Patrick Brown, un hombre de Nueva Orleans, otro ciudadano afronorteamericano, salió de prisión después de pasar 29 años tras las rejas por una violación que no cometió, dijo WSVN.
La víctima, su hijastra de 6 años, ha sostenido constantemente durante 20 años que él no fue quien la agredió. Sin embargo, Patrick Brown estuvo a punto de cumplir tres décadas tras los barrotes.
Patrick Brown fue condenado en 1994 sobre la base del testimonio de adultos que transmitieron lo que creían que había dicho la víctima, ya que ella no testificó ante el tribunal.
La víctima, sin embargo, había solicitado repetidamente una revisión del caso y el enjuiciamiento del perpetrador real, lo que llevó a la Oficina del Fiscal del Distrito de la Parroquia de Orleans a investigar.
La división de derechos civiles de la oficina encontró evidencia que corroboraba el relato de la víctima y trató de rectificar la condena injusta. Patrick Brown fue liberado luego de una decisión del tribunal de distrito penal de anular su condena, y la víctima, ahora ya adulta, testificó durante el proceso.
El fiscal de distrito de la parroquia de Orleans, Jason Williams, expresó su compromiso de revisar los cargos contra el perpetrador real.
Kelly Orian, directora de la Clínica de Descarcelamiento y Reingreso a la Comunidad de la Facultad de Derecho de la Universidad de Virginia, que representó a Patrick Brown, elogió a la División de Derechos Civiles por tomarse a la víctima en serio.
«Escucharon a la víctima en este caso la primera vez que se acercó, en lugar de de ignorarla como lo hicieron sus predecesores durante más de 20 años».
El fiscal de distrito de la parroquia de Orleans, Jason Williams, ha establecido la división de derechos civiles para abordar las condenas injustas y las sentencias excesivas. La división ha intervenido en 284 casos desde 2021, lo que resultó en un ahorro estimado de $266 millones para los contribuyentes en encarcelamiento de por vida.
Williams enfatizó el impacto de las condenas injustas en la seguridad pública y afirmó:
«Cuando alguien es condenado injustamente, no solo es una injusticia para la persona a la que le robaron años de su vida, sino que es una injusticia para la víctima y la gente (…) porque el verdadero perpetrador se queda en nuestra comunidad para dañar a otros».
El caso destaca la importancia de escuchar y creer a los sobrevivientes de agresión sexual, y los esfuerzos que se realizan para abordar las condenas injustas y rectificar las injusticias del pasado.
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