En la isla, el gobierno cubano prepara fomentos tibios para los dolores que le provocará en unos días un debate en el Parlamento Europeo
El próximo debate que tendrá lugar en el Parlamento Europeo sobre los Derechos Humanos tiene al gobierno de La Habana sumamente preocupado. Desde el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, precisamente desde la oficina del Departamento Ideológico, Rogelio Polanco ya repartió las orientaciones y ordenó darle seguimiento a un comunicado emitido por la Asamblea Nacional del Poder Popular, esa que está integrada por numerosos hombres y mujeres de dudosa capacidad funcional en las neuronas, pero decididamente fidelistas y revolucionarios. El comunicado califica el debate en el parlamento europeo como «maniobra» y «ejercicio politizado».
Sí. Resulta risible que en el único lugar del mundo -con perdón de Corea del Norte, por favor- donde todas las votaciones son casi unánimes, donde el 99.99% de las personas aprueban todo lo que se dice, orienta y escribe en las mesas desde «arriba», se hable de maniobra.
Allí, donde un mínimo ejercicio crítico pudiera verse politizado como un «problema ideológico», la ANPP habla de «ejercicio politizado» en el parlamento europeo.
Tal vez la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular crea que un país que reparte gratuitamente latas de atún, pasta, bolsas de arroz y frijoles chinos -y aceite- sea merecedor no de una crítica en el próximo debate en el Parlamento Europeo sobre derechos humanos en Cuba, sino un reconocimiento, pero la realidad es que no es así. Por mucho que Esteban Lazo Hernández, quien actualmente ocupa el cargo de Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, y del que solo basta oírlo hablar para uno darse cuenta de en manos de quién está el parlamento cubano, crea que Cuba no debería ser siquiera rozada ni con el pétalo de una rosa.
«Hemos seguido con atención los hechos más recientes ocurridos en el Parlamento Europeo y constatamos con indignación que el mismo grupo reducido de eurodiputados que responden a la agenda de Washington ha logrado imponer un nuevo debate sobre Cuba el próximo 16 de septiembre», dice el comunicado, que ha sido replicado en el portal oficialista Cubadebate.
La declaración de la Asamblea Nacional del Poder Popular expresa que «los promotores de esta nueva maniobra no tienen autoridad moral para pretender erigirse en defensores de los derechos del pueblo cubano», y añade:
«No pueden serlo quienes no tienen el decoro suficiente para actuar de manera independiente y obedecen los dictados de la potencia que despliega una brutal guerra económica, comercial, financiera, política y comunicacional contra nuestro país -recrudecida en momentos en que enfrentamos la pandemia-, que constituye la más flagrante y sistemática violación de los derechos humanos de todos los cubanos, algo que estas personas, haciendo gala de su proverbial hipocresía política, ni siquiera se han molestado en condenar».
Lo cierto es que la Asamblea intuye otro soberano estacazo similar al que el Parlamento Europeo aprobó el pasado mes de junio, cuando condenaron al gobierno de la isla por 386 votos a favor, 236 en contra y 59 abstenciones.
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Es curioso que desde Cuba, si se leía el seguimiento que le daban los portales informativos y los tuiteros cubanos a aquella reunión sostenida entonces, uno tenía la impresión de que la condena a Cuba iba a fracasar; pero la realidad allá en el Viejo Continente terminó siendo otra. La resolución aprobada, impulsada por el grupo conservador del Partido Popular Europeo junto a los liberales y eurodiputados de extrema derecha, fue brutal y dura; más bien demoledora, pues logró demostrar con evidencias que estaban al alcance de todos en las redes sociales y en diversos medios del mundo -entre los cubanos, los independientes- que en Cuba se reprimía; se violentaban los derechos de las personas; se cometían atrocidades constitucionales. O como expresaba la condena entonces, la isla “no ha registrado avances concretos” que le permitan creer a la Unión Europea que respeta o respetará algún día los derechos humanos.
