Gustavo Petro tocó el tres, y La Habana llegó tan tarde que ni escuchó la melodía

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Un conflicto surgido este domingo entre el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por la negativa de Colombia a aceptar aviones militares con deportados colombianos, desató una serie de amenazas de sanciones comerciales y políticas por parte de Trump, que finalmente llevan a Petro a ceder y aceptar las condiciones impuestas por Estados Unidos.

La controversia se originó cuando Petro rechazó la llegada de dos aviones militares estadounidenses que transportaban a colombianos deportados, argumentando que «Estados Unidos no puede tratar como delincuentes a los migrantes colombianos» y solicitando que las deportaciones se realizaran en aviones civiles para garantizar un trato digno. En respuesta, Trump amenazó con imponer aranceles del 25% a los productos colombianos y suspender la emisión de visas para funcionarios del gobierno colombiano. Por si fuera poco, el presidente estadounidense agregó que, si en una semana, Colombia no aceptaba a esos migrantes, duplicaría los aranceles hasta un 50%.

Ante la escalada de tensiones, Petro propuso utilizar el avión presidencial colombiano para repatriar a los deportados y afirmó que Colombia seguiría recibiendo a sus ciudadanos deportados, garantizando condiciones dignas. Finalmente, ambos mandatarios llegaron a un acuerdo, y la Casa Blanca anunció que Colombia aceptaría sin restricciones a los migrantes retornados desde Estados Unidos, incluidos aquellos transportados en aviones militares.

Sin embargo, lo curioso de este episodio vino desde Cuba, y fue la tardía reacción de La Habana, que intentó mostrar su apoyo a Petro cuando el conflicto ya había sido resuelto.

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, intentó mostrar su solidaridad con Petro mediante una publicación en sus redes sociales, criticando las acciones de Trump y expresando su apoyo a Colombia. Sin embargo, para cuando su mensaje fue difundido y amplificado por la Presidencia de Cuba, ya había pasado más de una hora desde que Petro y Trump habían alcanzado un acuerdo, lo que dejó en evidencia la descoordinación y la tardanza de La Habana en reaccionar ante los acontecimientos internacionales.

Fiel a su costumbre de entrar en escena cuando el telón ya ha caído – recordemos que tardó tres días en reaccionar a la muerte de tres adolescentes en La Habana por el desprendiemiento de un balcón y 24 horas ante la muerte de 13 personas en días pasados en Holguín – intentó sumarse al drama internacional del día publicando en sus redes sociales un mensaje de solidaridad con Gustavo Petro.

En su texto, lleno de la grandilocuencia característica, criticó con firmeza las acciones de Donald Trump y se alineó con Colombia, declarando un apoyo que, en teoría, debía ser contundente. Sin embargo, lo que quizás olvidó el mandatario cubano fue verificar el reloj antes de presionar «publicar». Para cuando su mensaje, cuidadosamente amplificado por la maquinaria comunicacional de la Presidencia de Cuba, comenzó a recorrer las redes, Petro y Trump ya habían firmado la paz, o al menos un armisticio diplomático.

Lo irónico del asunto es que Díaz-Canel parecía creer que llegaba justo a tiempo para la foto, cuando en realidad ya estaban recogiendo las sillas. Su gesto tardío no solo quedó desfasado, sino que subrayó, una vez más, la desconexión crónica de La Habana con el ritmo de la política internacional. En un mundo donde las decisiones se toman en tiempo real y los acuerdos se sellan casi al vuelo, el timing cubano quedó tan fuera de lugar como un telegrama enviado en plena era digital.

Las redes sociales no tuvieron piedad con el mandatario cubano. Comentarios como “Ya a Petro se le quitó la guapería, y Cuba ni se enteró”, dejaron claro el impacto de esta intervención tardía.

Alguien bromeó con que, probablemente, a Díaz-Canel “le quitaron la corriente” justo cuando iba a publicar. Porque, ¿qué sería de una tragedia política sin el sazón de los apagones cubanos? Otro usuario resumió el papelón con maestría: «Es lo que pasa cuando la improvisación y el triunfalismo confunden la realidad con la fantasía». Otro internauta remató con una reflexión digna de telenovela: “El único que logró poner a trabajar a Petro un domingo fue Trump”.

Al final, queda claro que La Habana no solo perdió el tren diplomático, sino que se subió al vagón equivocado, en un intento de protagonismo que solo sirvió para protagonizar memes. En cualquier caso, si algo quedó claro es que, en el ajedrez político internacional, Cuba no solo llegó tarde al tablero de ajedrez, sino que trajo un juego de damas.

¡Qué clase de papelazo!

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