Historias de la crisis: Salió a buscar aceite y lo encontró; tenía dinero, pero no pudo comprarlo

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En devenir cubano de todos los días, encontrar aceite para cocinar ya es casi una epopeya. Pero lo que le ocurrió a un vecino de La Fe, en la Isla de la Juventud, no tiene desperdicio: encontró el aceite, tenía el dinero… pero no pudo comprarlo.

Todo comenzó con una frase común en cualquier hogar cubano: “Se acabó el aceite”. Sin aspiraciones a marcas ni tipos específicos, el hombre salió a la calle con una única meta: regresar con un litro de aceite, ya fuera de girasol, maní o cualquier cosa que no fuera aire.

Cerca del parque del pueblo, halló un punto de venta. El litro costaba 990 pesos. Vio a alguien pagar con el móvil y pensó: “Perfecto, aquí aceptan Transfermóvil”, pero siguió camino, en busca de otro punto cercano donde el aceite costara menos, y lo encontró. Sí, el mismo aceite, pero a 900 pesos. Más barato. Decidió comprar allí.

Error.

“Solo aceptamos EnZona”, le dijo el vendedor con la cortesía habitual del comercio cubano. El comprador se quedó con la transferencia en el bolsillo y la frustración en la cara.

Volvió al primer sitio. Tal vez pagando más, pero al menos podría usar su aplicación. Iluso. Ahí también se exigía EnZona. ¿La razón? “Transfermóvil no le cae a la cuenta de la dueña. Tiene más de 25 mil pesos en el limbo. Las confirmaciones llegan, pero el dinero nunca entra”, confesó la empleada. Y el banco, en lugar de resolver, exige que la dueña localice a cada cliente y los lleve a su sucursal para verificar los pagos. Una misión digna de Hércules… o de un sketch cómico.

Le recomendaron entonces instalar EnZona. Fue al Joven Club. Allí lo pararon en seco: necesitaba megas, pagar 50 pesos, tener carné, tarjeta bancaria, Multibanca, contraseña, correo, número telefónico… y, sobre todo, una tarjeta que no hubiese caducado en 2020, y sí, su su tarjeta estaba vencida.

¿El final? Volvió a casa con las manos vacías y la indignación al tope. Vio el aceite dos veces, pero no lo pudo comprar. En Cuba, incluso cuando hay productos, la bancarización se encarga de que no puedas adquirirlos.

Así lo cuenta el periodista isleño Wiltse Javier Peña Hijuelos en una crónica que, asegura, aunque parezca increíble, es ciento por ciento real. Probablemente le ocurriera a él mismo, que a cada rato, según lo reseña a menudo en sus notas periodísticas, se tropieza con una de estas piedras del Macondo cubano.

Sin embargo, mientras todo eso sucedía, allí mismo, en la Isla de la Juventud se desplegaba con entusiasmo un ejercicio nacional contra el delito que dejó como saldo 216 violaciones detectadas en apenas cinco días. La ofensiva incluyó desde la venta de productos sin certificaciones sanitarias hasta trabajadores por cuenta propia que transportaban pasajeros sin licencia o con documentos vencidos. En resumen: media Isla con los papeles en candela.

Aunque la nota del Victoria no lo refleja, es muy probable, porque sucede todos los días, que hayan multado a alguien por no tener los pagos digitales activos. Entiéndase EnZona o TransferMóvil. Uno, el que no tenía el que salió a buscar el aceite; el otro, sí.

Señala el medio oficialista con toda la seriedad del mundo sobre este «ejercicio nacional contra el delito», que diez cuerpos inspectivos se activaron para fiscalizar todo lo que se moviera, incluyendo precios abusivos, ventas sin mostrar el costo del producto, y hasta negocios privados con alimentos sin el aval de Sanidad Animal. El resultado: 213 multas y casi un millón de pesos recaudados para el presupuesto estatal. Mientras tanto, repetimos, al hombre del aceite no le aceptaban ni el efectivo ni su aplicación bancaria, por «problemas técnicos».

En paralelo, se realizaron hasta 40 acciones de control bancario. Así es: mientras al ciudadano común se le niega el acceso al aceite por no tener EnZona habilitado, se presume que hay una maquinaria vigilante controlando los procesos financieros. A juzgar por lo vivido por este santafeseño, o no pasó por su punto de venta… o fue como ese tren japonés que detecta fallos, pero nunca frena.

Para completar el sainete, se celebraron debates comunitarios sobre el consumo de drogas y la necesidad de mayor disciplina social. El mensaje fue claro: la solución está en más control y más vigilancia. Lo que no queda claro es quién vigila a los que, como en esta historia, siguen sin poder comprar aceite aunque esté a la vista, aunque tengan dinero, aunque lo intenten todo.

Mientras todo esto sucedía, una inspectora que multó a un cochero con 16 mil pesos, fue abusada y recibió varios machetazos en su cuerpo.

noticia relacionada: Cochero cubano agrede con machete a inspectora tras haberlo multado 

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