Dos trágicos episodios ocurridos recientemente en Rusia y Estados Unidos han puesto en el centro del debate la seguridad en hogares con mascotas. En ambos casos, perros que formaban parte del entorno familiar terminaron arrebatando la vida de dos bebés en circunstancias dolorosas y, según los expertos, prevenibles.
En la ciudad de Seversk, Siberia, un perro salchicha de ocho años atacó a un bebé de apenas un mes mientras dormía en su cuna. El animal, que según reportes ya había mostrado signos de agresividad tras la llegada del recién nacido, fue protagonista de una escena que parece sacada de una pesadilla. La familia, preocupada por el comportamiento del perro, había consultado previamente a veterinarios para considerar la eutanasia, pero al no presentar problemas de salud evidentes, los especialistas se negaron a sacrificarlo. Aquella noche, por descuido del padre, el perro quedó suelto y se abalanzó sobre el bebé mientras dormía, causándole la muerte. La madre, devastada, encontró el terrible escenario a la mañana siguiente. Las autoridades locales abrieron una investigación por «causar la muerte por negligencia», mientras el caso avivó las discusiones sobre la convivencia de animales con niños pequeños.
En Estados Unidos, específicamente en la ciudad de Alabaster, Alabama, un hecho similar conmovió a la comunidad. Ember Renee Southard, una bebé de seis meses, perdió la vida tras ser atacada por un American Bully de 11 años en la casa de un familiar. La madre de la niña, Anna Southard, explicó que había salido brevemente para llevar a su abuela a una cita médica, confiando en que la bebé estaría segura durante esos 20 minutos. Sin embargo, el familiar que la cuidaba se quedó dormido con la bebé sobre el pecho, y al deslizarse esta al suelo, el perro se abalanzó sobre ella, provocando heridas fatales.
Pese a los esfuerzos del personal médico en el hospital Children’s of Alabama, la pequeña Ember no logró sobrevivir. Su madre, destrozada por la pérdida, describió a su hija como un bebé alegre, cariñoso y con una sonrisa que iluminaba a quienes la rodeaban. A pesar del dolor, Anna decidió no presentar cargos contra el familiar responsable, considerando que la culpa y la consciencia del error serán un castigo suficiente.
La familia Southard ha lanzado una campaña en GoFundMe para cubrir los gastos del funeral y la sepultura de la pequeña Ember. En sus palabras, la madre expresó que el mejor homenaje que pueden rendirle a su hija es que otras familias aprendan de esta tragedia y adopten medidas preventivas para evitar accidentes similares.
Este tipo de incidentes ha reabierto el debate sobre la llamada «territorialidad» en los animales, un comportamiento instintivo que puede desencadenar reacciones agresivas en ciertos entornos. Los perros, incluso aquellos considerados dóciles, pueden manifestar conductas defensivas si perciben que su espacio ha sido invadido o si se sienten desplazados por la llegada de un nuevo miembro a la familia. Esto se agrava cuando el animal experimenta cambios en su rutina o en la atención que recibe, lo que puede despertar celos o ansiedad.
Expertos recomiendan que las familias que tienen mascotas como perros y bebés en casa tomen precauciones extremas. No se debe dejar nunca a un niño pequeño solo con un perro, por confiable que parezca el animal. Además, se aconseja una introducción gradual del bebé en el entorno del perro, con interacciones supervisadas y reforzando conductas positivas en la mascota.
Los trágicos casos de Seversk y Alabaster recuerdan que, aunque el vínculo entre humanos y animales puede ser muy cercano, no se deben ignorar los riesgos inherentes a la convivencia con seres que actúan por instinto. La seguridad de los más pequeños debe estar siempre por encima de cualquier otra consideración.
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