A pesar de los lazos históricos y culturales que unen a Cuba con España, los cubanos enfrentan crecientes dificultades para obtener asilo político y visados en territorio español. Según cifras recientes publicadas por el Ministerio del Interior y recopiladas por Diario de Cuba, solo el 3 % de las solicitudes de asilo presentadas por cubanos entre enero y agosto de este año han sido aceptadas, una cifra que contrasta marcadamente con el 96 % de aprobación para inmigrantes malienses en el mismo período.
ACEPRENSA, en un artículo publicado por el periodista cubano Luis Luque, detalla cómo, de las 1,104 solicitudes de asilo presentadas por ciudadanos cubanos, apenas 20 fueron aprobadas. Mientras tanto, miles de refugiados procedentes de países africanos han recibido protección, especialmente aquellos que huyen de conflictos armados.
Este contraste, dice Luque en su artículo titulado “El buen refugiado”… no es cubano», pone en evidencia lo que muchos consideran un doble rasero en la política migratoria española, donde los cubanos, a pesar de alegar persecución política, no son percibidos como suficientemente vulnerables para recibir refugio.
El autor señala acertadamente cómo el aumento en los rechazos no se limita a las solicitudes de asilo, y señala que las cifras de denegaciones de visados en el Consulado de España en La Habana también se han disparado.
Según estadísticas de la Comisión Europea citadas por Luque, en 2017, bajo un gobierno conservador, el porcentaje de rechazos fue del 6.9 %. En 2023, con una administración progresista en el poder, la cifra ascendió al 18.2 %, más del doble.
Para muchos cubanos, recoge quien sin dudas es más experto del que más sepa de Cuba para analizar los casos de los cubanos refugiados, España es más que un destino migratorio; representa una conexión cultural y familiar profundamente arraigada. Calles, hospitales y costumbres en Cuba conservan huellas de la influencia española. Sin embargo, esta herencia no parece ser suficiente para garantizar una recepción cálida por parte de las autoridades españolas, incluso bajo un gobierno que se autodefine como más empático hacia los inmigrantes.
El caso de los cubanos evidencia una política migratoria que parece favorecer a quienes llegan en condiciones extremas, como los refugiados en cayucos, mientras ignora las complejas realidades de quienes escapan de regímenes represivos. Así, muchos cubanos enfrentan un rechazo sistemático, dejando claro que, para España, no todos los refugiados son iguales.
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