El senador estadounidense Bob Menéndez, quien ha sido una figura destacada en la política de Estados Unidos respecto a Cuba, está ya en proceso de abandonar su oficina en el edificio Hart del Senado, recoge el portal The Nation. Menéndez, uno de los legisladores más controvertidos de los últimos tiempos, fue condenado el 16 de julio por 16 cargos de soborno, extorsión y actuar como agente extranjero no registrado, lo que expuso cómo abusó de su poder e influencia como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado para su beneficio personal.
Según un artículo de William M. LeoGrande y Peter Kornbluh en The Nation, esta salida podría tener implicaciones positivas para las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, especialmente si la vicepresidenta Kamala Harris logra superar a Donald Trump en futuras elecciones.
Menéndez, originario de Union City, Nueva Jersey, una comunidad con una alta concentración de exiliados cubanos, ha sido una voz inflexible en contra de cualquier medida para relajar las tensiones con Cuba dentro de la bancada demócrata en el Senado. Muchas de las medidas de relajación de la política hacia la isla, encontraron en Menéndez un escollo imposible de superar. Con su influencia entre otros colegas, no pocos momentos de bondad demócrata hacia La Habana, quedaron precisamente en eso: en un intento.
«Menéndez se ha opuesto consistentemente a cualquier intento de mejorar las relaciones con Cuba, incluso bloqueando un proyecto de ley de apropiaciones porque facilitaba las ventas agrícolas a Cuba y relajaba las restricciones de viaje,» dicen los periodistas en su reseña.
Fue un obstáculo durante la administración de Obama, oponiéndose a las políticas de normalización y criticando cada paso hacia la apertura con Cuba. Sus acciones contribuyeron a mantener un enfoque de sanciones económicas que han exacerbado la crisis migratoria en Cuba. Su influencia sobre la política hacia Cuba se debe en parte a su relación personal con Joe Biden y su posición como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, agregan.
A lo largo de su carrera, señala The Nation, Menéndez recibió apoyo financiero significativo de los cubanoamericanos más militantes y adinerados de Florida, quienes contribuyeron un millón de dólares a sus campañas entre 1992 y 2006. Esta postura intransigente se reflejó en su coauspicio de la Ley de Solidaridad y Libertad Cubana de 1996 (conocida como Helms-Burton), que ha limitado la capacidad de los presidentes estadounidenses para comprometerse con Cuba.
Durante su juicio por corrupción, Menéndez intentó justificar los $635,000 en efectivo y barras de oro encontrados en su hogar argumentando que se trataba de una tradición familiar para protegerse de confiscaciones, una excusa que el jurado no aceptó.
Ahora, su retirada, abre la posibilidad de un cambio en la política de Estados Unidos hacia Cuba si, y solo si Kamala Harris logra ganar las elecciones venideras. Si Harris llega al poder, «se podría promover una política de compromiso que alivie la crisis humanitaria en la isla y ofrezca a los cubanos una perspectiva de un futuro más brillante, alejándose de la mentalidad de la Guerra Fría que ha dominado la política estadounidense hacia Cuba durante décadas», señala el artículo, que entendido de otra manera significa que a partir de la salida de Menéndez, no se presume que nadie dentro del Partido Demócrata pueda hacer peso y contrapartida, en contra de los intereses de ser un buen vecino.
Otra cosa sucederá si es finalmente Trump quien llega nuevamente a la Casa Blanca, pero esa posibilidad, abre otro abanico.
