En un extenso análisis publicado por The Hill, el periodista Daniel Allott advierte que mientras el colapso venezolano continúa acaparando titulares, Cuba atraviesa un proceso similar, más silencioso pero igualmente devastador. El artículo, titulado “Venezuela is collapsing — and don’t look now, but so is Cuba”, describe una isla marcada por apagones constantes, inflación galopante, emigración masiva y el desmantelamiento de sus sectores estratégicos.
Según The Hill, el país experimentó su cuarto apagón nacional en menos de un año, consecuencia de una red eléctrica corroída por décadas de desinversión y el uso de crudo de baja calidad. La dependencia del petróleo venezolano, base del intercambio político y económico entre La Habana y Caracas, se ha vuelto insostenible: los envíos de combustible cayeron de unos 56 mil barriles diarios en 2023 a apenas ocho mil en junio de 2025. Aunque Rusia y México han enviado cargamentos de emergencia, la inestabilidad persiste.
El colapso energético se refleja en la vida cotidiana. The Hill señala que los salarios estatales apenas superan los 20 dólares mensuales y que la población sobrevive entre mercados dolarizados, transporte precario y escasez generalizada. La emblemática industria azucarera, símbolo de la identidad cubana, se desploma a niveles no vistos desde el siglo XIX, obligando incluso a importar azúcar.
El éxodo agrava la crisis: unos dos millones de cubanos —casi una quinta parte de la población— han abandonado la isla en los últimos cuatro años. El artículo destaca que hospitales, escuelas y pequeños negocios sufren la falta de profesionales, mientras la vida pública se marchita bajo el control de un liderazgo envejecido encabezado por Miguel Díaz-Canel y tutelado por Raúl Castro.
Para Allott, tanto Cuba como Venezuela repiten el mismo patrón: regímenes que priorizan el control político sobre la prosperidad, reprimen la disidencia y dependen de alianzas externas cada vez más frágiles. La caída simultánea de ambos, advierte The Hill, podría tener consecuencias regionales profundas, con nuevos flujos migratorios, inestabilidad y una amenaza latente a solo 90 millas de Florida.



















