El huracán Rafael, que afectó fuertemente al occidente de Cuba, dejó a su paso considerables daños en las provincias de Artemisa, Mayabeque y La Habana.
Las autoridades dicen haber intensificado las labores de recuperación, priorizando la restauración de servicios esenciales y el apoyo a las comunidades afectadas; y como muestra de ello pululan en sus medios oficiales de comunicación, imágenes de los funcionarios vestidos de militar, entre el pueblo, gajos de matas y troncos de árboles caídos al suelo.
En Artemisa, una de las provincias más golpeadas, se reportan severos daños a la infraestructura. El huracán dejó 2,825 viviendas afectadas y causó estragos en más de 40 instituciones educativas y el Estadio de Artemisa. Además, la infraestructura de salud también resultó perjudicada. En el sector agrícola, cultivos de plátano, yuca, frijol y arroz sufrieron pérdidas significativas.
Hasta allí se desplazó Díaz-Canel. El mandatario cubano promete y promete, pero la solución tarda en llegar siempre, o no llega nunca. ¡Sí lo sabrán los residentes en Pinar del Río y la Isla de la Juventud!, que llevan, desde las calendas griegas, esperando cosas que les prometieron tras el paso de Ian o Gustav, por mencionar apenas dos ejemplos.
Las labores de recuperación avanzan con la limpieza de vías y la recogida de escombros. Las brigadas eléctricas se centran en restaurar seis torres de alta tensión que colapsaron. La colaboración entre trabajadores y las autoridades locales ha sido esencial para «devolver la electricidad a la provincia», dice un medio como Granma. La energía eléctrica en Occidente, lo reconoce el Granma en otro artículo, es inexistente.
En Mayabeque, siete municipios reportaron importantes daños, con 441 viviendas afectadas y una veintena de centros educativos perjudicados. Más de 58,000 personas fueron evacuadas, mayormente a casas de familiares y amigos.
La agricultura fue de nuevo uno de los sectores más afectados, lo que pone en riesgo la cosecha de alimentos básicos. Granma no contabilizó el daño en la agricultura, pero es evidente que fueron muchos.
Uno de los mayores retos que enfrenta la provincia —y posiblemente el país— es el impacto devastador de cualquier fenómeno meteorológico en el sector agrícola. Mayabeque es una de las zonas de importancia agrícola, contribuyendo a la producción de alimentos básicos y los daños provocados por Rafael, no contabilizados aún, amenazan directamente la estabilidad y seguridad alimentaria de la región; y cuando mencionamos «región» incluímos La Habana, que es la capital del país y la ciudad que recibe de manera mayoritaria, la producción agrícola proveniente de provincias como Mayabeque y Artemisa; territorios fundamentalmente agrícolas.
La pérdida de cosechas y la afectación a la infraestructura agrícola significan que la producción de alimentos, como vegetales y cultivos de subsistencia, sin dudas se verá reducida drásticamente; todo esto en medio de una severa reducción de la capacidad alimentaria del país.
Este golpe al sector agrícola, ahora, tras el paso de Rafael, no solo pone en riesgo la disponibilidad de ciertos productos, sino que también tiene repercusiones económicas.
Con una oferta limitada y una demanda constante o creciente, es probable que los precios de los alimentos se disparen, afectando aún más a una población ya golpeada por crisis anteriores y un contexto económico frágil. Esta inflación de precios podría desatar un efecto en cadena que complique aún más la situación de los hogares de menores ingresos, aumentando la presión social y la necesidad de angustiosas, escasas e ineficientes medidas gubernamentales para mitigar el impacto.
El suministro de agua y la disponibilidad de electricidad han sido otros de los puntos críticos. Granma indica que las autoridades trabajan para garantizar el servicio mediante el uso de pipas y la instalación de generadores de emergencia, coordinando esfuerzos con el Sistema Eléctrico Nacional para restablecer el suministro energético.
¿No es que lo habían devuelto ya a la provincia?
Influencia de Rafael en La Habana
En la capital, los vientos de Rafael derribaron más de 495 postes y dañaron más de 100 transformadores. Las zonas más afectadas incluyen los municipios de Boyeros, La Lisa, Playa, Plaza, Centro Habana y La Habana Vieja. A pesar de los daños, los embalses de la ciudad mantuvieron su operatividad y no se reportaron víctimas fatales.
Se han reportado al menos, de manera extraoficial dos derrumbes. Sin embargo, la cifra pudiera ser mayor. El activista cubano, internauta y músico, Saúl Manuel, dijo que según fuentes oficiales los derrumbes ascendían a 460. La cifra pudiera ser exagerada, pero igualmente está pendiente a confirmación.
El abasto de agua es uno de los mayores retos. Solo unas 100,000 personas reciben agua por gravedad desde el acueducto de Albear. Las autoridades han implementado medidas temporales, como la habilitación de tomas para surtir pipas, mientras se trabaja en restablecer la electricidad en las principales fuentes de agua.
El paso del huracán también provocó la cancelación de la 40 edición de la Feria Internacional de La Habana (Fihav-2024). Los daños en el recinto ferial, incluyendo el pabellón central y la interrupción de servicios básicos, llevaron al comité organizador a tomar esta decisión. El propio comité dijo que las actividades pendientes se reprogramarán en otros espacios dispuestos para los empresarios.
De modo general, siempre según la información proporcionada por el vocero ideológico del Partido Comunista de Cuba y principal medio informativo en la isla, las autoridades cubanas han subrayado a cada paso, en cada rincón visitado, la importancia de involucrar a la comunidad en las labores de recuperación y de mantener una comunicación clara y continua.
No está claro con qué participarán y de qué manera la información en un sistema totalitario, donde cada cosa que se va a decir debe ser consultada antes, será «clara y continua».
El Granma señala que de modo general, en todas las provincias, se busca asegurar que la reconstrucción sea «completa» y que «se implementen medidas para evitar futuros contratiempos.»
Según el libelo oficialista, el trabajo sigue siendo arduo, pero con la participación activa de las brigadas especializadas y el respaldo de la población, se espera avanzar de manera sostenida hacia la normalidad en las zonas afectadas.
¿La normalidad? ¿Cuál normalidad? ¿La de los últimos meses? Por si alguien lo ha olvidado: la «normalidad» es 12 horas de apagón continuo. O 14. O 16, 18, incluso 20. Esta es la normalidad que desde hace meses viven los pobladores cubanos de todas las provincias del país, no solo en Mayabeque y Artemisa.
te recomendamos leer: Gobierno cubano dice que “Rafael” no provoca fallecidos en Cuba “hasta el momento”
