Una bebé murió en el Hospital Provincial de Matanzas en medio de la actual crisis epidemiológica que atraviesa la provincia, según denuncias difundidas por vecinos y activistas en redes sociales.
Mensajes de chat compartidos por el músico y activista Saúl Manuel refieren que la niña estuvo en terapia y que “el hospital está crítico”, con salas “donde no cabe un niño más”. En esas conversaciones —cuyas identidades fueron reservadas— se habla de un presunto cuadro “por una bacteria”, extremo que no ha sido confirmado de forma oficial.
De acuerdo con los testimonios, el cuerpo de la pequeña fue retirado anoche de la institución sanitaria. En los mismos hilos se reporta además la muerte reciente de “otra niña de 9 meses” en cuidados intensivos. Padres y familiares describen un panorama de alta demanda asistencial, falta de insumos y personal agotado. “Las terapias no cabe un niño más”, se lee en uno de los mensajes. En las reacciones públicas, usuarios piden explicaciones al sistema de salud y denuncian que los centros están desbordados mientras persisten problemas de saneamiento, cortes eléctricos y mosquitos en escuelas y barrios.


El episodio ocurre en Matanzas, la provincia que desde hace semanas concentra alertas por un brote de cuadros febriles y virales que se han extendido a otros territorios del país.
En un reporte previo, Cuballama Noticias documentó cómo “eso que anda” —la expresión popular con la que los vecinos nombran el fenómeno— salió de Matanzas y alcanzó Ciego de Ávila, mientras familias y personal sanitario reclamaban transparencias diagnósticas y abastecimiento básico en hospitales y policlínicos. En ese contexto, autoridades locales —y el propio ministro de Salud— han minimizado o negado reportes de fallecimientos asociados a la crisis, lo que ha incrementado la desconfianza ciudadana.
Hasta el cierre de esta edición, el Ministerio de Salud Pública (Minsap) no había emitido una nota oficial sobre la muerte de la bebé ni sobre los presuntos casos en terapia. Tampoco se ha informado si existen cultivos, resultados de laboratorio o investigaciones epidemiológicas que confirmen la presencia de una bacteria específica, ni si se activaron protocolos de control de infecciones intrahospitalarias (aislamientos, auditorías de higiene, suspensión de ingresos electivos, rastreo de contactos y revisión de agua y climatización en salas).
En paralelo, otros sucesos luctuosos con menores de edad han sido reportados en el oriente del país.
En Guantánamo, familiares y amigos despidieron recientemente a una niña —la causa no fue precisada por los dolientes— con decenas de mensajes de condolencia en redes sociales.
En otro hecho, también en Guantánamo, la comunidad lloró al pequeño Karel Gamboa Pérez, de cinco años, un niño con múltiples comorbilidades (parálisis cerebral infantil, secuelas de meningitis, epilepsia, cardiopatía y enfermedad renal) que no logró sobreponerse a su delicado estado de salud. Ambos casos han reavivado el debate público sobre la fragilidad del sistema sanitario y la ausencia de partes claros en momentos de alta circulación viral.
La muerte de la bebé en Matanzas —atribuida por testigos a “una bacteria”, aún sin confirmación oficial— ocurre mientras crece el clamor por datos verificables: qué patógenos están circulando, cuántos casos graves y fallecidos hay, qué recursos faltan y qué acciones concretas toma la autoridad sanitaria para descomprimir terapias y proteger a los más vulnerables. En un escenario de hospitales saturados, transparencia y protocolos pueden hacer la diferencia entre el miedo y la confianza, entre la rumorología y la información que salva vidas.
Especialistas consultados de forma independiente recuerdan que, ante picos de infecciones respiratorias, arbovirosis y enfermedades entéricas, los hospitales deben reforzar los programas de control de infecciones: higiene estricta de manos, disponibilidad de jabón y soluciones hidroalcohólicas; limpieza terminal de salas; separación de circuitos febriles; ventilación adecuada; abastecimiento de antibióticos de primera línea según guías; y, sobre todo, notificación oportuna a las familias y a la población.
En el ámbito comunitario, recomiendan no enviar a niños con fiebre a la escuela, garantizar hidratación, consultar de inmediato si hay signos de alarma (decaimiento extremo, vómitos persistentes, dificultad respiratoria, somnolencia, convulsiones) y evitar la automedicación antibiótica sin indicación médica.





