Aflojar las restricciones para fomentar reformas desde dentro

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Un artículo de opinión aparecido en Colorado Sun, de la mano de la columnista Anna Alejo, quien se identifica como «miembro de la junta directiva de World Denver» y viajera frecuente a la isla, insiste una vez más en una idea sobre Cuba que ya una vez se «intentó» en el pasado: que el gobierno de los Estados Unidos de América afloje las restricciones de viajes a Cuba para fomentar las reformas desde dentro.

Alejo, quien lideró 10X10KCuba en Colorado, una iniciativa para apoyar a los emprendedores cubanos, pudiera parecer preocupada por sus viajes a la isla, pero ojo, insisto: esta «iniciativa» no es nueva.

Dice Alejo que «los habitantes de Colorado sin salida al mar tienen interés en ampliar el contacto con la nación insular,» aunque no está claro de dónde procede el dato.

Sin embargo, si nos atenemos a los números de cruceristas que llegaron a la isla luego de que la Admnistración Obama les tendiera la mano a los cubanos, el punto pudiera tener cierta sentido.

Ya que lo menciono, recordemos que fue la administración de Barack Obama la primera que intentó aflojar con Cuba, como vía para promover las reformas dentro.

Obama hizo lo que ningún otro presidente de EE.UU. hizo antes, y Cuba le mordió la mano. Fue La Habana la que no quiso «reformas» venidas desde afuera.

La casta verdeoliva – como la llama el colega Carlos Cabrera – quería que Obama se lo diera todo, de golpe, sin dar ellos siquiera algo a cambio. Ni siquiera liberar los presos políticos.

Obama realizó un magistral discurso en el Gran Teatro de La Habana, y no habían pasado diez minutos de su intervención, sincera y de apoyo a los cubanos, enfocado en una idea: olvidar el pasado y enfocarnos en el futuro, y ya los medios del país, con Talía González al micrófono, entrevistaba a selectos miembros de la llamada «sociedad civil cubana», que curiosamente todos tenían un mismo lema para Obama:

«Obama, no queremos tu ayuda»

Al otro día, la prensa oficialista se enfocaba en «cero borrón y cuenta nueva», y hasta algún articulillo con dejo racista salió a la luz.

Sí, ya la estrategia de acercamiento se intentó. Ya se relajaron las restricciones para promover reformas dentro y eso mismo no quiso el gobierno de La Habana: reformas dentro. Excepto, claro, las reformas que ordene el Partido Comunista de Cuba. Aunque sea una porquería como el Ordenamiento, que a todas luces ha traído más miseria a la isla. Y una inflación que parece no tener fin.

El artículo menciona «la represión actual de las protestas pacíficas en la isla». Luego señala que «las empresas de Colorado tienen un interés de larga data en las oportunidades comerciales con Cuba y varias delegaciones de habitantes de Colorado visitan la isla cada año y participan en intercambios culturales y humanitarios.»

Más adelante – luego de un breve bosquejo histórico de la Cuba colonial y la Cuba pre 1959 – Alejo detalla sobre la llamada Revolución cubana:

«(…) lamentablemente, también demostró ser más eficaz que los regímenes anteriores para afianzar el gobierno unipersonal y reprimir la disidencia, incluido el encarcelamiento, el exilio y el asesinato de las voces carismáticas de la oposición,» para luego plantear que «esta intolerancia por la disidencia ha atraído renovada atención con la respuesta del gobierno en julio y noviembre pasados ​​a las protestas de artistas y otros que pedían reformas.»

«Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Unión Europea han condenado el arresto, el abuso y la detención continua de cientos de manifestantes pacíficos, incluidos muchos menores de 18 años, y el acoso de cientos de personas más. Muchos de los manifestantes actualmente enjuiciados enfrentan hasta 30 años de prisión,» expresa en otro de sus párrafos.

La «solución» no viene en cajita de cumpleaños

«Surge la pregunta de cómo debería responder Estados Unidos,» indica luego la columnista. Y sugiere.

«Primero, necesitamos reformular nuestro enfoque, (…) que “mucho de lo que pasa por ‘Relaciones Exteriores de Cuba’ es, de hecho, Cuba representada como un país sobre el que se actúa y sin agencia; Cuba como objeto de la historia, no como sujeto… como colonia de España, como cliente de Estados Unidos, como apoderado de la Unión Soviética… en función de la historia de otro país”.

