El día que explotó el Hotel Saratoga, la camarera Susel Torres se encontraba trabajando. Su nombre apareció de inmediato en las listas de desaparecidos que circularon por redes sociales y que mantuvo en vilo a muchas familias del país. La hija de la trabajadora fue quien notificó que su madre se encontraba en el fatídico sitio y rogó que le notificaran sobre cualquier noticia al respecto. Pero Susel apareció entre los escombros al quinto día de iniciadas las búsquedas y sería la víctima número 43, en consonancia con las cifras oficiales.
“Triste, muy triste. Se me hacía un nudo en el estómago con cada nombre”, escribió en Facebook un primo de la mujer, nombrado Yohan RT, cuando aún no había sido encontrado el cuerpo de su prima y su identidad seguía figurando únicamente en los listados de desaparecidos que convocaban a la fe milagrosa de hallarlos con vida.
Según lo que estuvo informando ese familiar de la fallecida, la hija de la camarera le había informado que su madre solía trabajar en el séptimo piso del Saratoga. Sin embargo, aunque las autoridades no confirmaron públicamente el sitio donde fue encontrado su cadáver, se presume que no haya sido en ese piso, sino en alguna de las áreas inferiores del hotel, quizás más cercana al sótano, el lugar más afectado.
No obstante, un día antes de haber sido notificada la muerte de la trabajadora, Yohan RT escribió: “Su hija, Susel Kindelan, me dice que Susel trabajaba normalmente en el séptimo piso del hotel, por lo que no nos queda claro si pudiera estar en el sótano. Hasta ahora he visto que se ha revisado del segundo al quinto piso y no han rescatado más personas”.
En las mismas circunstancias de incertidumbre se encontraron todos los familiares de las víctimas atrapadas entre los escombros. Mientras sus rostros e historias circulaban por las redes sociales, la vigilia de los seres queridos continuaba intacta frente a las ruinas del desastre y en la mayoría de los casos terminaba con una noticia desalentadora. La certeza de la muerte se recibe con resignación, pero también con tristeza y mucho dolor.
“Lamentablemente mi prima fue encontrada sin vida. Luz para su alma y que descanse en paz. Luz y fuerza para todas las familias que han sido dañadas por esta terrible catástrofe del Hotel Saratoga. No nos queda otra que seguir. Paz para tu alma, luz y fuerza, Susel”, escribió el muchacho una vez que supe el destino de su prima.
Aparentemente, quiso el destino que la mujer de 50 años no se hallara en su lugar de trabajo, donde quizás, habría tenido menos probabilidades de fallecer en el suceso. Sin embargo, un supuesto traslado de un sitio hacia otro dentro en el hotel terminó marcando la diferencia entre la vida y la muerte para esta señora que hoy lloran sus familiares.
Ante un accidente de esta envergadura, los pisos inferiores siempre terminan siendo los más afectados, como en este caso, donde los niveles superiores de la instalación parecen haber sido colocados después del trágico accidente que dejó en ruinas una parte importante de la edificación neoclásica.
Luego de rescatar el cadáver de la camarera, los medios oficiales informaron que solo restaba un 30 por ciento de las ruinas por hurgar. No obstante, aún quedan tareas pendientes y peligrosas en el lugar de los hechos, como vaciar la piscina, la cual permanece todavía con agua en la azotea y evitar que suceda un lamentable desplome.
