Turismo cubano profundiza su crisis en 2025

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La narrativa oficial volvió a chocar en 2025 con una realidad que ya no se disimula ni en los propios datos del Estado cubano. El turismo, presentado durante años como el motor llamado a sostener la economía, cerró los primeros diez meses del año con una caída que confirma algo más profundo que una mala temporada. Según cifras de la Oficina Nacional de Estadística e Información, citadas por dos medios que abordan el tema, entre enero y octubre llegaron a la isla 1.366.720 visitantes internacionales, un 20,5 por ciento menos que en el mismo período de 2024. No es un ajuste leve ni un tropiezo coyuntural: es un retroceso que atraviesa casi todos los mercados clave.

En los hoteles, en los aeropuertos y en las calles más dependientes del gasto extranjero, el impacto se siente desde hace meses. Operadores turísticos y pequeños negocios describen habitaciones vacías, rutas aéreas recortadas y una demanda que no despega ni siquiera en la llamada “temporada alta”. La isla cuenta con unas 84.000 habitaciones hoteleras y con la presencia de 19 cadenas extranjeras que operan bajo contratos de gestión o empresas mixtas, pero esa infraestructura no ha logrado compensar la pérdida de confianza ni la erosión de la experiencia del visitante.

La caída no responde a un solo origen. Canadá, históricamente el principal emisor de turistas hacia Cuba, pasó de casi 696.000 visitantes en 2024 a poco menos de 560.000 en los primeros diez meses de 2025. El turismo de la diáspora cubana, crucial no solo por volumen sino por gasto, también se contrajo de forma significativa. Rusia, que había sido promovida como mercado alternativo gracias a vuelos directos y acuerdos bilaterales, registró un desplome aún más brusco. Europa siguió el mismo camino: Alemania, España y otros países redujeron su presencia de manera visible. Solo algunos mercados sudamericanos, como Argentina, Colombia, Brasil o Perú, mostraron leves incrementos, insuficientes para revertir la tendencia general.

Detrás de esos números hay un deterioro que va más allá del sector turístico. Economistas y analistas coinciden en que la caída refleja el desgaste acumulado de la economía cubana en su conjunto. El turismo no es solo hoteles y resorts: de él dependen taxis, restaurantes, guías, artesanos y una red de actividades informales que alimentan a miles de familias. Cuando los visitantes faltan, el golpe se extiende de forma inmediata a esos ingresos cotidianos.

A ese escenario se sumó en 2025 un factor que ya pesa en la decisión de viaje antes incluso de comprar un boleto: la crisis energética. Los apagones prolongados se convirtieron en parte de la rutina nacional y obligaron a los hoteles a operar con generadores para sostener servicios básicos como climatización, iluminación o bombeo de agua. La escasez de combustible, además, encareció el transporte y complicó los traslados internos, debilitando aún más la experiencia del turista. Aunque el huracán Melissa, en octubre, no causó daños masivos en la infraestructura turística, sí reforzó la percepción de riesgo climático en el Caribe y añadió un elemento más a la lista de dudas.

El horizonte macroeconómico tampoco ayuda a sostener expectativas. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe proyectó para Cuba una contracción del PIB del 1,5 por ciento en 2025 y solo prevé un crecimiento marginal en 2026, condicionado a una eventual estabilización energética y a un alivio de las presiones externas. En ese contexto, las campañas promocionales y los incentivos a la inversión turística parecen insuficientes frente a problemas estructurales que no se resuelven con marketing.

Lo que muestran las cifras de 2025 no es solo una mala racha turística, sino la distancia creciente entre los discursos de recuperación y las condiciones reales del país. Mientras no se aborden de fondo la crisis energética, el entorno económico y la credibilidad del destino, el turismo cubano seguirá moviéndose en terreno descendente, con hoteles abiertos pero cada vez menos llenos, y con una economía que ya no puede permitirse que su principal vitrina permanezca apagada.

Con información de Travel Mole y Travel and Tour World.

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