Ulises Toirac fue recientemente citado por la Seguridad del Estado y queda al parecer claro, por qué no está en este Aquelarre.
Tampoco se ve a Jorge Bacallao, cuyas publicaciones en Facebook, también pudieran haberle valido la exclusión.
Este domingo 29 de junio quedó inaugurada en el Teatro Karl Marx la edición número 29 del Festival Nacional del Humor Aquelarre 2025, un evento que, a pesar de contar con grandes figuras del catálogo institucional cubano, arranca este año marcado por ausencias notables. Entre ellas, la que más llama la atención es la del humorista Ulises Toirac, uno de los pilares del humor cubano en las últimas décadas y una voz crítica que, en los últimos años, ha sufrido censura y silenciamiento institucional.
El espectáculo de apertura, encabezado por el legendario grupo Pagola la Paga, contará además con artistas como Kike Quiñones, Otto Ortiz, el grupo Etcétera, Michel Pentón, Capitán 10 y Franklin López. Las funciones, que se extenderán hasta el 8 de julio en teatros como el Trianón, la sala Covarrubias del Teatro Nacional y la sala Adolfo Llauradó, limitarán su cartelera a humoristas “de la capital y sus alrededores”, según informaron medios oficilistas cubanos.
Este criterio, que deja fuera también a agrupaciones de larga data como La Leña del Humor (Santa Clara) y el dúo Caricare (Holguín), no parece justificar la ausencia de Ulises Toirac, residente en La Habana y con décadas de labor humorística reconocida incluso por instituciones oficiales.
La exclusión de Toirac ha generado suspicacias y no es para menos. En los últimos años, el humorista ha sido objeto de una censura silenciosa pero sistemática. Desde 2023, ha denunciado públicamente que instituciones culturales han presionado para que su nombre no figure en carteles de eventos, llegando incluso a cancelar presentaciones sin ofrecer motivos claros. En abril de 2024, por ejemplo, fue eliminado de una peña en el Café Teatro Bertolt Brecht. En junio de ese mismo año, se suspendió sin explicación real una función suya en la Sala Ateneo del Teatro Terry, en Cienfuegos. Oficialmente se alegó “lluvia”, pero él mismo desmintió esa versión.
A mediados de 2023, Toirac se preguntaba abiertamente en redes sociales quién lo había puesto “en la lista” de los no gratos, y con qué autoridad. Las respuestas, aunque nunca oficiales, parecen estar relacionadas con sus constantes críticas al régimen en redes sociales, sus análisis sobre el deterioro económico del país y, sobre todo, su apoyo abierto a causas como la protesta estudiantil universitaria y su denuncia del aumento de tarifas de ETECSA, al que calificó como “robo a mano armada”.
El punto más tenso llegó recientemente: en junio de 2025, Toirac fue citado por la Seguridad del Estado. Aunque él mismo relató el encuentro con tono irónico, lo cierto es que se trató de una clara advertencia: sus comentarios, su alcance y su postura no pasaban desapercibidos. El humorista aseguró que fue una “conversación” en buenos términos, pero no ocultó la gravedad del momento: al salir de la cita, dijo con sorna, se fue la luz en su casa y se quedó sin batería. La metáfora, aunque casual, ilustra lo que muchos consideran un intento de silenciarlo definitivamente.
Mientras tanto, Aquelarre 2025 se celebra bajo el lema de siempre: humor para el pueblo.
Supuestamente, los que están, es porque durante el año se han presentado con algún espectáculo notable, pero al Ulises Toirac no poder presentarse durante todo el año – y el anterior, y el otro… – es probable que «algún timorato» justifique su ausencia con esa banal excusa.
Sin embargo, tampoco están Andrea Doimeadiós y su padre, Osvaldo, quienes fueron protagonistas de una obra fenomenal presentada hace unos meses y que bien pudo valerles una nominación, pero no, están «ausentes al pase». Osvaldo se encuentra fuera del país en estos momentos, pero Andrea sí está en La Habana.
Festival del Humor dedicado a Juana Bacallao… y a su funeral con pocas rosas
Este Aquelarre 2025 rinde homenaje a Juana Bacallao —sí, esa misma “Diosa Negra” del cabaret, Premio Nacional del Humor 2020— en una edición inspirada por el espíritu universitario y por su centenario.
Sin embargo – y esto requiere una gran dosis de seriedad al escribirlo – no podemos evitar recordar que cuando murió en febrero de 2024, el adiós fue… discreto hasta decir basta. Un velatorio solitario en una funeraria casi vacía, con apenas unas decenas de personas y solo una sola ofrenda —la del ministro de Cultura— según reportes gráficos que circularon por redes. ¡Y ningún humorista presente!
Pocas flores, pocos aplausos, ni una lápida que honrara su legado. ¡Menos asistencia que en un ensayo del Aquellare! Sarcástico detalle: el funeral de la humorista que marcó siglos fue más austero que el catering de un pabellón. Pero ahora, la misma institución la adopta como bandera del festival. La coherencia es un lujo en este país.
¿Celebremos también a los ausentes?
El director Eider Pérez promete que los artistas no invitados serán incluidos más tarde, a través de los “Ecos del Aquelarre”. Pero si seguimos el guion oficial, bien podríamos reservar el Aquelarre 2026 para todos los humoristas que ya se fueron, porque «los ecos» son tan lejanos que ya alcanzan las 90 millas e incluso llegan a Cape Coral.
A no dudarlo pudiéramos hacerlo… ¿Qué tal un festival dedicado a Robertico, Nelson Gudín “El Bacán”, Leo “Maracas”, «Las Guajiras», Cortico, Luis Silva, Andy Vázquez, Omar Franco? Todos recalados «en tierras del enemigo»; algunos, los más, en plataformas como UniVista TV, que ya tiene más humoristas migrados que chistes en cartelera local. Se lo están llevando casi todos —quienes, por gracia o censura, ya no lo encuentran rentable en la isla. Sí, UnivistaTV pudiera hacer su propio Aquelarre (sin censura) y con más humoristas.
Otra idea para el Aquelarre del 2026 es hacer un aquelarre a la censura misma. Dedicado a las voces que el sistema decidió borrar, con Ulises Toirac como figura central. Alguien que estuvo en lista negra, fue borrado de carteles, cancelado, silencioso por la tele estatal y, hace nada, citado por la Seguridad del Estado.
Ulises Toirac sobrevive como resistencia y se merece un Festival Aquelarre en sí mismo: sus personajes – “Chivichana”, «Matute»… – no están en la cartelera, pero sí en el imaginario. Un homenaje repleto de ironía: el humor que incomoda, premiado con invisibilidad, señal directa y apagón remoto (literal: cortan su luz tras la citación). Su caso es más elocuente que cualquier discurso y eso muy bien que pudieran apuntárselo como tarea los organizadores del Festival.
En fin, el Festival de ahora a muchos se nos antoja como un festival dedicado a quien no fue despedida como merecía, que excluye al que sigue diciendo lo que otros callan, y deja afuera a los que escogieron seguir haciendo reír en Libertad.
El Aquelarre 2025 aplaude la carcajada, pero al parecer sigue temiendo el chiste incómodo. Uno casi espera que en futuras ediciones dediquen espacio para el humor exiliado… o para quienes se atreven a hacer chistes con la censura. En Cuba ese sería el verdadero acto de valentía.