La prensa estatal cubana, manejada por el Partido Comunista de la isla, hizo silencio total sobre la inclusión de la reina de la salsa, Celia Cruz (1925–2003), en el listado de los mejores cantantes de todos los tiempos elaborado por la revista Rolling Stone.
La excepcional intérprete nacida en La Habana ocupó el puesto 18 de una relación que abarca 200 de los principales cultores de la música popular a lo largo de un siglo en todo el mundo.
De hecho, fue la única artista latina que se elevó hasta el top 20 de la lista y su nombre aparece entre los de figuras que marcaron época en la cultura estadounidense e internacional como Elvis Presley (17) y Frank Sinatra (19).
“Puedes escuchar mucho de la historia de vida de Celia Cruz en su voz: su tono rico e inimitable capturó la calidez y la vitalidad de La Habana, a menudo evocando el llamado de los vendedores ambulantes y el poder de las canciones santeras afrocubanas de su infancia”, explica la revista especializada, uno de los medios más influyentes del panorama musical.
De acuerdo con Rolling Stone, aunque Celia saltó a la fama en Cuba, “se convirtió en una estrella en la ciudad de Nueva York, mostrando su carisma infinito y su poderosa fuerza vocal junto a los actos de salsa más grandes de la historia”.
Los periódicos impresos de mayor tirada en Cuba obviaron la noticia, que fue recibida con mucho agrado por parte de varios músicos cubanos y del público en general.
La agencia oficialista de noticias Prensa Latina dedicó un trabajo a la presencia de los brasileños Joao Gilberto, Gal Costa y Caetano Veloso en el listado difundido por la publicación estadounidense, pero evitó mencionar a la diva cubana.
La censura a Celia Cruz en los medios estatales de la isla no es cosa del pasado, sino que se mantiene como un castigo que la popular cantante deberá soportar incluso dos décadas después de su muerte.
Pese a todo, la influyente “Reina de la Salsa”, un icono indiscutible del arte musical caribeño y mundial, seguirá ocupando un lugar cimero en la cultura cubana y endulzando los oídos del público con su “¡azúcar!”.
