El turismo canadiense a Cuba cayó más del 30% en el primer trimestre de 2025. Apagones, basura y falta de medicinas provocan el éxodo hacia destinos como México y República Dominicana.
La Habana enfrenta un nuevo revés económico con la notable disminución de turistas provenientes de Canadá, su mercado emisor más importante. Según datos oficiales revelados recientemente, citados por CBC, el número de canadienses que visitaron la isla durante los tres primeros meses de 2025 cayó en más de un 30% en comparación con el mismo período del año anterior.
La tendencia a la baja no solo preocupa a los operadores turísticos cubanos, sino que amenaza con desestabilizar aún más una economía ya al borde del colapso. En los años previos a la pandemia, Cuba recibía más de un millón de turistas canadienses anualmente. Hoy, ese flujo vital de divisas se reduce mientras el país sigue apostando recursos en la construcción de hoteles de lujo con ocupaciones que apenas alcanzan el 35%, según reportes recientes.
El declive no se limita a Canadá. Visitantes de otras naciones como Rusia, España e Italia también han disminuido, aunque el golpe canadiense es el más doloroso: representa no solo un mercado fiel sino también una fuente constante de remesas informales y ayuda humanitaria por parte de turistas repetidores que traen medicinas y bienes escasos.
Los motivos del descenso son evidentes. Expertos y turistas mencionan como causas las constantes crisis energéticas, los apagones prolongados, la escasez de alimentos y medicinas, el deterioro de la infraestructura y el creciente número de incidentes delictivos. En las redes sociales y medios internacionales circulan imágenes que muestran a turistas preparando café con velas durante apagones, o comparaciones entre hoteles con electricidad y barrios enteros sumidos en la oscuridad.
El portal especializado Travel and Tour World ha reforzado este panorama sombrío al señalar que la frustración de los turistas canadienses ha alcanzado niveles alarmantes. Los apagones constantes, la falta de limpieza en las calles, el deterioro de la infraestructura pública y la creciente sensación de inseguridad han generado un éxodo silencioso hacia destinos más estables como México, República Dominicana y Jamaica.
Aunque los resorts cubanos siguen operando gracias a plantas eléctricas y suministros asegurados, la realidad fuera de sus muros es cruda: escasez de agua, cortes eléctricos prolongados, estantes vacíos y basura sin recoger. “Muchos viajeros han dejado de considerar a Cuba como una opción viable”, declaró Amra Durakovic, de Flight Centre Canada, en declaraciones a CBC, destacando que las quejas de sus clientes son cada vez más frecuentes y específicas: falta de combustible, medicamentos y seguridad básica.
Algunos visitantes fieles como Michel Dubois y Sharon Pedley continúan regresando a la isla, pero ya no como turistas, sino como una especie de voluntarios improvisados: cargan linternas, medicinas, papel higiénico y artículos de primera necesidad para apoyar a sus amigos cubanos. Para ellos, la motivación es solidaria, no vacacional.
Mientras tanto, en foros canadienses de viajeros —como Reddit o TripAdvisor— abundan los testimonios de antiguos visitantes de Cuba que han decidido cambiar de destino. La constante en sus relatos: cortes eléctricos, robos menores, desabastecimiento y una sensación general de abandono. Las imágenes que muestran calles a oscuras junto a hoteles encendidos se han vuelto virales y han encendido un debate ético sobre si es correcto vacacionar en un país sumido en una crisis tan profunda.
El gobierno canadiense, por su parte, mantiene una advertencia vigente que recomienda a sus ciudadanos «ejercer un alto grado de precaución» si deciden viajar a la isla, citando precisamente estos problemas.
Ante la caída del turismo occidental, el régimen cubano ha comenzado a mirar a China como un mercado emergente. Sin embargo, las cifras actuales —26,760 turistas chinos en 2024— están muy lejos de compensar la pérdida de los más de 500,000 canadienses que solían visitar Cuba en el mismo período.
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Además, como advierte Travel and Tour World, la infraestructura turística cubana está diseñada para acoger al visitante norteamericano y europeo: los hoteles, tours y servicios están pensados en inglés o francés, no en mandarín. El reto cultural y logístico no es menor.
El deterioro del turismo canadiense plantea un serio obstáculo para los planes de desarrollo de La Habana, y evidencia que, sin reformas estructurales y mejoras reales en la calidad de vida y los servicios, los turistas seguirán buscando otros destinos más confiables.
Cuba ya no compite solo con el Caribe; compite con su propio colapso.