El ex boxeador Mike Tyson, dos veces título mundial de los pesos pesados en la década de los 80, ha revelado que el fallecido mandatario cubano Fidel Castro lo “salvó de un apuro” cuando solía perder el control después de emborracharse o drogarse.
Durante una conversación reciente que mantuvo con el rapero DaBaby en su pódcast “Hotboxin with Mike Tyson”, el veterano atleta habló sobre uno de sus episodios erráticos en Cuba que dejó “preocupadas” a las autoridades de Estados Unidos.
“Escucha bien esto. Estuve en Jamaica por un tiempo con algunos amigos. Luego dejo Jamaica y me voy a Cuba. Estoy en Cuba, es una locura, me drogo y me pongo a pelear con alguien”, contó.
Tyson mencionó que las “payasadas” de este tipo solían dejar “preocupada a la gente de EEUU por su seguridad en Cuba”. Sin embargo, fue el mismísimo Fidel Castro quien acudió a su rescate al momento del incidente, que tuvo lugar en el lobby de un hotel.
“Fidel Castro dijo: ‘Déjenlo en paz. Solo se está relajando y divirtiendo. Así que no hablen con él, no me lo toquen’”, agregó a quien llamaban sobre el ring e“El Hombre Más Malo del Planeta”.
Tyson mencionó que estaba eufórico y que, aunque se molestó con el cajero del hotel en el que se encontraba, la orden de protección explícita por parte de Castro lo impulsó a “seguir haciendo lo que quería”.
Fidel Castro falleció hace exactamente 6 años, el 25 de noviembre de 2016.
Mike Tyson, que no ahondó en los detalles del altercado, viajó a Cuba antes de enfrentarse al campeón de peso pesado Lennox Lewis en 2002. Aparentemente, se irritó al ver a los reporteros en el vestíbulo del hotel, lo que lo llevó a “perder el control”.
En aquel momento, un reportero presente en el lobby reseñó el incidente y dijo que el ex boxeador “simplemente se volvió loco”. “Estaba planeando pedirle una entrevista, pero nunca me dejó hablar”.
Presuntamente, Tyson llegó a arrojar adornos navideños del hotel y golpeó a uno de los reporteros, aunque no hubo informes previos de heridos, arrestos o daños graves.
Mike Tyson, de 56 años, fue muy conocido por su ferocidad e intimidación como boxeador, así como por los numerosos altercados que protagonizó dentro y fuera del cuadrilátero.
En junio de 2003 fue acusado por delito de asalto, acoso y conducta desordenada tras protagonizar otro sonado altercado con dos hombres en un hotel de Brooklyn. Ese mismo año se declaró en bancarrota, tras haber gastado cerca de 300 millones de dólares ganados en sus combates.
