Cubano deportado a la isla causa asombro entre sus amigos por lo desmejorado que llegó (humor)

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El canal de YouTube “Malas Compañías” lo volvió a hacer: entre carcajadas, enredos sentimentales y pullas bien tiradas, estrenó su capítulo “El Deportado”, un corto humorístico donde Otto Ortiz, Iván Salgado y Visti Cárdenas nos regalan una sátira tan real que solo puede dar risa… porque si no, daría por llorar.

La historia arranca con el típico drama cubano: una casa compartida por varios personajes que ya no se soportan ni con azúcar prieta, y donde el bien más sagrado no es ni la patria ni la familia, sino el televisor. Porque ahí es donde uno ve la Mesa Redonda, se informa con el noticiero y, por supuesto, disfruta de las novelas turcas. Y si alguien osa amenazar el sagrado aparato, que se atenga a las consecuencias.

Pero el verdadero centro de este enredo es Retornino, un cubano deportado que, tras 20 años en «la Yuma», regresa a la isla y lo hace con un paquete de café La Llave… y con una pinta tan desmejorada que deja en shock a todo el piquete. “En la vida real yo nunca he visto a nadie que venga de allá tan destruido”, espeta uno de los personajes. Y es que según él, ya llevaba 300 libras antes de regresar, pero en solo 15 días en Cuba… digamos que el capitalismo dejó de ser su problema: ahora el dilema es que no hay qué comer.

Entre gags delirantes, manos “posaditas” que generan incomodidad, exnovias con triple X en el historial, colchones que pinchan más que los precios en las MIPYMES y una resiliencia que sirve como excusa para quedarse en casa ajena, el sketch hace un retrato tan ácido como preciso de los enredos migratorios, las relaciones humanas y el eterno dilema del que regresa sin papeles, sin casa… y sin inglés.

La joya del episodio: el momento en que todos, a pesar de odiar al deportado, aceptan sentarse a almorzar con él. Porque claro, “un almuerzo gratis no se le niega ni a un enemigo”. Pero el final llega con justicia poética: el anfitrión, luego de tragarse la lengua y hasta la dignidad para no hacerle el feo al retornado, termina vendiendo su televisor para pagar la cuenta del restaurant. Sí, el televisor que estaba con él desde los Panamericanos del 91. Tragedia nacional.

Así que si no has visto “El Deportado”, dale play. Te vas a reír… y de paso, vas a reflexionar. Porque esta comedia no es solo una burla del que se fue y vuelve; también es una radiografía mordaz de lo que significa vivir (o sobrevivir) en Cuba, con amigos aprovechados, relaciones recicladas y vecinos que huelen “a imperialismo”.

Y sí, el deportado está desmejorado. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que ya no tiene fustamps… ni ciudadanía… ni siquiera una novela turca para consolarse.

Bueno, acá te dejamos con el corto humorístico:

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