La víctima, Rosy Santana, de solo 29 años, fue atacada presuntamente por su expareja, quien ya había sido denunciado anteriormente por violencia.
Según se ha informado en redes sociales en las últimas horas, la joven Rosy Santana, de apenas 29 años, fue brutalmente asesinada a puñaladas en el campismo “La Hormiga” del municipio Fomento, en la provincia de Sancti Spíritus el pasado fin de semana.
De acuerdo con los testimonios que circulan, Rosy recibió al menos dos puñaladas mortales en el pulmón y el estómago y murió sin poder defenderse, mientras sus dos hijos pequeños, hijos de una relación anterior —ahora huérfanos de madre— quedan como víctimas colaterales de una sociedad que, en muchos sentidos, ha normalizado el feminicidio.
La agresión habría sido cometida por su expareja, Yoandri Alonso, conocido como «El Colorao», residente en la calle Juan Bravo, un hombre con antecedentes de violencia, no solo contra ella, sino también contra su propia madre o padre.
Quienes la conocían dicen que era una mujer sencilla, trabajadora en la Fábrica de Torcido, madre de dos pequeños a los que amaba profundamente. Su vida fue truncada por un hombre que no aceptó un “no” por respuesta. Y por un sistema que no la protegió.
«No sé cómo esa muchacha tan buena terminó enredándose con ese chiquito, porque Yoandri es un tipo muy violento», dijo un conocido de la víctima que ofreció su testimonio a este redactor bajo anonimato.
«Los golpeaba a todos en su casa,» dijo.
Sin embargo, hay un patrón que se repite, mucho más peligroso y que se repite en muchísimos otros casos donde han ocurrido feminicidios posteriores a una amenaza de muerte, con la futura detención y encarcelamiento del futuro victimario y es el perdón.
La fuente señala que en un día que a él le es imposible precisar, pero que situa entre el sábado Santo y el primero de mayo, el agresor se presentó en casa de Rosy portando un cuchillo y amenazándola.
«No pasó nada, porque ella se encerró en el baño. Cuando él se fue, ella salió y fue a hacer la denuncia», relata.
La policía intervino y el feminicida fue apresado, dado su historial violento y dado que había cumplido condena por un hecho que la fuente no puede precisar con exactitud, pero que sí – dice – estaba relacionado con la violencia.
Sin embargo, días después, ante la insistencia de la madre del joven, Rosy volvió a la policía a retirar la denuncia y el agresor fue liberado. Una decisión que, lamentablemente, no es aislada ni sorprendente. Muchas mujeres, por temor, dependencia económica o emocional, terminan quitando denuncias… y la historia termina como hoy: con una mujer muerta.
La pareja había terminado la relación recientemente, en una fecha que no puede precisar nuestra fuente con exactitud. En las redes sociales de él aparece una fotografía de ambos, subida el pasado 16 de abril.
Según refiere la fuente, la joven se encontraba en el campismo con un muchacho, presuntamente su actual pareja, cuando su agresor se apareció. Luego de asestarle dos puñaladas se dio a la fuga, sin embargo, horas después, en el horario de la madrugada, fue arrestado.
Los vecinos no pueden contener la rabia: “¡Ya lo había amenazado, ya la había acorralado! ¿Por qué no lo detuvieron definitivamente? ¿Por qué siempre es después del crimen que se reacciona?”, escribió una usuaria en redes sociales.
La noticia se ha viralizado rápidamente en Facebook, donde amigos, familiares y desconocidos han expresado dolor, indignación y frustración ante la impunidad y la creciente ola de violencia de género en Cuba.
“EPD esta jovencita”, “Justicia para ella”, “Qué horror, esto es diario ya”, “Otro feminicidio más”, “¿Hasta cuándo?”… son solo algunos de los cientos de comentarios que piden medidas urgentes y condenas más severas para los agresores.
Una usuaria lo resumió de forma brutal y dolorosa: “Otro par de niños huérfanos, otra familia destruida. Las leyes tienen que cambiar. Ellos hacen esto porque saben que en cinco años por buen comportamiento están en la calle otra vez”.
Lo más alarmante de esta historia es que no es única. Es parte de un patrón que se repite con frecuencia en la isla: agresores reincidentes, mujeres que denuncian y luego son persuadidas de retirar la denuncia, autoridades que no actúan de oficio, y una absoluta ausencia de políticas públicas para prevenir la violencia machista.
Cuba carece de refugios para mujeres víctimas de violencia, no tiene una Ley Integral Contra la Violencia de Género y las estadísticas oficiales sobre feminicidios son opacas o inexistentes. Son los observatorios independientes y las publicaciones en redes sociales los que, a duras penas, logran sacar a la luz estos casos.
Este nuevo crimen no solo suma una víctima más al trágico conteo de feminicidios en Cuba. También lanza otra alerta que, una vez más, quizás nadie escuche.