La culpa, según Los Ángeles Times, era del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, que filtró "accidentalmente" al gobierno de Cuba "que cubanos en peligro de ser deportados habían buscado protección en los Estados Unidos".
El caso del joven cubano Adrián Alejandro Cruz González nos ilustra a la perfección cómo, entre un proceso y otro, el tiempo es muy breve; tan breve que, aún cuando el migrante tiene derecho a tener un abogado, la prontitud con la que se realiza el proceso, e incluso el desconocimiento, puede proceder de manera negativa contra la persona que busca el Asilo Político y terminar con una orden de deportación.
Un cubano denuncia que el oficial de Inmigración que escuchó sus argumentos en la frontera sobre el motivo de su llegada a los EE.UU. consideró en 5 minutos que no había motivos para el llamado "miedo creíble" y le dijo que además, por ese motivo, quedaba sujeto a posible deportación.