La hija del destacado cineasta cubano Juan Carlos Cremata Malberti murió en la madrugada de ayer en La Habana por causas que aún no se detallen.
La jovencita era en realidad la hija de su pareja, quien falleció en 2016 y Cremata se encargó de hacerla suya, tanto que había dicho en una ocasión a Radio Televisión Martí que con ella había ganado “una niña que no es mi niña, sino la luz de mis ojos”.
Desde Facebook el artista se ha mostrado atento a los comentarios de personas cercanas y ha declarado su absoluta caída emocional ante la tragedia. “No creo que pueda con esto, lo siento”, aseguraba en su post de Facebook, mientras cientos de amigos y compañeros le mostraban su apoyo.
“Ya nada es posible, ni me interesa nada”, le respondía a su hermano José Cremata. “Ya yo le había pagado a la vida con mi destierro y mi orfandad total al perder a mami. Mami sácame de aquí, ya yo no quiero seguir más, se me acabó la vida, ahora toca vegetar”, añadía.
Por su parte, artistas como Cirenaica Moreira, Luis Alberto García, Mario Guerra y otros representantes de la creación cultural cubana le mostraron su apoyo incondicional.
Desde que reside en Miami a partir del el año 2016, Cremata se había referido en varias ocasiones al destino de su hija, a la cual consideraba como el más importante premio de toda su carrera y a quien pretendía sacar de la Isla en algún momento.
Su partida de Cuba se produjo en 2016, forzado por las condiciones de censura que le impuso el régimen de la Isla por causa de su obra El rey se muere de 2015, la cual se pudo mostrar al público durante una temporada y más tarde fue obligada a retirarla de la cartelera por su alusión al deterioro de salud de Fidel Castro.
Como consecuencia, la compañía teatral El Ingenio, la cual había fundado y dirigía en ese momento, se vio obligada a cerrar, a pesar de que ya Cremata era una personalidad de peso dentro de la cultura cubana. Sus películas Nada (2001) y Viva Cuba (2005) se colocaron como éxitos de taquilla, al igual que sus obras de teatro.
Semanas después de su llegada a los Estados Unidos, Cremata comenzó a compartir desde Facebook sus Memorias del Exilio, unas imágenes de sus primeras actividades como emigrante, las cuales nada tenían que ver con el arte, e incluían por ejemplo, la limpieza y el mantenimiento de una piscina en un fastuosa mansión, entre otras labores que le garantizaban su sustento.
