiz ha protagonizado una prolongada disputa con la Empresa de Seguros Nacionales (ESEN) debido al incumplimiento en la reposición de su vehículo asegurado, y la respuesta de la aseguradora ha sido siempre, según Ortiz, evasiva y dilatoria.

En septiembre de 2023, el humorista manifestó públicamente su intención de demandar a la ESEN por incumplimiento de contrato, argumentando que la empresa «se dedica a reunirse con sus clientes descontentos para ganar tiempo y alargar su agonía». Además, criticó que, en un país donde importar vehículos ya no es un delito y existen autos en desuso, es «absurdo» que la ESEN mantenga «el mismo discurso de hace años y sin dar una respuesta concreta».

La situación se tornó aún más irónica cuando, en febrero de 2024, Otto Ortiz contrató un seguro de viaje con la misma ESEN para un viaje a España. Con su característico humor, expresó: «Dios, por favor, protégeme, cuídame de todos los males. He gastado dinero en un seguro por gusto. Que no me pase nada».

A pesar de sus múltiples reclamaciones y de la visibilidad pública del caso, la ESEN no ha proporcionado una solución satisfactoria. Incluso el ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, le comentó en agosto de 2024: «Deseo que resuelva lo antes posible». ​

La situación de Otto Ortiz refleja una problemática más amplia en Cuba, donde numerosos ciudadanos enfrentan dificultades similares con la ESEN. Según informes, más de 550 cubanos están en lista de espera para la reposición de sus vehículos asegurados, evidenciando las deficiencias y la falta de respuesta efectiva por parte de la entidad aseguradora estatal.

Contactado el humorista a través de las redes sociales por este redactor, y haciéndole alusión a que la ESEN le respondió a Yulianela y a él no, porque lo de él es «mala suerte», Ortiz, con el humor que lo caracteriza se limitó a decir: «JJJ».

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