Prensa oficial pide que las colas no dañen “la imagen de la sociedad”

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El periódico oficial Tribuna de La Habana manifestó haber “constatado actitudes negativas por parte de algunos ciudadanos durante su desempeño en las colas”, grandes habituales en el paisaje social de la Cuba de hoy, dadas las enormes carencias en la distribución y venta de productos básicos de alimento e higiene, y el medio solicitó que “independientemente de las insuficiencias que tengamos al comprar productos básicos de la canasta familiar, hay que evitar caer en mezquindades que dañan la imagen de una sociedad con una población que mayoritariamente lucha por la sostenibilidad de la paz y la seguridad alimentaria, sin descuidar la soberanía nacional”.

Las “colas” cubanas duran un promedio de 8 horas, lo que implica que la “jornada laboral” de muchos cubanos es invertida por completo en la adquisición de un mínimo de productos racionados, como pollo, picadillo, perros calientes (el famoso “perrito”), aceite, refresco, champú, toallitas húmedas, colonias, cigarrillos, culeros, muchos de los cuales los revenden a otros ciudadanos al 200, 300 y hasta 500 % de sus valores originales, para sobrevivir y poder comprar otros productos para la subsistencia directa.

Muchas de las colas inician antes de las 12:00 de la noche, cuando se reparten pre-tickets y tickets a personas que permanecen toda la madrugada guardando turnos que venden a otros o para sí mismo, hasta que abre la tienda sobre las 9:00 am o arriban a cualquier hora los productos esperados, de intermitente frecuencia. Así que aunque se madrugue, no siempre Dios ayuda. Y se sabe cuándo se comienza con una cola, pero nunca cuándo se termina con ella.

Las colas cubanas provocan grandes tensiones entre los ciudadanos cubanos, que van perdiendo la paciencia y el buen talante a medida que pasan las horas, y cuándo muchos ven a otros intentar “colarse” para comprar primero que los que hace horas esperan, pues no siempre reaccionan de la manera más “civilizada” que requiere la reportera de Tribuna en el artículo en cuestión titulado “Actitudes negativas en las colas laceran la sociedad”.

El periódico se limita a calificar a las colas como “poco agradables” pero “sin duda necesarias”, y declara que “actualmente son indispensables ante etapas coyunturales como por las que hoy transita el mundo y Cuba (con un bloqueo económico, comercial y financiero vilmente recrudecido en un contexto de letal pandemia de COVID- 19), de manera compleja. Pero ello no justifica la indisciplina social ni el empleo de palabras obscenas distantes de la civilización.”

Desgraciadamente, la desesperación, la inseguridad de llegar a adquirir los productos deseados —ya por los “colados” que hacen crecer la cola hacia adelante y no hacia atrás, ya por la inestabilidad en la distribución de los productos, que deben ser perseguidos por días hasta que arriban— sí justifican los estallidos violentos de muchas personas cuando ven colmada una paciencia que tiene límites. La violencia siempre debe ser reprobada, sin dudas, pero cuando el mamut se pone difícil de conseguir, a las personas les crecen garrotes en las manos y van con todo a por la comida huidiza.

Las “actitudes negativas” solo desaparecerán cuando desaparezcan las colas, cuando el gobierno se abra a nuevas formas de gestión económica que descentralicen el inefectivo control que ejerce “Palacio”, el Partido y las FAR sobre toda la economía cubana, y que está más que probado que es inefectivo, no importa cuántos ordenamientos fallidos ideen las autoridades. No todo es culpa de la Covid-19 y el bloqueo.

Precisamente, Tribuna debería reflexionar sobre la medida, con olor a desesperación, recientemente tomada por el gobierno de eliminar cualquier control sanitario en los aeropuertos, con tal de estimular el deprimido turismo a como dé lugar y buscar llenar los lujosos y vacíos hoteles que no dejan de construir e inaugurar a lo largo de toda la isla.

Esta decisión irresponsable puede dar al traste con las “cinco vacunas” que celebra el texto, luego que abandona el tema de las colas y pasa a elogiar los logros oficiales, e irrespeta por completo “la sabiduría de los hombres y mujeres de batas blancas, junto al potencial científico cubano creado a lo largo de estos años” y sus “conquistas”.

No es tan sencillo ni llano el tema de los constantes estallidos de violencia en las colas cubanas. No toda la culpa es de los “mercenarios”, “anexionistas”, “delincuentes” y “confundidos” que fueron “manipulados” el 11J, y luego reprimidos. Estos estallidos, justos o no, son sobre todo válvulas de escape a la desesperación contenida, a la desesperanza que anida en millones de corazones y que finalmente lleva solo a dos caminos tristes: la desobediencia ciudadana y la estampida migratoria por más peligrosa que sean las vías y medios escogidos.

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