Las autoridades del condado Miami-Dade confirmaron este lunes la detención de Rogelio Bolufé, un nombre que no resulta para nada desconocido para la prensa cubana en el exilio. Bolufé, figura de la vida nocturna miamense y muy cercano a Sandro Castro, nieto del fallecido líder cubano Fidel Castro, enfrenta cargos por posesión de cocaína.
La noticia fue difundida inicialmente en medios locales como Periódico Cubano y rápidamente replicada por portales digitales que recordaron los vínculos del arrestado con la familia Castro, especialmente con Sandro, con quien compartía fiestas y proyectos de organización de eventos, según señalan esos medios.
El arresto de Bolufé ha causado revuelo entre quienes han seguido de cerca las polémicas que suelen rodear al nieto de Fidel Castro. Su amistad con Sandro lo había convertido en una figura recurrente en videos y fotografías que circularon en redes sociales, muchas veces como anfitrión de celebraciones que generaron controversia.
Ahora, la detención en Miami agrega un elemento de escándalo que vincula de nuevo al círculo más mediático de la familia Castro con hechos delictivos en territorio estadounidense, y son miles los que desean que sea deportado.
La jornada del martes estuvo marcada por otros arrestos de ciudadanos de origen hispano en el sur de la Florida que también atrajeron la atención de los noticieros locales.
La cadena WSVN 7 News informó sobre el caso de Chloe Castellanos, una mujer de 37 años acusada de fraude bancario mediante esquemas de robo de identidad.
Según el reporte, Castellanos utilizó documentos falsificados para abrir cuentas en el Regions Bank de Cutler Bay y en una sucursal de Truist Bank en Miami. En esas operaciones, logró mover decenas de miles de dólares hasta que fue descubierta gracias a las cámaras de seguridad y al rastreo de identidades almacenadas en su propio teléfono móvil. Fue trasladada al Turner Guilford Knight Correctional Center, donde enfrenta cargos por hurto mayor, fraude organizado y uso fraudulento de identificación personal.
Ese mismo día, el canal Local 10 News reseñó otro episodio insólito ocurrido en la isla Pace Picnic, frente a la bahía de Miami. Allí, dos hombres identificados como Christopher De La Rosa Torres, de 23 años, y Luis Jorge Mora, de 32, fueron arrestados tras abandonar a dos clientes que les habían alquilado motos acuáticas.
Según la policía, después de que una de las Jet Skis se volcara, los supuestos arrendadores exigieron a las víctimas el pago inmediato de 1.000 dólares por daños, negándose a devolverlos a la costa cuando dijeron no tener el dinero. Los turistas lograron contactar a las autoridades, que los rescataron y más tarde detuvieron a los sospechosos en el Watson boat ramp. Ambos permanecen detenidos bajo cargos de extorsión, privación de libertad y operar un negocio sin licencia local.
La coincidencia de estos tres casos, distintos en su naturaleza pero vinculados por la comunidad hispana de Miami, dibuja un mosaico complejo de la vida en la ciudad. En un mismo día, la prensa reportaba desde la caída de un organizador de fiestas relacionado con la familia Castro, hasta un sofisticado fraude bancario y una extorsión improvisada en plena bahía. Cada uno de estos hechos revela no solo la diversidad de los delitos que enfrentan las autoridades locales, sino también el interés mediático que despiertan cuando los protagonistas son figuras conocidas o incidentes con tintes novelescos.
Para el caso de Rogelio Bolufé, su detención trasciende lo puramente judicial porque arrastra consigo la sombra de un apellido que, aunque no lleva, siempre lo rodeó. Su amistad con Sandro Castro lo había situado en un espacio ambiguo entre la farándula, la política y el exilio. Hoy ese camino desemboca en una celda de Miami, a la espera de que la justicia determine las consecuencias de un arresto que lo coloca, de nuevo, bajo los reflectores del escándalo.
