Sin estruendos ni traiciones, la amistad entre la actriz cubana Aly Sánchez y la millonaria Camila Guiribitey -ambas también influencers- se ha apagado definitivamente. Pero, como bien ha aclarado la famosa dentista, este es uno de esos vínculos personales que no se rompen, simplemente se diluyen.
La noticia no llegó con drama ni titulares sensacionalistas. Fue Camila, con su habitual serenidad, quien decidió ponerle palabras al distanciamiento. Lo hizo en una transmisión en directo a través de sus redes sociales, donde reconoció que la amistad que tanto mostraron en redes ahora solo existe en la memoria.
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“Nos alejamos, mis amores”, dijo con tono suave pero firme. Lo repitió más de una vez: no hubo discusiones, ni traiciones, ni decepciones que sirvieran de punto de quiebre. Simplemente, la conexión dejó de fluir. “Fue un cúmulo de cosas que nos fue separando poco a poco”, explicó la empresaria, dejando claro que no hubo un gran drama detrás de la distancia. “No hay un evento específico. No es que ella me haya hecho algo malo. Solamente nos fuimos alejando”.
El relato fue aún más íntimo cuando recordó lo cercanas que llegaron a ser. “Antes hablábamos desde que nos despertábamos hasta que nos íbamos a dormir. Hacíamos casi todo juntas”, rememoró con una mezcla de nostalgia y afecto.
Camila no escondió la tristeza que le causa esta transformación. “Yo la consideraba mi mejor amiga. Sí, duele, de cierta manera”. Incluso relató que le envió una invitación al cumpleaños de su hija Alma, y que Aly respondió con un comentario amable. Pese a la desilusión, Guiribitey se mostró elegante y respetuosa en todo momento. “Yo la quiero mucho, y sé que ella también me quiere mucho. Pero nuestras vidas no están alineadas en este momento”.
En un mundo digital donde los conflictos suelen estallar en vivos, el silencio entre ambas dice más que cualquier polémica. Lo que se rompió aquí no fue una relación por escándalo, sino una asincronía. “Hay amistades que se quedan para siempre y otras que se transforman. Y está bien”, concluyó Camila, con la madurez de quien entiende que los afectos, como los ciclos lunares, también cambian de fase.