Varios países de la región se preparan para lo que viene o para lo que ya llegó, mejor dicho: Donald Trump
Esta frase coloquial que combina «sal para fuera», común en el habla popular en países como Cuba, aunque gramaticalmente redundante, ya que «sal» ya implica moverse hacia fuera, es lo que se ha formado tras la llegada y posicionamiento en la Silla Oval del nuevo presidente de lo Estados Unidos: el «retornado» Donald Trump.
Aunque en contextos formales la frase «sal pa afuera» no es adecuada, y lo correcto sería simplemente «sal fuera», bien, dejémos la gramática y concentrémonos en lo que ha sucedido.
El «sal pa fuera» en Cuba: Miedo y temblores en el castrismo
En su primer día de mandato, Donald Trump no dejó lugar a especulaciones. Mientras otros presidentes hubiesen optado por celebraciones o tareas diplomáticas más ligeras, él tomó decisiones que afectaron directamente al castrismo. Cuba regresó de inmediato a la lista de países patrocinadores del terrorismo, una medida que Biden había revertido apenas una semana antes. Este golpe al régimen, lejos de ser simbólico, representa una serie de restricciones financieras y económicas que estrangulan más a una economía ya en ruinas.
Desde La Habana, una Declaración del Gobierno Revolucionario era publicada en el diario oficialista Granma, detallando entre otras cosas que, a pesar de todo, Cuba «vencerá».
La declaración condena las primeras acciones de Donald Trump tras asumir la presidencia de Estados Unidos, calificándolas como una agresión imperialista. Entre estas medidas se incluye la reincorporación de Cuba a la lista de Estados patrocinadores del terrorismo y el refuerzo del bloqueo económico, acciones consideradas como un intento de asfixiar a la nación y someterla a la hegemonía estadounidense.
El texto acusa a Trump de actuar con ambiciones imperialistas y de seguir políticas históricas de dominación como la Doctrina Monroe, y también responsabiliza a políticos y grupos anticastristas de agravar la situación económica y migratoria del país.
En la declaración se reafirma su compromiso con el socialismo y la independencia nacional, destacando la solidaridad internacional recibida y la convicción del pueblo cubano de superar los retos; y concluye con un llamado a la resistencia, ratificando la voluntad de defender la soberanía de Cuba y el lema revolucionario: “Patria o Muerte, Venceremos.”
A la protesta se sumaron Díaz-Canel y su Canciller, Bruno Rodríguez. El designado llamó «acto de arrogancia y desprecio por la verdad», el restablecimiento de Cuba en la fatídica lista.
Presidente Trump, en acto de arrogancia y desprecio por la verdad, acaba de restablecer la fraudulenta designación de Cuba como estado patrocinador del terrorismo. No sorprende. Su objetivo es seguir fortaleciendo la cruel guerra económica contra Cuba con fines de dominación.
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) January 21, 2025
Bruno, por su parte, dijo que Trump estaba «ebrio de arrogancia», al tiempo que criticaba algunas decisiones «globales», como la de «cambiar el mapa del hemisferio a su antojo».
Ebrio de arrogancia, el Pdte #Trump decide sin razones que #Cuba patrocina el terrorismo. Sabe que MIENTE. Su empeño es incrementar el castigo y la guerra económica contra las familias cubanas. Causará daño, pero no doblegará la firme determinación de nuestro pueblo. Venceremos.
— Bruno Rodríguez P (@BrunoRguezP) January 21, 2025
Decisiones de #Trump sobre #Cuba se suman a nuevas medidas medievales y de retroceso civilizatorio: apoyar el genocidio palestino, abandonar el acuerdo de cambio climático, la OMS, cacería de emigrantes, conquistar territorios y cambiar el mapa del hemisferio a su antojo
— Bruno Rodríguez P (@BrunoRguezP) January 21, 2025
El castrismo está «temblando y no de frío, sino de miedo», como apuntó un analista. Las palabras de Trump en su discurso inaugural no dejaron dudas sobre sus intenciones: no hay espacio para «brechas» en el muro de sanciones contra el régimen cubano. Las excarcelaciones de presos políticos, que La Habana intentó presentar como un «gesto de buena voluntad», no le sirvieron de nada ante un presidente que busca “ir a por todo” con un Secretario de Estado como el cubanoamericano Marco Rubio. A esto se sumaría la intención de revisar los nexos económicos de empresas en Estados Unidos con las MIPYMES cubanas, muchas de las cuales están vinculadas al conglomerado militar GAESA.
El panorama es aún más complicado con la posibilidad de que Trump busque recuperar el control del Canal de Panamá, lo que afectaría una de las principales vías comerciales de Cuba y otros países aliados.
México: La cancelación del CBP One y un muro migratorio invisible
En México, la llegada de Trump también se sintió como un terremoto. Su decisión de cancelar la aplicación CBP One, que permitía a miles de migrantes programar citas para entrar legalmente a Estados Unidos, dejó a cientos de miles de personas varadas en las fronteras mexicanas. Albergues en ciudades como Tijuana y Tapachula se encuentran desbordados, con migrantes que ahora enfrentan un futuro incierto.