La columnista expresa su convencimiento de que «es poco probable que el embargo, más específicamente las partes codificadas en el estatuto, sea levantado pronto por un Congreso profundamente dividido,» para reconocer algo que ningún medio oficialista cubano reconoce: que «aunque con excepciones limitadas al embargo para la exportación de alimentos, medicinas y suministros médicos, Estados Unidos se ha mantenido entre los principales socios comerciales de Cuba durante las últimas dos décadas.»

Según su experiencia en la isla, ella constata un empresariado emergente que se vislumbra así mismo como fundamental para lograr el bienestar personal primero, el de sus empleados después, y quizás luego, el del pueblo en la totatidad.

«Esta es su visión del futuro, liderada por los cubanos,» señala Alejo y de inmediato acota:

«Su frustración más importante para lograr ese futuro es con las políticas y prácticas de su propio gobierno.»

La columnista agrega que «recientemente, el gobierno cubano ha dado algunos pasos para expandir el sector privado, autorizando cientos de pequeñas y medianas empresas privadas y presentando una propuesta para permitir, por primera vez, la inversión extranjera directa en esas empresas», pero luego detalla con precisión quirúrgica que «siguen existiendo restricciones asfixiantes sobre el tamaño, las categorías y la expansión de las empresas privadas; y el gobierno cubano tiene autoridad inapelable bajo su “Decreto Ley 149” para confiscar empresas que se hayan involucrado en “enriquecimiento indebido”.

Totalitarismo, le llaman.

Alejo sugiere que «más allá de condenas y sanciones, la política estadounidense debe centrarse en apoyar las aspiraciones de los cubanos, tanto de los artistas que valientemente alzan la voz como de los que laboran en empresas emprendedoras,» y señala que «la administración de Biden compartió recientemente que ha “pulsado el botón de pausa” en la política de Estados Unidos hacia Cuba.»

Su idea al final plantea un pero. Una especie de dicotomía, al sugerir que «EE. UU. debería avanzar en la relajación de las restricciones de viaje y los límites a las remesas en apoyo del pueblo cubano, como se comprometió a hacer el candidato Biden» y menciona que «la política interna en Florida ha cambiado significativamente a favor de una línea más dura sobre Cuba.»

«Vale la pena señalar, dice después, que dos tercios de los cubanoamericanos en el sur de Florida apoyan la reanudación de los viajes aéreos desde EE. UU. a todas las regiones de la isla y aproximadamente la mitad de las familias cubanoamericanas envían remesas a sus familiares.

«Si bien existen preocupaciones válidas sobre el papel del ejército cubano en las remesas, los principales beneficiarios son las dos terceras partes de los cubanos que dependen de la ayuda de familiares en el extranjero, incluidos muchos de los empresarios cubanos que representan la mejor esperanza para una transición a una economía de libre mercado.

«Ha llegado el momento de que la administración Biden levante el dedo del “botón de pausa” y no demore más las acciones específicas y urgentes para apoyar al pueblo cubano,» concluye la columnista.

Un amigo anciano, viejo conocedor de la política y el estira y encoge entre Cuba y los EE.UU. asegura que el gobierno de La Habana pudiera conseguir al menos «una remesa» si liberara a todos los presos políticos encarcelados con posterioridad al 11 de julio.

En una Cuba de los 80´y 90´sin la internet y las redes sociales a la mano para denunciar la actuación de sus fuerzas policiales o divulgar sobre los presos políticos, el gobierno de La Habana tenía todas las de ganar, agrega.

«Pero ahora no. Ya todo el mundo ha visto lo que son y lo que dan. Ya todos saben lo que siempre han sido. Biden no entiende con los Derechos Humanos. Biden pudo haber prometido castillos y haberles dado el cielo. La Habana aún no se ha dado cuenta que si reprime y no da garantías en materias de derechos ciudadanos, no habrá cambios. Y ciertamente, el embargo/bloqueo continuará,» afirma vía telefónica antes de expresar:

«Yo creo, no sé cómo lo veas tú, que la pelota está en la cancha del Comité Central.»

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