La cifra de muertos por el devastador terremoto que sacudió Myanmar (Birmania) el pasado viernes ha ascendido a 1,644 personas, según los últimos informes, mientras continúan las labores de rescate entre escombros y ruinas. El desastre natural, de magnitud 7.7, se produjo al mediodía con epicentro cerca de Mandalay, y ha dejado un rastro de destrucción a lo largo de varias regiones del país. Se espera que la cifra aumente aún más, ya que muchas áreas siguen incomunicadas y los esfuerzos de búsqueda se ven obstaculizados por las difíciles condiciones del terreno y la guerra civil en curso.
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El número de heridos supera ya los 3,400 y al menos 139 personas continúan desaparecidas, según datos proporcionados por autoridades locales y agencias de ayuda internacional. Además, la intensa ola de calor, con temperaturas de hasta 41 grados Celsius, y la escasez de maquinaria pesada complican la remoción de escombros, que en muchos lugares se realiza a mano por parte de vecinos y voluntarios.
La situación es particularmente grave en Mandalay y Naypyitaw, las dos principales ciudades afectadas. En Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, el olor de cuerpos en descomposición impregna las calles, según reportes de Associated Press. La gente duerme en las aceras, no solo por la pérdida de viviendas, sino por el temor a nuevos derrumbes provocados por réplicas, como la de magnitud 5.1 que sacudió la zona el domingo por la tarde.
La devastación se extiende por las regiones de Sagaing, Magway, Bago y el estado de Shan, atravesadas por la falla de Sagaing, una zona de alta actividad sísmica. Según el sismólogo británico Brian Baptie, la intensidad del temblor en áreas donde predominan construcciones de ladrillo sin refuerzo estructural ha multiplicado el desastre.
A nivel internacional, la ayuda ha comenzado a llegar, pero lentamente. El aeropuerto de Naypyitaw quedó inhabilitado tras el colapso de su torre de control, y el de Mandalay también sufrió daños. Convoys desde China con 17 camiones cargados de medicinas y suministros están en camino, y India, Rusia, Malasia, Singapur y Tailandia han enviado personal médico y equipos de búsqueda.
En Tailandia, país vecino, el terremoto también causó daños y al menos 18 muertos, la mayoría por el colapso de un edificio en construcción en Bangkok, a más de 1,300 kilómetros del epicentro.
A medida que las horas pasan, la ventana para encontrar sobrevivientes se reduce. Organizaciones como Catholic Relief Services alertan sobre la falta de suministros médicos, alimentos y agua potable. Y aunque el ejército birmano ha dicho estar dispuesto a aceptar ayuda extranjera, persiste la preocupación de que los insumos se politicen o no lleguen a quienes más lo necesitan.