“Fue desolador escuchar que cumplía la amenaza”, comentó Gabriela Hernández, directora de un albergue en Ciudad de México citada por el diario 14ymedio.
La cancelación también afectó a miles de cubanos, venezolanos y centroamericanos que dependían de este mecanismo para regularizar su estatus migratorio. Con el cierre de estas opciones legales, aumenta la presión sobre las autoridades mexicanas para atender una crisis humanitaria de enormes proporciones.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha prometido «atención humanitaria», pero también dejó claro que el objetivo es la repatriación de los migrantes a sus países de origen, una tarea complicada dada la magnitud del problema.
Venezuela: Sin petróleo y con deportaciones masivas
El impacto en Venezuela no se hizo esperar. Trump anunció que su administración probablemente dejaría de importar petróleo venezolano, lo que representaría un duro golpe para el régimen de Nicolás Maduro, que depende en gran medida de las exportaciones de crudo para mantener su precaria economía.
Además, se plantea la posibilidad de deportaciones masivas de inmigrantes venezolanos, entre otros, que han llegado a Estados Unidos en los últimos años.
En ese sentido se manifestó el Departamento de Seguridad Nacional al anunciar nuevas directivas bajo la dirección de la secretaria interina Benjamine Huffman que buscan fortalecer la aplicación de la ley de inmigración.
El primero de los decretos anula las restricciones de la era Biden a la aplicación de la ley cerca de áreas “sensibles” como escuelas e iglesias, permitiendo que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) actúen libremente.
El segundo pone fin al uso generalizado de la libertad condicional humanitaria, devolviéndola a evaluaciones caso por caso y eliminando gradualmente los programas considerados incompatibles con la ley. El DHS hizo hincapié en empoderar a ICE y CBP para detener a extranjeros delincuentes y restaurar la intención original del programa de libertad condicional, revocando políticas que permitieron que 1,5 millones de migrantes ingresaran indiscriminadamente bajo la Administración Biden.
Aunque el chavismo intenta enviar «señales de acercamiento» al nuevo gobierno estadounidense, como la disposición a aceptar vuelos de repatriación, la postura de Trump hacia los regímenes autoritarios de la región parece inquebrantable.
La respuesta de los regímenes autoritarios
En Cuba y Venezuela, las reacciones no se hicieron esperar. Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro han calificado las medidas de Trump como «arrogantes» y «despiadadas», mientras arremeten contra políticos de origen cubano como Marco Rubio, ahora secretario de Estado, a quienes culpan de la «guerra económica». Sin embargo, las palabras parecen vacías frente a un mandatario que ha demostrado actuar con rapidez y determinación.
Un «sal pa fuera» que trasciende fronteras
La llegada de Trump al poder ha reconfigurado el panorama político en América Latina. Con medidas contundentes en sus primeras horas de gobierno, ha dejado claro que no habrá espacio para medias tintas. En Cuba, México y Venezuela, el «sal pa fuera» no es solo una frase coloquial; es el reflejo de cómo sus políticas han desatado un torbellino de cambios que prometen redefinir las relaciones entre Estados Unidos y la región.
El despliegue de la Guardia Costera: Una nueva barrera en el mar
Un elemento crucial en las nuevas políticas de Trump ha sido el despliegue inmediato de activos navales de la Guardia Costera de Estados Unidos en la frontera marítima con Cuba. Este operativo, anunciado apenas horas después de la asunción presidencial, busca frenar la migración irregular y el tráfico de drogas en las aguas cercanas a la isla. El almirante Kevin Lunday, comandante interino de la Guardia Costera, subrayó que estas medidas son parte de un esfuerzo mayor para proteger las fronteras marítimas y garantizar la soberanía estadounidense.
«Según las órdenes ejecutivas del presidente, he instruido a mis comandantes operacionales a desplegar de inmediato activos—cortadores, aeronaves, embarcaciones y fuerzas especializadas desplegables—para aumentar la presencia de la Guardia Costera, enfocándose en áreas clave», expresó el oficial.
Las áreas que mayor atención tendrán serán: la frontera sureste de EE. UU., que se extiende hacia Florida, ruta utilizada por migrantes de Haití y Cuba fundamentalmente.
También se reforzará la frontera marítima alrededor de Alaska, Hawaii y otros territorios de EE. UU. como: Guam, las Islas Marianas del Norte, Samoa Americana, Puerto Rico y las Islas Vírgenes de EE.UU; la frontera marítima entre Texas y México en el Golfo de México; y la frontera marítima entre las Bahamas y el sur de Florida y la frontera marítima suroeste entre EE. UU. y México en el Pacífico.
WASHINGTON – The Coast Guard announced immediate action on executive orders issued by the White House Tuesday.
— U.S. Coast Guard (@USCG) January 22, 2025
Read the Press Release Here: https://t.co/HaGJ3xqiA9 pic.twitter.com/8JZEolBINf
El despliegue incluye cortadores, aeronaves y embarcaciones especializadas que patrullarán áreas clave, como la frontera sureste de Estados Unidos y las aguas cercanas a Florida y las Bahamas. Con esto, Trump pretende no solo disuadir intentos de migración masiva, sino también enviar un mensaje claro de que no habrá tolerancia hacia quienes intenten burlar las leyes migratorias estadounidenses.