El 2021 confirmó para Cuba lo que ya se esperaba en materia de salud. “La pandemia de covid19 fue la gota que colmó el vaso de agua”, dijo a la cadena BBC Mundo el doctor Rodolfo Stusser, quien fuera asesor del Ministerio de Salud de Cuba, sobre la crisis sanitaria atravesada por Cuba debido al coronavirus.
La peor ola de Covid 19 se iba anunciando cada día en la imprudencia y la precariedad de los ciudadanos, quienes atravesaban (y todavía lo hacen) una alarmante crisis económica.
Colas y aglomeraciones, escases de insumos alimenticios y médicos, desconfianza en la gestión estatal y manejo insuficiente de las medidas de control confluyeron en el peor escenario epidemiológico en la isla.
Si bien durante el primer semestre del año se pensaba o por lo menos se intentó mantener los mismos niveles de control que en 2020, ya para los meses de julio y agosto, con la variante delta pululando en los casos diagnosticados diariamente, el país afianzó una grave situación sanitaria con el más alto número de contagios por nivel de población en todo el continente y uno de los primeros en todo el mundo.
En una actualización del 3 de agosto de 2021, las cifras aportadas por la aplicación Covid19 Cuba Data, del Ministerio de Salud Pública, indicaban que en el país habían muerto 3092 personas y habían sido diagnosticadas 422 mil 614 personas con el virus.
Provincias como La Habana y Matanzas se colocaron entonces en números rojos. Hasta el día de hoy, las muertes aumentaron a ocho mil 321, mientras que el número de casos se incrementó en más de 965 mil, según consta en datos del Help Center de Google.
Con respecto a las estadísticas ofrecidas cada día en conferencia de prensa por el director nacional de Epidemiología, el Dr. Francisco Durán García, en varias ocasiones fueron puestas en duda debido a las condiciones que analizaban los propios ciudadanos, las cuales muchas veces no coincidían con el aparente control mostrado por la televisión nacional.
Hospitales colapsados y falta de medicamentos
Aun cuando el gobierno recalcó la fortaleza del sistema sanitario cubano y su alta preparación para el enfrentamiento de la pandemia, la parcial apertura de fronteras en busca de una entrada económica a través del turismo hizo que se esparcieran nuevas cepas de la epidemia al país y con ellas el aumento de los contagios.
Sin embargo, lo que inició en muchos territorios como una simple escasez de materiales para pruebas de PCR y Test de Antígeno, se extendió por todo el país en carencia absoluta y falta de insumos hospitalarios. Mientras crecían los contagios, se disparaban igualmente las cifras de personas pendientes a exámenes y los pacientes sin la atención médica requerida.
Durante esas fechas se volvieron virales en las redes las imágenes de personas aglomeradas en los pasillos de los hospitales esperando atención profesional y camas, en tanto el gobierno eliminaba los hasta ese momento muy concurridos “centros de aislamiento” y decretaba que cada cual iba para su casa a pasar el virus con sus propias medidas de cuidado si no presentaba un cuadro clínico de gravedad
Con esa situación, se conocieron casos de personas que murieron en sus domicilios antes que llegara hasta a asistirlos un médico o una ambulancia.
Al mismo tiempo, centenares de pacientes llegaron a pagar sumas de miles de pesos por los antibióticos y demás medicamentos requeridos para contrarrestar, casi siempre, las secuelas del virus, el temido post-covid19 que no pocas víctimas cobró. La situación con el oxígeno fue una de las más lamentables, provocada por la carencia de la vital medicina; así como las donaciones de sangre para pacientes críticos, las cuales se vieron disminuidas en gran medida.
Por otro lado, de manera simultánea con estos acontecimientos, el gobierno destinaba innumerables recursos a intentar frenar los movimientos sociales que habían iniciado en el país el 11 de julio y a los cuales se vio obligado a combatir incluso hasta con actos represivos y con una campaña de descrédito a sus figuras más visibles.
Corredor humanitario, No
Detrás de la etiqueta #SOSCUBA numerosos cubanos cerraron filas en busca de propiciar la apertura de canales humanitarios que ayudaran a enfrentar la crisis. En el empeño, se sumaron incluso muchas personalidades de reconocimiento mundial como Daddy Yankee, Kanny García y Ricardo Montaner entre otros.
Las autoridades cubanas aseguraron que la situación de Cuba en aquel momento, no era distinta a la de otros países que habían tenido que enfrentar con antelación las olas críticas de la Covid19. En tanto, el canciller Bruno Rodríguez Parrilla, calificaba la campaña como oportunismo mediático y justificaban en el escenario apelando a las medidas impuestas al país por el embargo norteamericano.
“Los conceptos ligados a corredor humanitario y ayuda humanitaria están asociados a zonas de conflicto y no aplican a Cuba”, sentenció desde Twitter la Cancillería de Cuba.
Luego de que la campaña creciera a ritmos increíbles y parte de la sociedad civil cubana se solidarizara con iniciativas propias de ayuda a las provincias más desabastecidas, las autoridades acordaron levantar las restricciones que tenían impuestas para la entrada de medicamentos y alimentos a la isla, traídos por pasajeros que arribaban al país.
Después que cedieran ligeramente las cifras del contagio, a las alturas de octubre y noviembre; y ya con la mayoría de la población inmunizada con las vacunas de producción nacional–un logro de los científicos de la isla- hasta el día de hoy, los cubanos se disponen a enfrentar el nuevo desafío de la variante omicrón.
Los propios especialistas ya se han encargado de advertir sobre el control y el peligro de las concentraciones masivas, la apertura de lugares y el relajamiento en las medidas de control, mientras el gobierno parece estar a la expectativa de lo que pueda suceder con ómicron para tomar medidas que ya muchos esperan.
