Ya no se trata de la moringa o el marabú. La planta de moda en Cuba ahora es el bambú. Bicicletas, champú, acondicionador, desodorante, crema para la piel, crema dental, colonia, jabón, carbón y hasta supositorios hechos de esta milenaria gramínea están dando mucho de qué hablar en medio de la debacle energética, cada vez más honda, que vive el país.
Aunque algunas de estas ideas (sobre todo la del “bambutorio” o supositorio de bambú, que podría incluso llegar a ser de color rosa) suenan descabelladas, la propaganda que la prensa oficialista de la isla está haciendo a su favor es fuerte. Es más, intentan vender al bambú como la octava maravilla del mundo moderno.
Desde un periódico local, que recuerda que el 18 de septiembre es el Día Internacional del Bambú, “uno de los recursos agroforestales más relevantes del mundo”; hasta el noticiero nacional de televisión, que informa sobre un taller en la provincia de Pinar del Río para hablar de “las bondades de la planta” y capacitar a técnicos, investigadores, campesinos y emprendedores sobre cómo obtener carbón después de secar el bambú.
Y no es que el bambú no tenga un montón de cualidades probadas desde hace siglos, sino que está lejos de ser la solución a los problemas cotidianos de los cubanos. Los influencers conocidos como Abejas Memes y La Crema son algunos de los que, desde hace semanas, han resaltado en redes sociales que en Cuba “la han cogido ahora con el bambú”.
De acuerdo con lo que publica La Demajagua, por ejemplo, el bambú no solo “ejerce un rol fundamental en la producción sostenible de alimentos y la protección de la biodiversidad”, sino que promueve “la seguridad alimentaria en la población”, y “la erradicación del hambre y la pobreza”.
A principios de agosto pasado acaparó titulares el hecho de que la empresa Suchel Camacho había sacado una nueva línea de siete productos de aseo, que lleva por nombre ‘Bambú’ y que hasta el momento se comercializa en pesos cubanos, fundamentalmente en el occidente y el centro del país, aunque se prevé ampliarlo al oriente.
La propia presidenta de Suchel Camacho, Yaney Cisneros, ha reconocido que los niveles de producción de la empresa no son suficientes “ante una demanda tan alta”, por lo que han intentado fabricar productos “económicos”, mientras creen que deberían reorientar a la industria nacional los fondos que destinan a importar productos similares.
Además de ver al bambú como fuente de energía y de biomasa en una isla cuya población vive afectada por constantes cortes de electricidad e interrupciones en el servicio de transporte, recientemente han ganado protagonismo las bicicletas hechas con esta planta.
No obstante, la idea de las bicicletas de cuadro de bambú como “una alternativa menos costosa y sostenible respecto a las de metal”, no es nueva. Desde 2020 en Isla de la Juventud se impulsó la fabricación de bicicletas para discapacitados y de sillas de rueda a partir de la planta conocida como oro verde.
Al mismo tiempo, en Cuba se fomenta el cultivo de bambú, a pesar de que en algunos países es considerada una planta invasora. Hace poco en la provincia de Camagüey, donde desde hace años se estudia su empleo para el forraje y la reforestación, y como biocarbón, un grupo de jóvenes sembró 100 ejemplares.
En plena pandemia de covid, también fue noticia la confección y la comercialización de absorbentes de bambú (que tiene más de 1,500 usos posibles), que llevó a cabo Bambooleo Shop, un emprendimiento privado, para sustituir importaciones, y apoyar la gestión ecológica de bares y restaurantes de La Habana.
Asimismo, en 2021 se supo de Bambú Fénix, otro proyecto local, de Ciego de Ávila, que se centraba en fabricar productos artesanales y utilitarios. Pero mucho antes, desde 2015, en la capital cubana, Bambú Centro se dedicaba a hacer muebles, lámparas, asientos, mesas y hamacas de una planta que es motor de la economía de países como China, India o Etiopía.