Cuba suma otro episodio a su interminable crisis energética. Mientras dos petroleros, el AMIF y el Corossol, permanecen frente a las costas del país a la espera de autorización para descargar combustible, llegó este domingo a La Habana la patana turca Cankuthan Bey, una central flotante con capacidad para producir 80 MW de energía eléctrica.
El AMIF, con bandera de Liberia, arribó el 6 de diciembre con unas 40.000 toneladas de combustible. Se une al Corossol, que lleva anclado frente a Matanzas desde noviembre con 106.000 toneladas de diésel o combustible para aviones, afirma Diario de Cuba.
La demora para que estos petroleros descarguen su carga crítica refleja la precaria situación financiera del régimen cubano, que ya no cuenta con garantías de crédito para recibir estos suministros. Según el experto Jorge Piñón, esta parálisis genera cuantiosos costos por estadía, que recaen sobre los cubanos, quienes enfrentan apagones, transporte paralizado y escasez de gas licuado.
Por otro lado, la llegada de la Cankuthan Bey, la más reciente de las patanas alquiladas a la empresa turca Karpowership, apenas aporta un alivio temporal, indica 14ymedio.
La isla ya cuenta con otras cinco centrales flotantes que, a duras penas, ayudan a paliar el déficit energético nacional, estimado entre 1.000 y 1.500 MW diarios. Sin embargo, su impacto es limitado frente a un sistema colapsado, con termoeléctricas fuera de servicio y una generación distribuida en crisis.
La dependencia de Cuba de estas soluciones temporales evidencia la falta de una estrategia sostenible para resolver su crisis energética. Mientras los barcos cargados de combustible siguen esperando, y las patanas intentan llenar los vacíos, la realidad para los cubanos sigue siendo la misma: interminables apagones y una economía paralizada.
Los cubanos parecen ya resignados a un apagón eterno.
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