La tragedia en Guantánamo tras el paso del huracán Oscar ha dejado al descubierto las profundas fallas en la gestión gubernamental. Con miles de afectados y comunidades enteras aisladas, la indignación no solo proviene de los estragos naturales, sino también de la inacción y la burocracia estatal. A esto se suma un nuevo escándalo: la retención de donaciones del proyecto Huellas, liderado por Johana Jolá Álvarez, un movimiento ciudadano que se ha dedicado a entregar ayuda directa a los damnificados.
La comunicadora Lisandra Martín, conocida por sus crónicas sobre los bomberos que combatieron el incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas, ha vuelto al centro del debate público al denunciar esta retención.
En sus redes sociales, Martín emplazó repetidas veces al Gobierno Provincial de Guantánamo, calificando el acto como un “bloqueo interno” y una muestra de “contrarrevolución”. Sus publicaciones han resonado entre los ciudadanos, quienes exigen explicaciones y acciones inmediatas.
Su último post lo encabezó así: «Cómo funcionarios del Gobierno provincial de Guantánamo bloquearon las entregas del proyecto Huellas».
Entre los comentarios de apoyo, además de los de una de las fundadoras del proyecto, Johana Jolá, destacan los de una activista antibloqueo: Zuzanne Felipe. Felipe, defensora del proyecto «Revolución 1959», hizo un llamado al dirigente Yoel Pérez García, máxima autoridad en la provincia, a intervenir y resolver esta situación. Además, cuestionó el prestigio moral y la responsabilidad de los líderes comunistas, exigiendo que respondan por la retención de las donaciones.

El desastre causado por el huracán Oscar no fue solo natural. Los testimonios de los residentes reflejan una falta total de preparación y apoyo por parte de las autoridades. En San Antonio del Sur e Imías, muchos habitantes denunciaron haber sido abandonados a su suerte. Un caso emblemático fue el de un joven que quedó solo a cargo de 29 niños en una escuela especial durante las inundaciones, mientras el prometido equipo de rescate nunca llegó.
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Incluso héroes locales como Jonathan Frómeta, quien arriesgó su vida para salvar a decenas de personas, han sido ignorados por el régimen. A diferencia de figuras internacionales como Mamoudou Gassama en Francia, estos héroes cubanos no han recibido reconocimiento alguno. La falta de premiación o siquiera un gesto de gratitud oficial hacia Frómeta, Freidi y Henry, jóvenes que rescataron a los más vulnerables en medio de la tormenta, ha sido ampliamente criticada.
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Por el contrario, fueron rapidísimos en sancionar – o al menos en decir que lo harían – a quienes difundieron una noticia falsa sobre el colapso de la presa de San Antonio del Sur, en Guantánamo, durante el paso del huracán Oscar.
Retención de ayuda: el caso Huellas
El proyecto Huellas, que organizó varias oleadas de donaciones para los damnificados, ha enfrentado un bloqueo inexplicable por parte del gobierno local. Según Martín, las donaciones permanecen retenidas en almacenes sin ser entregadas a quienes más las necesitan. Este acto ha sido calificado como un insulto al pueblo cubano, que, a pesar de las dificultades, demuestra su solidaridad en momentos de crisis.
Johanna Jolá Álvarez, líder de Huellas, ha señalado que este bloqueo es una estrategia para centralizar el control de la ayuda humanitaria y mantener la narrativa oficialista. La indignación ha crecido en redes sociales, donde ciudadanos exigen transparencia y la liberación inmediata de las donaciones.
La retención de las donaciones de Huellas no es un caso aislado. Forma parte de un patrón más amplio de negligencia gubernamental en Guantánamo. Durante el huracán, la falta de alertas y medidas preventivas por parte del Consejo de Defensa provocó que muchas comunidades enfrentaran el desastre sin preparación. Las autoridades tampoco utilizaron medios básicos como radiocomunicadores para transmitir advertencias, dejando a miles de personas incomunicadas y vulnerables.
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La respuesta oficial, liderada por Miguel Díaz-Canel, ha sido insuficiente y llena de promesas vacías. Durante su visita a la región, el mandatario prometió agua, alimentos y brigadas médicas, pero los testimonios locales muestran una realidad diferente: abandono, desidia y un sistema incapaz de proteger a sus ciudadanos.
Díaz-Canel, para no ser menos que sus subordinados, al otro día se marchó del devastado territorio. Donde fue, a Mayabeque y Artemisa, allí después le cayó el huracán Rafael.
La falta de acción ante las necesidades urgentes de los damnificados ha generado una ola de críticas en redes sociales.
El caso de Guantánamo es un microcosmos de la crisis más amplia que enfrenta Cuba. La combinación de desastres naturales, colapso económico y negligencia gubernamental ha llevado al límite la paciencia de los ciudadanos. La retención de las donaciones de Huellas y la falta de reconocimiento a los héroes locales son solo síntomas de un problema estructural más profundo.