El cubano Mario Limonta representa como pocos la historia de los medios cubanos. Su rostro y su nombre aparecen en los mejores archivos de la radio, la televisión y el cine de la Isla. Su vida personal, por otra parte, ha sido privada solo a ratos, sobre todo si se toma en cuenta que tanto él como su esposa, Aurora Basnuevo, son parte de muchas familias cubanas gracias al cariño que supieron ganarse por décadas.
Hace unos pocos meses el Festival Internacional de Cine de Gibara reconocía a Limonta con uno de sus premios especiales y lo colocaba junto con su tocayo Mario Balmaseda en el sitio que se guarda a los íconos de las artes en el país.
Desde su primer protagónico en el cine, dirigido por José Masip en La decisión, hasta otras interpretaciones en El Brigadista, Retrato de Teresa, Miel para Oshún, Barrio Cuba y Los Dioses Rotos. Son esa obras una escasísima muestra de lo que ha sido Mario Limonta para el cine cubano. Sin embargo, su más grande talento y por el cual ha sido más aplaudido en todos los medios es su capacidad para ir y venir entre el drama y la comedia con la misma genialidad en una versión o en la otra.
Las vitrinas personales del actor guardan tanto el Premio Nacional de Televisión, como el Nacional del Humor que le entregaron, quizás un poco tarde, en 2016. Existe todavía una generación de cubanos que no olvida su interpretación del Sargento Arencibia en el legendario programa radial San Nicolás del Peladero, donde además de trabajar con los ya desaparecidos María de los Ángeles Sanatana y Enrique Santiesteban, lo hizo igualmente con Aurora Basnuevo, su compañera de la vida.
La última aparición de Limonta en redes sociales fue precisamente hace un mes, durante el cumpleaños 84 de su esposa. Ambos aparecía como siempre, inseparables y sonrientes, con la buena vibra que compartieron en su hogar y transmitieron en la pantalla. Fue ella quien más impresionó en ese momento por su cambio físico, pero al gran actor también se le vio la huella implacable de los años y la diferencia entre estos días y la época en que fue el mulato alto y vigoroso al quien piropeaba siempre su esposa.
Una cualidad ha quedado intacta con los años, la calidad humana, la simpatía y la condición actoral. A pesar de que ya su salud no le permita aparecer más en televisión, o en el cine, los cubanos saben que el actor que recuerdan es el mismo anciano que todavía desafía al tiempo.
Grande entre los grandes.DIOS LE DE LARGA VIDA PARA EL Y SU TALENTOSA Y VERSATIL ESPOSA.UN GRAN ABRAZO.