Estas son algunas de las embarcaciones llegadas a la Florida tan solo en el mes de marzo. Son las que han llegado a tierra, conmigrantes a bordo. En todos los casos, los migrantes fueron pùestos bajo custodia federal.
No son las únicas que han culminado la travesía satisfactoriamente, pero todas tienen en común la precariedad y el ingenio, para sortear las fuertes marejadas en el estrecho de la Florida. Todas llevan en la proa, sin que sea visible, las ansias de libertad. De llegar al destino.
Armadas con madera y planchas de metal. Hierro. Forradas con una lona. Con un motor de combustión interna en el medio subido a una cajuela de madera. Con vela o sin ellas. Cualquier artilugio de estos puede servir para sortear el escollo de una cruel vida, en una miseria económica sin fin en la isla.
No pocos testimonios de los sobrevivientes a estas travesías concurren en un punto en común. Muchos, una vez cumplido el trayecto, aconsejan al resto que no lo intenten. Que es peligroso.
Ariel Hurtado, migrante cubano que llegó a la Florida en balsa en el 2013 dice:
«En Cuba era seguro que moriría de hambre, desasosiego, preso, o lo que fuese, al 100 por ciento. Yo tenía que robar para poder sobrevivir y eso siempre es un riesgo. Yo me arriesgaba en Cuba al ciento por cien para poder vivir. El estrecho era 50 -50.»
Este fin de semana, el sábado, 74 balseros cubanos fueron devueltos a la isla a bordo del cutter Kathleen Moore. Apenas unos minutos después, otros 17 llegaban a uno de los cayos de la Florida.
Ayer domingo se supo que la Guardia Costera de Estados Unidos (USCG, siglas en inglés) repatrió a Bahamas a 127 migrantes haitianos y tres cubanos que fueron detectados cerca de las costas de Florida. Los tres cubanos fueron avistados por un buen samaritano que los halló varados en una isla cerca de Cayo Anguila, en Las Bahamas.
Según cifras preliminares, en este período fiscal, iniciado el 1 de octubre de 2021, las tripulaciones de la Guardia Costera de Estados Unidos han interceptado aproximadamente a 900 cubanos, si sumanos los 850 que ya había la semana pasada y algunos llegados después.
El éxodo no cesa, y ni las débiles o precarias embarcaciones frenan el deseo de los cubanos en salir del país.
