Apagones y altos precios marcan con dolor la vida de Santiago de Cuba

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La vida cotidiana en Santiago de Cuba se encuentra sumida en una crisis profunda que afecta a todos los niveles. Los santiagueros enfrentan un escenario desolador, marcado por apagones prolongados, precios inalcanzables y una inseguridad alimentaria que golpea con fuerza. En 2024, una de las provincias más importantes de Cuba enfrenta una de sus peores crisis en décadas.

La falta de electricidad en Santiago de Cuba se ha convertido en una constante en la vida de los santiagueros, quienes pasan largas horas en la oscuridad. Los apagones afectan no solo la calidad de vida, sino también las actividades económicas, agravando aún más una situación de por sí precaria. Familias enteras deben reorganizar sus rutinas para adaptarse a la falta de luz, mientras el descontento social crece ante la incapacidad del gobierno para solucionar el problema, señala 14ymedio.

Uno de los sectores más afectados es la preparación de alimentos. La escasez de gas licuado obliga a muchas familias a cocinar con leña, una práctica que expone a las personas a condiciones insalubres y genera un impacto negativo en el medio ambiente.

El alto costo de los alimentos en Santiago de Cuba, especialmente de la carne de cerdo, representa otra fuente de angustia. Este producto, fundamental en la dieta y tradiciones cubanas, ha alcanzado precios que superan los 1,000 pesos por libra, un lujo inaccesible para la mayoría de los habitantes. Aunque el gobierno ha intentado justificar la crisis con factores como la pandemia y el aislamiento económico, la realidad refleja problemas estructurales de larga data, como la falta de insumos y planificación.

La producción porcina en la provincia, que alguna vez fue significativa, ha caído a niveles alarmantes. A pesar de las promesas del gobierno de revitalizar este sector mediante estrategias como el uso de piensos líquidos y la recuperación de centros de cría, los resultados son mínimos. Mientras tanto, los consumidores continúan enfrentando precios descontrolados y estanterías vacías.

En medio de este panorama, los testimonios de los residentes en Santiago de Cuba reflejan la desesperanza. Personas como la mujer de Baconao que debe cocinar con leña, o la madre que no puede lavar su ropa por la falta de agua, son ejemplos del abandono estatal. La inseguridad también se suma al caos, con robos de plantaciones y animales que complican aún más las ya difíciles condiciones de vida.

En un video difundido por un cura local, una feligresa expresó su deseo de despedir este año crítico con la esperanza de un 2025 mejor. Para los santiagueros, el 2024 quedará en la memoria como un año de dolor, resistencia y búsqueda constante de soluciones ante un sistema que parece haberles dado la espalda.

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